XXVI Comunión
Reino de Balai

El feroz gruñido que salió de los aposentos del rey Ulster acompañó al anciano curandero durante todo su recorrido por los enrevesados y oscuros pasillos del palacio hasta la estancia de los siervos. Seguía vivo y daba gracias a los dioses por ello. Después de decirle al rey que probablemente nunca podría volver a usar su pierna izquierda, no esperó conservar la cabeza en su sitio, pero allí seguía, llena de ideas que no hacían más que atormentarlo.

En sus aposentos, la cabeza del rey estaba en las mismas condiciones que la del siervo que le había salvado la pierna. Quebrada a mitad del muslo, estaba inmovilizada y era la prueba más férrea de la voluntad de los dioses y del destino que tenían planeado para él.

Había logrado sobrevivir al enfrentamiento con los Dumas que los emboscaron en Galaea, él y dos de sus hombres regresaron al palacio más muertos que vivos, sólo el feroz espíritu balaíta que les inflamaba la sangre los mantuvo en pie.

Se aferró la cabeza y gruñó
NatsZ

Lis ha conocido a su padre y se ha encontrado a sí misma. Y ya no está sola. ¿Qué tendrá que ver Ariat con la criatura sin voz?

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