En horas de la madrugada, Tony exclama un grito con preocupación: «¡Ana!» manifiesta su nombre, en medio de la penumbra, prende la lámpara de noche y toma el retrato de su difunta esposa, se torna pensativo y luego dice mentalmente: «Micaela tengo un presentimiento, algo puede ocurrirle a Ana. Cuida a la madre de mi hijo, te lo ruego, por el inmenso amor, que nos tuvimos en vida, cuida a mi hijo» Aprieta contra su pecho la fotografía. Al oír el grito su madre, llega rápidamente a su habitación y lo mira silente, con el retrato en mano: —Tony hijo mío ¿Continúas teniendo pesadillas con Micaela? —lo mira con nostalgia. —Mamá—la abraza en medio de su preocupación. Sin embargo, aún no se atreve a decirle lo que le ocurrió, ni mucho menos dirá, por ahora que será padre, de la manera menos convencional, que su madre se puede imaginar. —Tony mi amor, ya suelta el pasado. Si quieres vamos a terapia—le propone su madre. —Tranquila mamá, ve a dormir. —No puedo estar tranquila al verte as
Leer más