15. ¿Me extrañaste?
—Lo siento, Maggie, pero yo no puedo trasladarme a tu casa para cuidar al bebé— le dijo Becca, mientras que ella intentaba convencerla de que ahora incluso podía pagarle. —Yo pagaré tus transportes aparte del sueldo, lo prometo, ahora tengo un mejor empleo y podré remunerarte a fin de mes. La mujer la miró con tristeza y antes de que lo dijera, ya ella sabía que la respuesta sería negativa. —Cariño, ese no es el punto, ya sabes que mi mamá vive conmigo, es una mujer mayor, no puedo irme de aquí y dejarla, pero si puedes traer cada día a Daniel, entonces con gusto lo puedo seguir cuidando. Maggie dio una mirada a donde su pequeño estaba sentado en el suelo de la casa de Becca jugando con los legos que la vecina siempre tenía para él. Ella había decidido ir personalmente a hablar con ella, pues el día anterior no lo había podido hacer antes de irse y además de todo quería agradecerle, pues siempre la ayudó sin pedir nada a cambio. —De acuerdo, lo entiendo. Llevar a Dan cada día h
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