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Todos los capítulos de El juego de seducción del CEO: Capítulo 1 - Capítulo 10
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1. ¿Quién es la arribista aquí?
Maggie salió del restaurante a las 5:00 am cuando finalmente terminó su turno. El día anterior había tenido que doblarse para poder conseguir algo de dinero extra y así poder completar lo que le faltaba para el alimento de Daniel, su pequeño hijo de dos años y medio, por lo que ahora el agotamiento y el dolor en los pies amenazaba con hacerla caer. Con un suspiro cansado emprendió su camino directo hacia la casa. Cuando llegó ya eran casi las 7 de la mañana y todo su cuerpo le dolía, en especial sus pies que los sentía hinchados y pesados, pero todo aquello pasó a segundo plano cuando al tocar la puerta de su vecina lo primero que vio fue el rostro de Dan. —¡Maaaaaam!— ella se derretía cada vez que veía a su pequeñín. En el momento en que lo tomó, el bebé se aferró con fuerza a su cuello, dándole una hermosa sonrisa que mostraba sus encías y pequeños dientecitos. —Oh, ¿Cómo se portó mi niño hermoso? La vecina, se rio cuando Dan dejó salir un grito emocionado, como siempre pas
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2. ¿Cómo puedes vivir así?
La mano de Maggie fue directo al rostro del hombre dándole una estruendosa bofetada que le coloreó la mejilla antes de decir:—Eres digno hijo de tu madre: estúpido y prepotente.Sin más se dio media vuelta y se fue de ahí, alegrándose de no haberlos conocido antes.Nathaniel vio la espalda de la mujer irse, tocó su cara abofeteada y luego regresó a la mansión ignorando directamente al abogado.Las cosas en la mansión no dejaban de empeorar y Nathaniel estaba a punto de perder la poca paciencia que poseía. La llegada de esa joven, Maggie, lo había tomado totalmente por sorpresa, pues aunque era evidente que su madre ya sabía de su existencia, nunca dijo nada. Sus ojos se dirigieron a la fotografía de su padrastro en el escritorio del despacho de la casa. Edmund Montgomery siempre fue un hombre reservado y serio, por eso saber que había tenido una amante y que la había embarazado y abandonado lo había dejado sin palabras. Y eso era algo que Nathaniel podría sobrellevar, inclus
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3. ¡Estás despedida!
Haber ido nuevamente a casa de los Montgomery había sido una total pesadilla, sin embargo esa vez estaba preparada y gracias a Dios, la reunión fue mucho más corta que la anterior, pero igual de reveladora. Ese hombre, su padre, había pensado en Dan, en sus estudios. Había dividido el dinero que le dejó y metido una parte en un fideicomiso que solo se podría usar para los estudios de su niño. Por primera vez sintió nostalgia por no haberlo conocido, al menos para poder darle las gracias. Por otro lado también estaba sorprendida por el cambio de actitud que había mostrado Nathaniel. A diferencia de la primera vez, se ofreció a enseñarle la empresa al día siguiente, pues ese era otro de los condicionantes del testamento: para tener acceso a lo que le dejaron, debía aceptar su lugar en la empresa. Maggie no sabía qué era lo que tenía ese hombre que hacía que ella no pudiera alejar sus ojos de él, quizás se deba a que ella nunca había visto un hombre tan imponente y atractivo antes.
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4. ¿Somos hermanos?
En la oficina de MINathaniel estaba ansioso por la llegada de Maggie a la empresa, el día anterior no había podido contarle nada a Mattias de lo que tenía planeado, porque luego de lo ocurrido con el imbécil aquel del restaurante él recibió una llamada de un cliente y había tenido que irse.Maggie también se había escabullido de él con rapidez, sin embargo ese día no iba a poder hacerlo, ya él se había encargado de tener todo listo para su llegada. Miró nuevamente el reloj de pulsera que llevaba, faltaban solo diez minutos para las 8 de la mañana. No podía negar que estaba nervioso, no por el hecho de verla, sino por comenzar su juego.Su juego de seducción. Él nunca había tenido que esforzarse con alguna mujer y mucho menos pensar en tener con ellas algo más allá de citas casuales y sexo, y ahora tenía que convertirse en el principie de esta mujer que además es madre soltera.Sin embargo la chiquilla no debía ser demasiado difícil. Nathaniel era un hombre de 33 años y ella todav
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5. Pensamientos poco fraternales
A eso de las 3 de la tarde a Nathaniel se le hizo imposible seguir en la empresa, necesitaba urgentemente hablar con alguien sobre el tema de la chiquilla trabajando con él, así que llamó a Mattias y quedó de encontrarse en en el club social del que eran socios para un almuerzo tardío. Estaba necesitando con urgencia desahogarse con alguien que no fuera su madre, pues esta no dejaba de presionarlo para hacer desaparecer a Maggie de sus vidas. ¡Cómo si eso fuera sencillo! — Vaya, amigo, te ves de la mierd@— le dijo Mattias nada más verlo, y él dejó salir un resoplido irritado en su dirección. — Eso es porque me está llevando la mierd@. Nada más sentarse dejó salir un gruñido lleno de frustración. Su genio estaba más voluble de lo normal. — ¿Tu hermanastra sigue dandote problemas? Esta vez el gruñido que salió de él fue mucho más fuerte y la mirada de muerte que lanzó, advirtió a su amigo que su humor no estaba para bromas. — Vuelve a decir que es mi hermana y te juro que voy a
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6. ¡Ese si es un niño listo!
Hace mucho tiempo que Maggie no sabía lo que era tener tiempo libre. Desde hace dos años y medio, cuando tuvo que retirarse de la universidad al dar a luz y luego por el abandono del padre de su bebé y la muerte de su madre, solo se había dedicado a trabajar. Sin embargo, ese día tenía la tarde libre y aunque no había prácticamente nada en sus bolsillos, decidió tomar a su pequeño, abrir el coche, que casi parecía de juguete, y caminar hasta la heladería en la que hace tanto tiempo trabajó su madre. A pie el recorrido era de una hora y media, estaba guardando lo que tenía para poder regresar en transporte público, para su suerte su hijo solía disfrutar de las caminatas, mientras iba señalando todo lo que veía a su alrededor, hasta que finalmente consiguieron llegar. —¡Lelado, nani, lelado! Una sonrisa se formó en su rostro al ver la emoción de su hijo, pues aún con sus cortos dos años y medio conseguía recordar que este era el lugar al que al menos una vez al mes lo traía a come
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7. Él se lo pierde
Tener a Nathaniel sentado en la misma mesa que ella y su hijo, era algo totalmente irreal, ni siquiera sabía cómo debía actuar o de qué manera llamarlo. Todo era una locura. Entonces, como si sintiera la tensión que se formó en el ambiente, Dan golpeó la mesa con sus manitas llamando la atención de ambos en el instante. —¡Nani, lelado! —Oh, si si, el helado— dijo, antes de sonreír al niño y de inmediato volvió a tomar el pequeño monedero que había dejado en la mesa. Estaba a punto de ponerse en pie cuando la mano de Nathaniel la sostuvo del brazo y ella podía jurar que ahí donde él la estaba tocando su piel se había comenzado a calentar. —Yo puedo ir por los helados— dijo, y antes de que ella pudiera negarse agregó—Así el pequeño no se queda solo en la mesa y hace alguna travesura. Cómo si Dan pudiera saber de lo que hablaban, sonrió con sus pequeños dientes en dirección al castaño que al verlo le guiñó el ojo, haciendo que el pequeño soltara un grito emocionado. Maggie asint
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8. ¡No soy una chiquilla!
Eran las 6:45 de la mañana cuando Maggie llegó a la empresa, aunque se supone que su entrada era a las ocho, sin embargo ella estaba decidida a dar una buena imagen y quería mostrarle al CEO que no era una chiquilla como él la había llamado. Desde la noche anterior ella no podía sacarse la imagen de Nathaniel Montgomery de su mente y mucho menos ese beso atrevido que le había dado tan cerca de los labios. Dejando salir un suspiro, se detuvo en la entrada de la empresa y se cambió sus zapatos tenis por zapatillas, pues ese día también había tenido que irse caminando, debido a que el ogro de su ex jefe se negaba a pagarle la liquidación, así que debía ahorrar al máximo lo poquito le quedaba. Paso sus manos por el pantalón negro de vestir algo desgastado y alisó los pliegues de su blaser del mismo color antes de entrar. La misma chica de la vez anterior se encontraba tras el mostrador y al verla arrugó el gesto con la sonrisa más forzada que ella había visto en su vida, antes de salu
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9. Toda una fierecilla
En el momento en que la madre de Nathaniel entra en la sala de juntas, todo el cuerpo de Maggie entra en tensión. No es un secreto que la mujer la detestaba por lo que no podía esperar nada bueno de esa visita. Se mantuvo con la cabeza en alto pero el corazón acelerado, sostenía firmemente las carpetas en sus manos mientras se enfrentaba a la madre de Nathaniel, Barbara Montgomery. La mujer, con su elegante porte y mirada despectiva, la miraba con desdén. La manera en que los ojos de Bárbara la veían con total desagrado hizo que inevitablemente se sintiera señalada. Ella sabía que su madre cometió un error al meterse con un hombre casado, pero ella no tiene la culpa de sus actos. —Mira nada más que linda escena —dijo la mujer y en cada palabra se sentía la rabia saliendo de ella. A su lado Nathaniel se puso en pie y dio un paso hacia su madre. Por el gesto en su rostro Maggie dedujo que no estaba muy contento por la visita. —¿Qué estás haciendo aquí, madre? La mujer dio una rápi
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10. Yo cumplo mis promesas
Maggie todavía se sentía disgustada por lo que había ocurrido ese día en la empresa, ella había ido con toda la intención de mostrar que podía encajar, cuando en menos de un minuto esa mujer se encargó de rebajarla y recordarle lo sola que estaba. Sin embargo, no pensaba rendirse. Si lo que esperaban era que decidiera renunciar a todo pues se quedarían esperando, porque por su hijo aguantaría hasta los castigos del infierno. Terminó de preparar el puré de ahuyama de Dan y caminó hacia al tapete acolchado donde el niño la esperaba. Eran las siete y media de la noche y él no mostraba ni siquiera una señal de sueño. —Muy bien, pequeño travieso es hora de comer— le dijo, sentándose a su lado y atrayendo de inmediato su atención. Dan le regaló una de esas sonrisas que la enloquecían y se acercó más para inclinarse en el plato, fue ahí cuando la sonrisa se borró al darse cuenta de lo que había. Vio como su naricita respingona se arrugó en disgusto, para luego darle una mirada molesta, a
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