Amelia. Cuando nuestras lenguas se rozaron en una danza demoledora, y un líquido caliente comenzó a emerger dentro de mi vientre, supe que no había vuelta atrás.La boca de Ares me sabía a gloria y desesperada pasaba mis manos en todo su cuerpo. Sabía que hoy no sería detallado, pero nos urgía, la necesidad había llegado al límite, y no podíamos esperar un minuto más.La mano de Ares tomó mi mandíbula y apretó mi boca cuando profundizó el beso, mientras con su otra mano, separaba mi vestido completamente, y arqueaba mis piernas, para rodear su torso.Su mano apretó mi pecho, y su cuerpo se frotaba con el mío, hasta que se fue a su centro, y bajó su bragueta.Ares no se tomó un tiempo, no lo vi rasgar el envoltorio de un preservativo, sino que sentí su piel caliente y lisa, y los sonidos salieron de mi boca creando un éxtasis como ningún otro cuando entró en mí sin previo aviso.Quería arrancarme la piel del puro placer, y fue inevitable que mis ojos se cerraran con fuerza, mientras s
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