Reino de UratisA mediodía, la llegada de una caravana desde Karades sorprendió al reino. Los siervos de palacio iban de un lado a otro para dar un recibimiento a la altura de los visitantes, que no eran sino la realeza en persona.Una joven doncella bajó del carruaje, ataviada elegantemente y con curiosidad en la mirada. Su belleza era indiscutible, tanto como era llamativo su cabello, de un color rojo intenso, como la sangre, como el fuego. —La reina Dan-Kú, de Karades —la presentó el cochero. En el patio, el rey Anoreq y todos los presentes mostraron sus respetos con reverencias. Ella los saludó del mismo modo.—Es un honor conocerla por fin, majestad —dijo el rey, reverenciándola una vez más.—También lo es para mí conocer aliados fuera de Karades. —¿Ha venido el rey con usted?La acompañaban tres hombres, altos y en apariencia fuertes y recios.—Se ha quedado en el reino. Ellos son mis escoltas: Andilak, Manke y Beirú. Los soldados se inclinaron ante los uratitas. Anoreq tambi
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