Amarte es mi condena. Cap. 43: ¡Juntos hacemos cosas bonitas!
El pecho de Salvador empezó a subir y bajar agitado: “Una familia” aquellas dos palabras calaron en el fondo de su alma, y fue en ese momento que su mente se aclaró, todo había sido tan precipitado a su regreso, que ni tiempo tuvo de procesar todo lo ocurrido y en especial que sería papá, entonces entendió que, ya no podía pensar solo en él, en su deseo de justicia, sino en ese pequeño ser que se anidaba en el vientre de la mujer que le robó el corazón, y que desde que la conoció algo en él cambió, la mirada se le suavizó. Majo lo observó con atención, él siempre se mostró como un hombre que tenía el poder de controlarlo todo, su mirada era en ocasiones pétrea, diabólica, siniestra, sin embargo, ella pudo traspasar esas barreras, y no lo hizo precisamente siendo la damisela en peligro, al contrario, lo hizo enfrentar a su pasado, a sus temores, a sus enemigos, sin embargo, la bomba estaba por estallar. —Una vida juntos es lo que más anhelo a tu lado —confesó Salvador—, jamás pensé e
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