GABRIELAYa es la hora de salida de la escuela, así que tomo mis cosas y salgo del lugar. Montse y yo vamos parloteando de comida, las clases y la inauguración, insistiéndome en que debo ir.―Aún no lo sé, no tengo pareja ni vestido para ir ―le recuerdo.― ¿Para qué necesitas pareja, eh? Si te aburres o algo, nos acabamos el vino blanco ―me dice, guiñándome el ojo y haciéndome reír―. Además, te tengo la solución: en mi armario tengo varios vestidos que no he estrenado. Podrías venir a mi depa y probarte algunos, el que te guste lo usas.―No, Montse. ¿Te has vuelto loca? No podría aceptar eso ―niego, apenada.― ¡Ay, cállate! ―me dice, palmeando mi hombro―. Anda, pruébate unos y hasta te regalo el que quieras usar. Fede, tú y yo iremos a mi depa a arreglarnos junticas ¿te parece?―Si estás a punto de decirle que no, sabes que no se va a rendir hasta que le digas lo que quiere ―aparece Cristian, sonriendo―. Las vi de lejos y reconocí tu cara de “voy a atosigarte tanto que terminarás haci
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