Capítulo 3. Bestia sin corazón.
Tamara se sentó en el auto por unos minutos, tratando de recuperar la compostura. No podía creer lo que acababa de pasar y la forma en que ese extraño la había dejado sin habla. Se sentía un poco mal, porque ella no estaba para ver a los lados, cuando tenía un esposo buen mozo y bien proporcionado en su casa. “Por favor, no tienen punto de comparación con Joel” dijo su conciencia “Ese viene siendo cuando mucho una catedral de alguna ciudad, mientras que el espécimen masculino que acabas de ver es la basílica, que digo basílica, ese hombre es el mismísimo vaticano.” —Ay diosito, saca esos malos pensamientos de mi mente —pronunció en voz alta, sintiéndose avergonzada consigo misma. El resto del trayecto no pudo dejar de pensar en ese hombre, condujo a su casa y allí afuera lo estaba esperando su amiga, quien había estado esperándola preocupada, casi arrancándose los pelos, pero al verla tan tranquila abrió los ojos desorbitados. —Mujer, tú me quieres hacer morir infartada, venía con
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