#24:

Entre ellos pareció estallar una pasión casi imposible de contener, un deseo voraz que no conseguían saciar. Laurent sintió que un anhelo largamente enterrado en su interior empezaba a crecer y a inundarla, y se apretó con fuerza contra Kevin, susurrando su nombre.

Los labios de él empezaron a recorrerle el rostro y el cuello, marcándole a fuego la piel mientras sus manos la acariciaban y la exploraban con una nueva libertad.

Era demasiado pronto. En algún rincón de su mente que aún conservaba la cordura, él sabía que era demasiado pronto para algo más que una caricia o un beso, pero cuanto más la saboreaba, más se acrecentaba su impaciencia.

Finalmente, la tomó de los hombros y la apartó ligeramente mientras luchaba por recobrar el aliento.

—Ángel, puede que no confíes en mí como antes, pero quiero que no dudes ni por un segundo que te deseo.

Cediendo a la tentación, Laurent se aferró a él y apretó la cara contra su hombro.

— Pero, ¿está mal desear que pudiéramos estar los tres
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