Maggie salió del restaurante a las 5:00 am cuando finalmente terminó su turno.
El día anterior había tenido que doblarse para poder conseguir algo de dinero extra y así poder completar lo que le faltaba para el alimento de Daniel, su pequeño hijo de dos años y medio, por lo que ahora el agotamiento y el dolor en los pies amenazaba con hacerla caer.
Con un suspiro cansado emprendió su camino directo hacia la casa.
Cuando llegó ya eran casi las 7 de la mañana y todo su cuerpo le dolía, en especial sus pies que los sentía hinchados y pesados, pero todo aquello pasó a segundo plano cuando al tocar la puerta de su vecina lo primero que vio fue el rostro de Dan.
—¡Maaaaaam!— ella se derretía cada vez que veía a su pequeñín.
En el momento en que lo tomó, el bebé se aferró con fuerza a su cuello, dándole una hermosa sonrisa que mostraba sus encías y pequeños dientecitos.
—Oh, ¿Cómo se portó mi niño hermoso?
La vecina, se rio cuando Dan dejó salir un grito emocionado, como siempre pasaba cada vez que ella le hablaba o lo miraba.
—Tu bebé es un sol, como siempre se portó muy bien.
—Muchas gracias, Becca, hoy he cobrado algo, puedo dejarte un poc…
—No, no, no, niña. Nada de eso. No necesito que me pagues.
Maggie le dio las gracias sintiendo que Becca era un ángel enviado por su madre luego de morir para no dejarla sola.
Sin embargo, no había dado ni dos pasos cuando la mujer volvió a llamarla.
—Oh, Maggie casi lo olvido, ayer en la tarde vino un hombre elegante preguntando por ti
—¿Por mí?— preguntó confundida, pues no tenía a nadie que la buscara.
—Sí, el hombre dejó esto y dijo que era urgente que lo leyeras.— En las manos de Becca había una carta.
—De acuerdo, muchas gracias.
Cuando entró a su minúsculo apartamento dejó al pequeño sobre el tapete acolchado en la sala, no había absolutamente nada con lo que él pudiera golpearse por lo que se sentó tranquila en la única silla del lugar y abrió el sobre:
“Estimada señorita Lewis,
Sé que probablemente mis palabras le generen confusión, pero es mi deber informarle que su padre, Edmund Montgomery ha fallecido, sin embargo, él me dejó a mi, su abogado, la labor de contactarla para que asista a la lectura de su testamento.
Espero y pueda contar con su presencia, a continuación dejo la fecha, hora y lugar donde se realizará,
Cordialmente,
Alexis Montero.”
Maggie tuvo que volver a leer la carta para asegurarse de que era para ella, pues en sus 25 años de vida, nunca hubo señales de su padre, ni siquiera hace ocho meses cuando su madre murió, entonces ¿Por qué ahora?
La carta decía que el testamento sería leído el día de mañana ¿Era posible que ese hombre le haya dejado algo?
Sus ojos fueron de inmediato a su pequeño entretenido con su oso de peluche de 3 dólares.
Ella no tenía nada que perder, por lo que tomó su celular y avisó en el restaurante que mañana se ausentaría.
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El lugar de la cita era mucho más lejos de lo que Maggie había calculado, pero finalmente, luego de casi dos horas de caminata, había conseguido llegar y quedó asombrada al ver la inmensa mansión.
Antes de tocar se alisó los pliegues de su sencillo vestido azul marino y trató de peinar lo mejor que pudo su cabello castaño que llevaba en una media cola, solo entonces tocó a la puerta que fue abierta por una mujer del servicio.
—¿Puedo ayudarla en algo, señorita?
Maggie, sintiendo las manos sudar, asintió hacia la mujer antes de decir.
—He venido a la lectura del testamento… Me-Me han citado— dijo y para reforzar sus palabras extendió la carta del abogado—El señor Alexis.
La empleada no tomó la carta, simplemente dándole una sonrisa cálida terminó de abrir la puerta para ella.
—Por supuesto, señorita. Adelante.
La mujer le indicó hacia dónde debía ir y en el momento en que puso un pie dentro de la sala de estar, todas las miradas se dirigieron hacia ella, y no eran precisamente amigables.
Lejos de lo que esperaba encontrar sólo habían a lo mucho unas cinco personas, sin embargo, había una mujer en particular que la estaba viendo con todo el odio del mundo, lo que hizo que Maggie se sientiera más incómoda de lo que ya estaba, en especial cuando la vio caminar directo hacia donde ella estaba, de pie en la entrada del salón.
Sin decirle una sola palabra, la mujer la tomó con fuerza del brazo y tiró de ella hasta llevarla a una de las esquinas del lugar, lastimando su piel.
—Señora, me está lastimando. —Maggie intentó zafarse de su agarre, pero la mujer hizo mucha más presión consiguiendo que una mueca de dolor se formara en su rostro.
—¿Cómo te atreves a venir a aquí?—la mujer parecía totalmente fuera de sus papeles— ¿Cómo es que osas a entrar por esa puerta como si nada? ¡Eres una desvergonzada!
—N-No sé de qué me habla… Me está lastimando. —Su voz empezaba a cortarse debido al dolor.
Sus palabras solo parecieron enojar más a la mujer que parecía dispuesta a decirle algo más, cuando una voz fría y demandante se escuchó detrás de ellas.
—Madre, ¿Qué se supone qué estás haciendo?
Al escuchar al recién llegado la mujer la soltó de inmediato y ella no demoró en llevar su mano al área lastimada, mientras guiaba sus ojos al lugar donde el hombre se encontraba y al verlo sintió que se le atascaba la respiración.
Él tenía sus ojos oscuros fijos en ella y Maggie sintió que temblaba pues él era el hombre más imponente y atractivo que ella había visto en su vida y la estaba viendo como si ella fuera la mugre que se pegaba debajo de sus zapatos.
Eso hizo que inevitablemente sus mejillas se enrojecieran de rabia y vergüenza.
Antes de que ella pudiera salir de esa casa una persona más entró en la sala y ella, sin que él lo dijera, sabía que era Alexis Montero, pues el maletín en la mano y las gafas de lectura le daban toda la pinta de abogado.
—Bueno, ya que estamos todos demos inicio a la lectura.
Con cada segundo que pasaba Maggie se sentía más fuera de lugar.
Llevaba casi una hora sentada escuchando cómo se repartían casas, haciendas, acciones y dinero como si fueran golosinas y aún así no había visto la primera lágrima de tristeza en los ojos de alguien.
Todo lo que interesaba era el dinero.
Entonces, cómo si supiera que ella estaba a punto de irse, el abogado dijo su nombre.
—Señorita Margaret Lewis.
—Es Maggie— dijo ella sonrojándose en el acto—Quiero decir, que prefiero Maggie.
El hombre le dio una pequeña sonrisa antes de continuar.
—Muy bien Maggie, me alegra que hayas decidido venir, me imagino que debes tener muchas preguntas— ella simplemente asintió con su cabeza y el hombre continuó— Lo resumiré para ti, Edmund Montgomery era tu padre, naciste fuera del matrimonio y ya tu padre tenía una familia, sin embargo él te ha incluido en su testamento.
Maggie no sabía cómo sentirse. Saber que su padre siempre supo dónde estaba, quién era y aún así no decidió acercarse sino hasta después de muerto, hacía que tuviera ganas de mandar a todos al demonio, pero había un pequeño niño que la necesitaba.
—¡ELLA NO SE MERECE NADA!, ¡Es una bastarda! ¿Acaso no lo ven?— La mujer de antes estaba roja del coraje. Sus ojos verdes llameaban de odio cuando la veían—¡Su único hijo es Nathaniel!
Maggie entendió entonces el motivo de su odio, esa era la esposa de su padre. Sintiéndose incomoda simplemente dijo:
—Entiendo.
El abogado le dio una pequeña sonrisa antes de continuar.
—Tu padre…
—¡QUE NO ERA SU PADRE! ENTIÉNDELO DE UNA VEZ— La mujer estaba a punto de empezar a botar espuma por la boca, pero el sonido de un puño contra la madera la hizo callar.
—¡Es suficiente! No tienes que rebajarse de esta forma, madre. Menos con ella— Ese había sido su hijo, el que la vio con cara de asco.
—Es suficiente los dos, si no pueden controlarse daré por terminada la lectura.—después de las palabras del abogado todo quedó en silencio—Muy bien, Maggie. Tú padre te ha dejado lo siguiente: Un apartamento amoblado en Brooklyn con todas las comodidades, además del 15% del valor total de su fortuna restante, libre de reparticiones y…
—¡¿QUÉ ACABA DE DECIR?! Eso es una m*****a locura ¡ME NIEGO A DARLE UN SOLO DÓLAR A ESA APARECIDA!
Maggie tampoco podía creer nada de lo que había escuchado ¿un apartamento? el 15% de la fortuna. Con ese dinero podía darle un futuro a Dan, podía salir adelante.
—Barbara, es la última vez que me interrumpes— la mujer, Barbara, temblaba de la rabia y le estaba dando la peor mirada del mundo en esos momentos.
—¡Acaba de una vez con esto, JODER!—Esa voz fría pareció cortar el aire nada más escucharse.
—De acuerdo, por último te ha dejado el 25% de las acciones de la empresa familiar, el otro 75 siguen siendo únicamente de Nathaniel. Sin embargo….
—¡NO!— El grito de Nathaniel le erizó todos los bellos de la piel— La empresa no se va a compartir. Es mía.
La mirada de Nathaniel se volvió de acero, él había estado siendo paciente, podía dejar que dieran dinero y bienes, pero la empresa no la iban a tocar. Era suya y ninguna niñita aparecida se lo quitaría.
—Si esta niña tiene algo de dignidad renunciará a todo, porque nada le corresponde, a menos que sea una cualquiera arribista igual que su madre.
Eso fue lo último que Maggie estaba dispuesta a escuchar, su cuerpo temblaba de rabia.
—Nunca, en su vida, vuelva a hablar de mi madre. Ella valía tres veces lo que vale usted, que en lugar de estar llorando a su marido está peleando el dinero. Dígame ¿Quién es la arribista aquí?
—¡MALDITA MOCOSA!—De no haber sido por Nathaniel la mujer se le hubiera lanzado encima.
Sin darle una última mirada a nadie decidió irse de esa casa. Sin embargo, una mano la sostuvo del brazo y al girar se encontró al abogado.
—No se vaya así. No tome decisiones aceleradas.
—No quiero nada de esta gente, mucho menos de un padre fantasma.
—Maggie, no piense en ellos, piense en usted y su hijo, ese dinero podri…
—Increíble— La voz gruesa de Nathaniel la hizo girar—, además de interesada también eres la amante del abogado ¿eh?
La mano de Maggie fue directo al rostro del hombre dándole una estruendosa bofetada que le coloreó la mejilla antes de decir:—Eres digno hijo de tu madre: estúpido y prepotente.Sin más se dio media vuelta y se fue de ahí, alegrándose de no haberlos conocido antes.Nathaniel vio la espalda de la mujer irse, tocó su cara abofeteada y luego regresó a la mansión ignorando directamente al abogado.Las cosas en la mansión no dejaban de empeorar y Nathaniel estaba a punto de perder la poca paciencia que poseía. La llegada de esa joven, Maggie, lo había tomado totalmente por sorpresa, pues aunque era evidente que su madre ya sabía de su existencia, nunca dijo nada. Sus ojos se dirigieron a la fotografía de su padrastro en el escritorio del despacho de la casa. Edmund Montgomery siempre fue un hombre reservado y serio, por eso saber que había tenido una amante y que la había embarazado y abandonado lo había dejado sin palabras. Y eso era algo que Nathaniel podría sobrellevar, inclus
Haber ido nuevamente a casa de los Montgomery había sido una total pesadilla, sin embargo esa vez estaba preparada y gracias a Dios, la reunión fue mucho más corta que la anterior, pero igual de reveladora. Ese hombre, su padre, había pensado en Dan, en sus estudios. Había dividido el dinero que le dejó y metido una parte en un fideicomiso que solo se podría usar para los estudios de su niño. Por primera vez sintió nostalgia por no haberlo conocido, al menos para poder darle las gracias. Por otro lado también estaba sorprendida por el cambio de actitud que había mostrado Nathaniel. A diferencia de la primera vez, se ofreció a enseñarle la empresa al día siguiente, pues ese era otro de los condicionantes del testamento: para tener acceso a lo que le dejaron, debía aceptar su lugar en la empresa. Maggie no sabía qué era lo que tenía ese hombre que hacía que ella no pudiera alejar sus ojos de él, quizás se deba a que ella nunca había visto un hombre tan imponente y atractivo antes.
En la oficina de MINathaniel estaba ansioso por la llegada de Maggie a la empresa, el día anterior no había podido contarle nada a Mattias de lo que tenía planeado, porque luego de lo ocurrido con el imbécil aquel del restaurante él recibió una llamada de un cliente y había tenido que irse.Maggie también se había escabullido de él con rapidez, sin embargo ese día no iba a poder hacerlo, ya él se había encargado de tener todo listo para su llegada. Miró nuevamente el reloj de pulsera que llevaba, faltaban solo diez minutos para las 8 de la mañana. No podía negar que estaba nervioso, no por el hecho de verla, sino por comenzar su juego.Su juego de seducción. Él nunca había tenido que esforzarse con alguna mujer y mucho menos pensar en tener con ellas algo más allá de citas casuales y sexo, y ahora tenía que convertirse en el principie de esta mujer que además es madre soltera.Sin embargo la chiquilla no debía ser demasiado difícil. Nathaniel era un hombre de 33 años y ella todav
A eso de las 3 de la tarde a Nathaniel se le hizo imposible seguir en la empresa, necesitaba urgentemente hablar con alguien sobre el tema de la chiquilla trabajando con él, así que llamó a Mattias y quedó de encontrarse en en el club social del que eran socios para un almuerzo tardío. Estaba necesitando con urgencia desahogarse con alguien que no fuera su madre, pues esta no dejaba de presionarlo para hacer desaparecer a Maggie de sus vidas. ¡Cómo si eso fuera sencillo! — Vaya, amigo, te ves de la mierd@— le dijo Mattias nada más verlo, y él dejó salir un resoplido irritado en su dirección. — Eso es porque me está llevando la mierd@. Nada más sentarse dejó salir un gruñido lleno de frustración. Su genio estaba más voluble de lo normal. — ¿Tu hermanastra sigue dandote problemas? Esta vez el gruñido que salió de él fue mucho más fuerte y la mirada de muerte que lanzó, advirtió a su amigo que su humor no estaba para bromas. — Vuelve a decir que es mi hermana y te juro que voy a
Hace mucho tiempo que Maggie no sabía lo que era tener tiempo libre. Desde hace dos años y medio, cuando tuvo que retirarse de la universidad al dar a luz y luego por el abandono del padre de su bebé y la muerte de su madre, solo se había dedicado a trabajar. Sin embargo, ese día tenía la tarde libre y aunque no había prácticamente nada en sus bolsillos, decidió tomar a su pequeño, abrir el coche, que casi parecía de juguete, y caminar hasta la heladería en la que hace tanto tiempo trabajó su madre. A pie el recorrido era de una hora y media, estaba guardando lo que tenía para poder regresar en transporte público, para su suerte su hijo solía disfrutar de las caminatas, mientras iba señalando todo lo que veía a su alrededor, hasta que finalmente consiguieron llegar. —¡Lelado, nani, lelado! Una sonrisa se formó en su rostro al ver la emoción de su hijo, pues aún con sus cortos dos años y medio conseguía recordar que este era el lugar al que al menos una vez al mes lo traía a come
Tener a Nathaniel sentado en la misma mesa que ella y su hijo, era algo totalmente irreal, ni siquiera sabía cómo debía actuar o de qué manera llamarlo. Todo era una locura. Entonces, como si sintiera la tensión que se formó en el ambiente, Dan golpeó la mesa con sus manitas llamando la atención de ambos en el instante. —¡Nani, lelado! —Oh, si si, el helado— dijo, antes de sonreír al niño y de inmediato volvió a tomar el pequeño monedero que había dejado en la mesa. Estaba a punto de ponerse en pie cuando la mano de Nathaniel la sostuvo del brazo y ella podía jurar que ahí donde él la estaba tocando su piel se había comenzado a calentar. —Yo puedo ir por los helados— dijo, y antes de que ella pudiera negarse agregó—Así el pequeño no se queda solo en la mesa y hace alguna travesura. Cómo si Dan pudiera saber de lo que hablaban, sonrió con sus pequeños dientes en dirección al castaño que al verlo le guiñó el ojo, haciendo que el pequeño soltara un grito emocionado. Maggie asint
Eran las 6:45 de la mañana cuando Maggie llegó a la empresa, aunque se supone que su entrada era a las ocho, sin embargo ella estaba decidida a dar una buena imagen y quería mostrarle al CEO que no era una chiquilla como él la había llamado. Desde la noche anterior ella no podía sacarse la imagen de Nathaniel Montgomery de su mente y mucho menos ese beso atrevido que le había dado tan cerca de los labios. Dejando salir un suspiro, se detuvo en la entrada de la empresa y se cambió sus zapatos tenis por zapatillas, pues ese día también había tenido que irse caminando, debido a que el ogro de su ex jefe se negaba a pagarle la liquidación, así que debía ahorrar al máximo lo poquito le quedaba. Paso sus manos por el pantalón negro de vestir algo desgastado y alisó los pliegues de su blaser del mismo color antes de entrar. La misma chica de la vez anterior se encontraba tras el mostrador y al verla arrugó el gesto con la sonrisa más forzada que ella había visto en su vida, antes de salu
En el momento en que la madre de Nathaniel entra en la sala de juntas, todo el cuerpo de Maggie entra en tensión. No es un secreto que la mujer la detestaba por lo que no podía esperar nada bueno de esa visita. Se mantuvo con la cabeza en alto pero el corazón acelerado, sostenía firmemente las carpetas en sus manos mientras se enfrentaba a la madre de Nathaniel, Barbara Montgomery. La mujer, con su elegante porte y mirada despectiva, la miraba con desdén. La manera en que los ojos de Bárbara la veían con total desagrado hizo que inevitablemente se sintiera señalada. Ella sabía que su madre cometió un error al meterse con un hombre casado, pero ella no tiene la culpa de sus actos. —Mira nada más que linda escena —dijo la mujer y en cada palabra se sentía la rabia saliendo de ella. A su lado Nathaniel se puso en pie y dio un paso hacia su madre. Por el gesto en su rostro Maggie dedujo que no estaba muy contento por la visita. —¿Qué estás haciendo aquí, madre? La mujer dio una rápi