Tony no haya, que hacer para permanecer cerca de su hijo. En el Time Square, se divierte en la compañía de Ana, después de tanto pasear se sientan en una hermosa plaza, buscando un poco de privacidad para conversar. —¿Estoy cansada? —¿Te sientes bien? —Si profesor—responde Ana retraída, por alguna razón, centra sus pensamientos en otra cosa. —¿En qué piensas Ana? —En mi hijo y en que no tengo ni un centavo. Mi padre trabaja mucho en el taller, pero usted sabe lo difícil que es la vida acá. Necesito trabajar no tengo alternativas. —¿Y tus estudios? No puedes claudicar ahora. —Tengo hacer un triple esfuerzo para estudiar, trabajar y ser madre. —Hagamos algo, ven a trabajar conmigo al periódico. Puedes hacerlo medio tiempo, yo te pagaría muy bien. —No quiero abusar de su generosidad—le contesta apenada. —Ana permíteme ayudarte, hazlo por la criatura, que crece dentro de ti. Tendrás flexibilidad para estudiar, por favor no desaproveches la oportunidad. —Está bien, acepto—accede
Días después… —Bendición papá, ya me tengo que ir, a mi primer día laboral—comenta Ana muy emocionada. —Espera un momento ¿Cómo es eso que vas trabajar? ¿Y en dónde? —frunce Ana el ceño, ante el cuestionamiento de su hermano Abel. —Abel voy a trabajar, como aprendiz en la redacción, del periódico de Anthony Hufman. —¿Ese fulano te ofreció hasta trabajo? No entiendo porque te quiere tener tan cerca, yo desconfío de ese tipo. Me hubieses dicho antes y créeme que me opongo a que trabajes con él. —Ya basta Abel, no entiendo tanto reconcomio, contra el profesor si solo ha estado allí, para ayudarme de manera desinteresada, es un caballero. Pero que vas a saber de gallardía. —Y encima me ofendes, para defender al tipejo ese. —Se callan los dos, Abel hijo serénate, el licenciado Hufman es un buen hombre, yo conocí a su padre y también nos ayudó a su madre y a mí, cuando emigramos desde México a este país. Al igual que tu hermana, creo que estás exagerando tus celos. —No son celos papá
Días después… Se dirige Ana a la oficina de Tony, se anuncia de inmediato con Judith su secretaria, quien había llegado de su reposo: —Buen día señora, ¿Estará disponible el licenciado Hufman? —pregunta Ana. —Déjeme anunciarla—la mira fijamente—muchacha, ¿Tú viniste el otro día con tu padre, por un problema personal? —Si señora, ahora trabajo aquí, como aprendiz en la sala de redacción, estudio periodismo—le expresa Ana con grácil timidez. —Bienvenida—la trata Judith con cortesía—puedes pasar. —Gracias señora. —Mi nombre es Judith—se presenta ante Ana. —Y el mío Ana—ambas esbozan una sutil sonrisa. —Ana ¿Todo bien? —pregunta Tony al abrir la puerta. —Hola profesor, que amable es su secretaria. —Sí, Judith tiene mucho tiempo trabajando con nosotros. Esta pronto por jubilarse, Cuéntame ¿Necesitas algo? —Si profesor, quiero pedirle un permiso, para ausentarme el día de mañana, es que quiero hacerme una ecografía, para ver cómo está el bebé. —Claro, es más si quieres te acompa
Su error desde ya, es hacerle creer de manera no intencional, que siente algo más por ella, con ese sencillo beso. —Vamos cariño—la abraza, para internarse juntos en el auto. —Tony, perdóname por haberte besado—cierra sus ojos con mucha inocencia y tapa su rostro con sus manos. —Ana tranquila, un impulso lo tiene cualquiera. Pero ten en cuenta, que casi te doblo la edad, unos años más y de pronto puedo ser tu padre. —No exageres, que no te ves tan viejo. —Ana lo único que quiero, es que confíes ciegamente en mí, solo eso. —Serénate, jamás volveré a desconfiar de ti, te lo juro—levanta su mano en señal de juramento. —Perfecto—la toma ligeramente de la cara y Ana besa con sutileza su mano. Juntos llegan al periódico, Ana lo despide con una linda sonrisa, antes de aislarse en sus labores. Desde ya Tobías, la esperaba con un café en la mano. —Buen día Ana, toma hace frío. —Gracias Tobías, eres muy amable. —Agradécele a tu belleza, que ilumina esta redacción. —Ja, ja, ja. Te pas
Después de un largo día, llega Ana muy cansada a su casa, y desde ya la esperaba un gran interrogatorio de preguntas: —Hola ¿Y esas caras, paso algo? —pregunta Ana con confusión. —¿Eso queremos saber? ¿Qué pasa entre tú y el licenciado Hufman? —pregunta su padre, mientras, que su hermano la mira desafiante. —No entiendo. Ya Abel te lleno la cabeza de dudas, definitivamente tu hobby, es molestarme Abel—lo mira Ana con recelo. —Respóndele a nuestro padre, no evadas sus preguntas. —No pasa nada entre Tony y yo. —¿Tony? Ya ves papá hasta lo tutea. —Responde hija por favor, esta mañana tu hermano, te vio muy temprano irte en su auto. —Bueno papá, él me acompaño para la clínica, no le veo nada de malo. —Ana este tipo tiene todo de malo, sus intenciones, por ejemplo, son muy raras y ese afán de estar para todos lados contigo, desde que supo lo de tu embarazo. Hasta estoy empezando a creer, que es su hijo el que te inseminaron—Ana se queda pensativa, y mira a su hermano fijamente. —O
Mansión Hufman… A la mañana siguiente, suena el timbre de la mansión, ya Tony se había ido al periódico a trabajar. —Buen día, le puedes decir a Rebecca, que llegó Grace—se dirige a la chica del servicio, con evidente arrogancia. —Enseguida, señora—le responde la muchacha. Al cabo de unos minutos, baja Rebecca a recibirla: —¿Querida y esas maletas? —pregunta asombrada, no esperaba su sorpresiva visita. —Buen día Rebecca, tan bella como siempre. Vine de visita, por una temporada, espero no te moleste. —Para nada, ven vamos desayunar juntas. Ya mismo, mando a subir tus cosas al cuarto de huéspedes. —¡Que gentil! —exclama Grace con la mirada erguida. —Vamos. Salen fuera para desayunar al aire libre, la visita de Grace se torna grata para Rebecca, ya que ésta desde un tiempo para acá, ha mostrado un ligero interés en Tony. Su madre, en un afán de que destierre de su mente, la tristeza por la pérdida de Micaela, ve en Grace una nueva oportunidad, para que su hijo establezca una nu
—Hola, eres una mujer muy hermosa—le dice Justin a Sofía, y se le acerca. —Gracias caballero, por el halago—se voltea Sofí, dándole ligeramente la espalda. —Mi nombre es Justin ¿Y el tuyo? —Samarha. —No creo que ese, sea tu nombre real. —Es el que te puedo presentar. —En serio dime ¿Cómo te llamas? —Le acabo de decir. —Está bien. Por lo visto, eres un hueso duro de roer. —Así es. —Y de pocas palabras. Aunque las palabras ahora sobran—sin miramientos, se le abalanza encima y la besa. —¿Qué hace?, no confunda las cosas—lo empuja Sofí y lo aparta de su lado—es mejor, que se retire de mi camerino. —Lo siento, no me pude contener. Realmente eres muy bella y quede impactado al verte. —Es mejor, que se vaya. —Lo lamento, perdóname sí—suplica Justin con la mirada encendida. —Está bien, pero quiero que le quede clara una cosa, no soy una prostituta. No confunda, mis sensuales bailes con algo más. —Tranquilízate que no volverá a pasar, si es lo que deseas—la mira muy fijamente, c
Como era de esperarse, Matilde comienza a espiar a Ana por órdenes de Grace, se acerca sigilosamente hasta el cafetín, donde Ana desayuna, con Tobías en total tranquilidad: —Ana disculpa, que te insista, pero ¿Tú estás bien con el padre de los niños? —Huy Tobías ya te dije, que no quiero hablar de ese asunto, me atormenta. —¿Ese hombre jugó contigo? Dime la verdad. —No, pero es una historia muy larga, y no sé si me vas a entender. —Claro que sí, yo estoy para ti. Ana te confieso, que me gustas mucho. —Por Dios Tobías, es imposible un romance entre nosotros. —¿Eso porque no, que estás soltera? —Te parece poco, que voy a tener gemelos. No soy la mujer indicada para ti—allí está Matilde, con la oreja bien activa, escuchando toda la conversación. Tobías nota enseguida su reflejo y percibe su presencia. —Matilde, que manía la tuya, de estar escuchando conversaciones ajenas—le reprocha. —Yo no estoy escuchando nada, solo estoy limpiando. Es mi deber limpiar, todos los espacios de l