Como era de esperarse, Matilde comienza a espiar a Ana por órdenes de Grace, se acerca sigilosamente hasta el cafetín, donde Ana desayuna, con Tobías en total tranquilidad: —Ana disculpa, que te insista, pero ¿Tú estás bien con el padre de los niños? —Huy Tobías ya te dije, que no quiero hablar de ese asunto, me atormenta. —¿Ese hombre jugó contigo? Dime la verdad. —No, pero es una historia muy larga, y no sé si me vas a entender. —Claro que sí, yo estoy para ti. Ana te confieso, que me gustas mucho. —Por Dios Tobías, es imposible un romance entre nosotros. —¿Eso porque no, que estás soltera? —Te parece poco, que voy a tener gemelos. No soy la mujer indicada para ti—allí está Matilde, con la oreja bien activa, escuchando toda la conversación. Tobías nota enseguida su reflejo y percibe su presencia. —Matilde, que manía la tuya, de estar escuchando conversaciones ajenas—le reprocha. —Yo no estoy escuchando nada, solo estoy limpiando. Es mi deber limpiar, todos los espacios de l
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