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Todos los capítulos de El juego de seducción del CEO: Capítulo 11 - Capítulo 20
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11. ¡No te atrevas a salir de aquí!
—Hay mucho que aclarar aquí, pequeña Maggie. Nathaniel no podía alejar la mirada del rostro de Maggie que se encontraba recostada a la pared del ascensor, ella lo estaba viendo con sus ojos muy abiertos, entre sorprendidos y enojados viéndose totalmente tentadora. Podía notar como su pecho subía y bajaba dejando en evidencia lo nerviosa que estaba. Sin embargo, en lo único que podía pensar era en las manos del abogado sobre la chiquilla y eso hacía que la sangre le hirviera, él no estaba haciendo todo esto para que viniera otro idiota y la enamorara. Así que sin poder contenerse se acercó mucho más a ella apoyando ambas manos a los lados de su cabeza, dejándola aprisionada contra su cuerpo. Desde esa distancia, podía notar los puntos verdes en sus ojos cafés e incluso ver las pecas que se regaban por su piel de porcelana. Sin embargo, la cercanía solo empeoró su situación porque entonces la sintió temblar debajo de él y estaba seguro que no era de miedo. Entonces su control se de
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12. ¿Por qué es tan difícil ser feliz?
La tensión que había en la oficina era horrible. En especial porque su escritorio estaba instalado dentro de la enorme oficina que Nathaniel, quien cada pocos minutos le lanzaba miradas de muerte que ella luchaba por ignorar. Toda su atención estaba puesta en las carpetas de proyectos que diligentemente estaba clasificando, al tiempo que le dejaba apuntes con sus observaciones. Sin embargo, decidió que lo mejor era tomar algo de aire para liberar la tensión, porque de lo contrario terminaría diciendo algo que solo podría empeorar la situación, así que se puso en pie bajo la atenta mirada del hombre tras el escritorio, y tratando de ser lo más profesional posible le dijo: —Iré a la cafetería un momento, ¿Desea que le traiga un café? Su mirada se elevó apenas vio a la chiquilla ponerse en pie y cuando ella le habló como si nada hubiera pasado hace unas horas se quedó alucinando. Él no podía ser el único que estaba afectado por lo sucedido, pues dentro del maldito ascensor había vist
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13. Déjame hacer esto
Anonadado, así es como había quedado Nathaniel al ver como la chiquilla plantó con fuerza el café en su escritorio, por segunda vez en una semana, y sin darle una sola mirada más se había ido a su asiento. Pero es que ¿Quién entendía a las mujeres? Había reprendido a Roxana por haberla insultado y lo que recibía era una mala cara de su parte. Estaba a punto de preguntarle qué demonios era lo que le pasaba, cuando vio que tomó de su bolso un topper minúsculo y al abrirlo saco de ahí unas cuantas de lo que parecían ser galletas saladas y empezó a comerlas con pausa. —¿Qué se supone que estás haciendo?— preguntó llegando hasta su puesto que estaba al otro extremo del suyo. Él pudo haber pedido que le pusieran el escritorio al lado de Rebecca, la secretaria del piso, pero prefirió tenerla lo más cerca posible, ahora conociendo la realidad de su temperamento, no sabía si había sido una buena idea. La chiquilla frunció el ceño al escucharlo y le dio una mirada entre confundida y molest
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14. ¿Ocurre algo, chiquilla?
“Era un hombre increíble” Esas palabras no habían dejado de repetirse en la mente de Maggie en las últimas 24 horas, pues aunque Nathaniel le había contado cómo su padre había sido alguien ejemplar para él, que lo crió como si fuera su hijo, ella no dejaba de pensar que a ella, que era su hija de sangre, la había abandonado. Él también le preguntó sobre su infancia y lo que sabía de su padre y fue muy sincera con su respuesta: No sabía nada. Su madre nunca le habló mal sobre su progenitor, ella le había dicho que había sido un amor fugaz y que nunca volvió a verlo y no le pudo decir que estaba embarazada, Maggie siempre creyó que su madre seguía esperando a ese hombre, ahora se daba cuenta que había mucho más de lo que ella pensaba. —Nani, aquí, nani. Llevó sus ojos hacia abajo y encontró a su pequeño cargando un pequeño bolso de animalitos que adentro tenía los dos libros de colorear que hace tiempo le había comprado. Luego miró más allá de él y sintió que su pecho dolía al dar
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15. ¿Me extrañaste?
—Lo siento, Maggie, pero yo no puedo trasladarme a tu casa para cuidar al bebé— le dijo Becca, mientras que ella intentaba convencerla de que ahora incluso podía pagarle. —Yo pagaré tus transportes aparte del sueldo, lo prometo, ahora tengo un mejor empleo y podré remunerarte a fin de mes. La mujer la miró con tristeza y antes de que lo dijera, ya ella sabía que la respuesta sería negativa. —Cariño, ese no es el punto, ya sabes que mi mamá vive conmigo, es una mujer mayor, no puedo irme de aquí y dejarla, pero si puedes traer cada día a Daniel, entonces con gusto lo puedo seguir cuidando. Maggie dio una mirada a donde su pequeño estaba sentado en el suelo de la casa de Becca jugando con los legos que la vecina siempre tenía para él. Ella había decidido ir personalmente a hablar con ella, pues el día anterior no lo había podido hacer antes de irse y además de todo quería agradecerle, pues siempre la ayudó sin pedir nada a cambio. —De acuerdo, lo entiendo. Llevar a Dan cada día h
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16. Yo puedo ser mucho peor
Esa mañana Maggie se levantó con más calma que lo habitual pues Nathaniel le había dicho que su hora de entrada sería más tarde ese día y que llevara a Daniel con ella, lo cuál la tenía más nerviosa que nunca, pues no sabía que estaría planeando el CEO. Sus ojos fueron de inmediato a donde el pequeño ya listo y arreglado coloreaba en el suelo. Daniel aunque se parecía mucho a ella, en especial en la naricita y los ojos grandes, también tenía mucho del hombre que la abandonó, en especial su cabello que, contrario al suyo, no era oscuro sino de un castaño tan claro que casi tiraba a rubio. Dando una última mirada a su hijo, se puso en pie y se fue a la cocina, lavó el pocillo y el plato que acababa de ensuciar y regresó a tomar al niño. —¿Nos mamos, nani? —Si bebé, ya nos vamos. ¿Recuerdas lo que hablamos? Debes portarte muy bien. El niño arrugó un poco su naricita respingona, pero de inmediato le dio una de sus sonrisas favoritas que hizo que ella le sonriera en respuesta. —Shi,
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17. Voy a llevarte a una cita
Los nervios estaban jugando una mala pasada en el cuerpo de Magguie, quien no dejaba de retorcer sus manos y sentía cómo su estómago se retorcía de solo pensar que tendría que volver a encontrarse con el hombre que fue su jefe. —¿N-No es mejor si consigo un abogado?— preguntó, ganándose una mirada ceñuda del imponente hombre a su lado. —Deja de preocuparte, te aseguro que mi método va a ser mucho más rápido y eficiente que cualquier abogado y contrario a ellos, no voy a cobrarte un solo dólar. Aunque el comentario estaba destinado a ser gracioso, ella solo podía sentir miedo y preocupación en esos momentos. —Es que… no lo conoces, va a estar furioso cuando me vea y puede…— su voz se fue haciendo más baja al recordar todas las humillaciones y faltas de respeto que tuvo que soportar por más de un año por parte de ese hombre. —¿Puede qué?— preguntó Nathaniel con voz dura—Chiquilla, ¿ese hombre te hizo algo? La sola pregunta consiguió que su corazón se quedara paralizado y los recuer
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18. Alexis me llevará a casa
El día de la presentación del nuevo medicamento en el que llevaba trabajando más de un mes había llegado, Nathaniel había decidido que Maggie fuera su acompañante, no solo porque eso ayudaba a su plan, sino porque en las últimas dos semanas desde su llegada había aportado al proyecto más de lo que podría haber esperado. Ella, con las mejillas encendidas, había aceptado, por lo que ahora se encontraba vistiendo saco y corbata azul plomo, mientras la esperaba abajo de su edificio. Sin embargo, la chiquilla por primera vez estaba tardando y estaba a punto de llamarla cuando la puerta del edificio se abrió y él tuvo que retener la respiración al verla. Maggie sentía los nervios a flor de piel, era la primera vez en su vida que estaba usando un atuendo como ese, incluso comprarlo fue toda una aventura. El vestido era de seda en un tono gris plomo muy lindo. Se ajustaba a la perfección a su cuerpo y bajaba hasta los pies, sin embargo aunque en la parte de adelante era discreto, tenía un
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19. Jugaste sucio
Las palabras de su madre no habían dejado de repetirse ni un segundo en la mente.de Nathaniel. Él sabía que ella lo decía en serio y que por más que él le repitiera que se mantuviera al margen, no lo haría. Y era por eso que no había conseguido pegar ojo en toda la noche, se la pasó pensando que era lo que su madre podía estar tramando y aunque se suponía que lo que él buscaba era desaparecer a Maggie de su vida y la empresa, el solo pensamiento de que pudiera pasarle algo a ella o al pequeño hacia que una sensación desagradable se posara en su pecho. Por eso decidió, sin importar los arranques de su madre, seguir con su plan y llevarla a la cita que habían acordado, así de paso mantenía un ojo puesto en ella. Sin embargo, sabía que luego de lo ocurrido ayer, la chiquilla no se lo iba a poner fácil. Así que tuvo que tomar medidas más drásticas, tomando su celular llamó a la mejor floristería de Nueva York. —Gracias por comunicarse con Flower Paradise, ¿en qué podemos ayudarle? —
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20. IBA A MATARLO
No sabía qué era lo que había pasado por su mente que la había llevado a aceptar la cita, pero toda la culpa se la atribuía al CEO y las maneras que tenía de desestabilizarla, porque lo cierto era que cada vez que él la besaba, incluso si solo la tocaba, se sentía como si todo lo demás dejara de existir. Dándose una última mirada al espejo, detalló el vestido volado que llevaba, dejaba sus clavículas y cuello al descubierto con un escote cruzado a los hombros y bajaba ajustado hasta su cintura para luego abrirse en volados hasta las rodillas. Era de un lindo azul marino y era un regalo del castaño. Nada más haber aceptado la cita, Nathaniel se fue con la excusa de preparar todo y tan solo quince minutos después el paquete con el vestido fue entregado en su puerta. Los nervios estaban bullendo en su interior al igual que la curiosidad, pues no podía negar que se moría de ganas de ver cuál era la sorpresa. Cuando su celular sonó, anunciando que él estaba abajo, tomó un respiro profund
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