Kevin creyó que ella se iría debilitando al estar tan castigada por la nueva vida que luchaba por nacer, pero conforme fueron pasando los minutos, Laurent pareció llenarse de determinación férrea. Con expresión fiera y valerosa, se echó hacia delante y se preparó para lo que estaba por llegar.—¿Has pensado en el nombre? —le preguntó, para intentar distraerla.—He hecho unas listas. Algunas noches, intentaba imaginarme su apariencia, y… oh, Dios.—Aguanta. Respira, ángel, respira.—No puedo, tengo que pujar.—Aún no, aún no. Dentro de poco —desde su posición a los pies de la cama, Kevin la acarició—. Laurent, respira.Ella intentó mantener la concentración, consciente de que si lo miraba a los ojos y sacaba fuerza de ellos, conseguiría salir adelante.—No puedo aguantar mucho más.—No hace falta, ya veo la cabeza —dijo él con voz maravillada, al volver a mirarla—. Puedo verla. Puja en la próxima contracción.Mareada, Laurent pujó con todas sus fuerzas, y al oír un largo y profundo gem
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