Días después… Se dirige Ana a la oficina de Tony, se anuncia de inmediato con Judith su secretaria, quien había llegado de su reposo: —Buen día señora, ¿Estará disponible el licenciado Hufman? —pregunta Ana. —Déjeme anunciarla—la mira fijamente—muchacha, ¿Tú viniste el otro día con tu padre, por un problema personal? —Si señora, ahora trabajo aquí, como aprendiz en la sala de redacción, estudio periodismo—le expresa Ana con grácil timidez. —Bienvenida—la trata Judith con cortesía—puedes pasar. —Gracias señora. —Mi nombre es Judith—se presenta ante Ana. —Y el mío Ana—ambas esbozan una sutil sonrisa. —Ana ¿Todo bien? —pregunta Tony al abrir la puerta. —Hola profesor, que amable es su secretaria. —Sí, Judith tiene mucho tiempo trabajando con nosotros. Esta pronto por jubilarse, Cuéntame ¿Necesitas algo? —Si profesor, quiero pedirle un permiso, para ausentarme el día de mañana, es que quiero hacerme una ecografía, para ver cómo está el bebé. —Claro, es más si quieres te acompa
Su error desde ya, es hacerle creer de manera no intencional, que siente algo más por ella, con ese sencillo beso. —Vamos cariño—la abraza, para internarse juntos en el auto. —Tony, perdóname por haberte besado—cierra sus ojos con mucha inocencia y tapa su rostro con sus manos. —Ana tranquila, un impulso lo tiene cualquiera. Pero ten en cuenta, que casi te doblo la edad, unos años más y de pronto puedo ser tu padre. —No exageres, que no te ves tan viejo. —Ana lo único que quiero, es que confíes ciegamente en mí, solo eso. —Serénate, jamás volveré a desconfiar de ti, te lo juro—levanta su mano en señal de juramento. —Perfecto—la toma ligeramente de la cara y Ana besa con sutileza su mano. Juntos llegan al periódico, Ana lo despide con una linda sonrisa, antes de aislarse en sus labores. Desde ya Tobías, la esperaba con un café en la mano. —Buen día Ana, toma hace frío. —Gracias Tobías, eres muy amable. —Agradécele a tu belleza, que ilumina esta redacción. —Ja, ja, ja. Te pas
Después de un largo día, llega Ana muy cansada a su casa, y desde ya la esperaba un gran interrogatorio de preguntas: —Hola ¿Y esas caras, paso algo? —pregunta Ana con confusión. —¿Eso queremos saber? ¿Qué pasa entre tú y el licenciado Hufman? —pregunta su padre, mientras, que su hermano la mira desafiante. —No entiendo. Ya Abel te lleno la cabeza de dudas, definitivamente tu hobby, es molestarme Abel—lo mira Ana con recelo. —Respóndele a nuestro padre, no evadas sus preguntas. —No pasa nada entre Tony y yo. —¿Tony? Ya ves papá hasta lo tutea. —Responde hija por favor, esta mañana tu hermano, te vio muy temprano irte en su auto. —Bueno papá, él me acompaño para la clínica, no le veo nada de malo. —Ana este tipo tiene todo de malo, sus intenciones, por ejemplo, son muy raras y ese afán de estar para todos lados contigo, desde que supo lo de tu embarazo. Hasta estoy empezando a creer, que es su hijo el que te inseminaron—Ana se queda pensativa, y mira a su hermano fijamente. —O
Mansión Hufman… A la mañana siguiente, suena el timbre de la mansión, ya Tony se había ido al periódico a trabajar. —Buen día, le puedes decir a Rebecca, que llegó Grace—se dirige a la chica del servicio, con evidente arrogancia. —Enseguida, señora—le responde la muchacha. Al cabo de unos minutos, baja Rebecca a recibirla: —¿Querida y esas maletas? —pregunta asombrada, no esperaba su sorpresiva visita. —Buen día Rebecca, tan bella como siempre. Vine de visita, por una temporada, espero no te moleste. —Para nada, ven vamos desayunar juntas. Ya mismo, mando a subir tus cosas al cuarto de huéspedes. —¡Que gentil! —exclama Grace con la mirada erguida. —Vamos. Salen fuera para desayunar al aire libre, la visita de Grace se torna grata para Rebecca, ya que ésta desde un tiempo para acá, ha mostrado un ligero interés en Tony. Su madre, en un afán de que destierre de su mente, la tristeza por la pérdida de Micaela, ve en Grace una nueva oportunidad, para que su hijo establezca una nu
—Hola, eres una mujer muy hermosa—le dice Justin a Sofía, y se le acerca. —Gracias caballero, por el halago—se voltea Sofí, dándole ligeramente la espalda. —Mi nombre es Justin ¿Y el tuyo? —Samarha. —No creo que ese, sea tu nombre real. —Es el que te puedo presentar. —En serio dime ¿Cómo te llamas? —Le acabo de decir. —Está bien. Por lo visto, eres un hueso duro de roer. —Así es. —Y de pocas palabras. Aunque las palabras ahora sobran—sin miramientos, se le abalanza encima y la besa. —¿Qué hace?, no confunda las cosas—lo empuja Sofí y lo aparta de su lado—es mejor, que se retire de mi camerino. —Lo siento, no me pude contener. Realmente eres muy bella y quede impactado al verte. —Es mejor, que se vaya. —Lo lamento, perdóname sí—suplica Justin con la mirada encendida. —Está bien, pero quiero que le quede clara una cosa, no soy una prostituta. No confunda, mis sensuales bailes con algo más. —Tranquilízate que no volverá a pasar, si es lo que deseas—la mira muy fijamente, c
Como era de esperarse, Matilde comienza a espiar a Ana por órdenes de Grace, se acerca sigilosamente hasta el cafetín, donde Ana desayuna, con Tobías en total tranquilidad: —Ana disculpa, que te insista, pero ¿Tú estás bien con el padre de los niños? —Huy Tobías ya te dije, que no quiero hablar de ese asunto, me atormenta. —¿Ese hombre jugó contigo? Dime la verdad. —No, pero es una historia muy larga, y no sé si me vas a entender. —Claro que sí, yo estoy para ti. Ana te confieso, que me gustas mucho. —Por Dios Tobías, es imposible un romance entre nosotros. —¿Eso porque no, que estás soltera? —Te parece poco, que voy a tener gemelos. No soy la mujer indicada para ti—allí está Matilde, con la oreja bien activa, escuchando toda la conversación. Tobías nota enseguida su reflejo y percibe su presencia. —Matilde, que manía la tuya, de estar escuchando conversaciones ajenas—le reprocha. —Yo no estoy escuchando nada, solo estoy limpiando. Es mi deber limpiar, todos los espacios de l
—Lo siento Ana—manifiesta Tony muy apenado, por su reacción. —Tony—balbucea Ana, con la respiración entre cortada. —Ana discúlpame de verdad, no quiero que pienses, que me quiero aprovechar de ti—ladea la cabeza con mucha intranquilidad. —Me gusto—musita Ana, sin poder todavía creer, lo que había ocurrido entre ellos. —Ay Anita—susurra Tony y besa su frente. —Las palabras sobraron—dice Ana. Tony la toma entre brazos con mucha ansiedad, no fue su intención besarla como lo hizo, solo siguió a su instinto que lo motivo hacerlo. No pretende jugar con la muchacha, siente mucha culpa por su confusión. Desconoce todavía que es lo que está sintiendo por Ana, sin embargo, desde ya siente que la dulce Ana, despierta emociones nuevas en él, que solo había provocado en su momento su difunda esposa. —No quiero que pienses mal de mí. Esto no debió haber ocurrido. —Pero, pasó ¿Te arrepientes? —Ana, soy mayor que tú y…—Ana lo interrumpe y le dice: —¿Qué estoy embarazada de algún extraño? ¿Es
Entra rápidamente Ana a la oficina de Tony: —¿Qué te dijo mi padre? Lo vi irse por la ventana. —Nada del otro mundo, solo me advirtió como todo padre, que no te hiciera daño, por nuestra cercanía. —No le hagas caso, no quiero que nada ni nadie nos separe—Tony, se siente entre la espada y la pared, preso por la incertidumbre de no saber qué hacer. —Ana tenemos que hablar. —Es que tengo mucho trabajo encima, solo me escapé por un minuto. Si quieres luego hablamos. —Está bien—sale Ana de su oficina e ingresa Alfred, quien le esboza a Ana una sutil sonrisa, antes de entrar. —¿Malas noticias con la muchacha? —pregunta Alfred. —Acaba de irse su papá, me advirtió que no ilusionara a Ana, ella está enamorada de mí. Tengo que sacarla de su error sin lastimarla. —Dime realmente Tony ¿Qué sientes por esa muchacha? Me temo, que no te es indiferente, por tu preocupación. —Ana de un tiempo para acá, me confunde muchísimo, es tan linda y buena. Aparte es la madre de mis hijos. Este enredo m