EMPRESA DE ADRIÁN. —Adrián, tengo buenas noticias. —Dime. —Ya conseguí el número de teléfono de tu escritora. —¿Cómo hiciste para conseguirlo? —Bueno que te crees, para que mis padres me regalaron esta cara. —También me informaron otras cosas. —Habla. —No sé cómo vas hacer para verla, ella sale muy poco, sólo tiene una amiga, el esposo parece que es muy celoso, no la deja salir sola y esto que te voy a decir no te va a gustar. —Dime lo que sea. —,Hay rumores, escúchame bien, sólo son rumores, que el esposo la golpea. —¿Qué? No vale, no puede ser, por eso ese tipo no me gustó, yo pensé que eran celos, pero su cara, su gesto cuando se acercó a ella no era de un esposo cariñoso, ni siquiera de un esposo normal como miles que hay, pero dime qué dicen los rumores. —Ella muy poco va a la editorial, pero un vez fue con unos lentes oscuros y no se los quitó, ni siquiera dentro de la oficina, una de las muchachas se lo pidió para ver como le quedaba y se hizo la loca y no se los qui
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