—Esto es una posada, ¿verdad? —preguntó uno de los hombres, alto y desgarbado.—¿Nos puede acoger esta noche? —preguntó el otro hombre alto, que era moreno y parecía impaciente—. Nuestro amigo se ha roto el tobillo.—Oh, vaya... —dijo Lisa, apartándose de la puerta para dejarlos pasar—. Entren. Deben de estar congelados. En estos momentos no tengo a nadie alojado, pero hay tres habitaciones con baño disponibles.—La recompensaremos generosamente si nos cuida bien — añadió el más alto, que tenía un acento extraño.—Cuido bien de todos mis huéspedes —respondió Lisa sin dudarlo, mirándolo a los ojos.Tenía la mirada oscura e intensa y las pestañas largas y negras. Era muy alto y fuerte. Lisa tuvo que echar la cabeza hacia atrás para mirarlo, cosa a la que no estaba acostumbrada, ya que ella también era muy alta. Además, de repente se dio cuenta de que también era muy guapo. Tenía los pómulos marcados, las cejas definidas y la mandíbula fuerte. Era un macho alfa en todos los aspectos.—So
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