Rafael pensaba en las, una y mil maneras de sacar a esa entrometida de su casino. No quería verla más, aunque a la vez una curiosidad nació en él. No sabía porqué, pero en su mirada notó algo ya conocido, algo que veía a diario en el espejo, pero en ella, adquirió un poco más de profundidad.__ Lamento mi forma de tratarlo. - se disculpó Zoé, en verdad, lo hacía. La vergüenza por haber soltado su lengua la llenó, cubriendo las mejillas de un color rojo que quiso desaparecer. - Pero no he tenido un buen día...de seguro no puede entender si...solo ofrezco disculpas, señor...__ Solo retírese. - graznó el hombre de mirada fría, los cuales acuchillaron sus esperanzas con esa crueldad que la hizo flaquear. __ Sí...solo...Lo lamento. No había nada que pudiera hacer para cambiarlo. Ella lo sabía por eso salió de ese lugar, cabizbaja y con menos voluntad de la que tenía cuando llegó. ¿Como podía ser posible que lo echara a perder así? ¿Porqué no podía quedarse en silencio una vez? Con cad
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