Pasó la brocha con la lustrosa pintura blanca esmaltada, por la superficie de la base, mientras sujetaba un trozo de cartón en la otra mano para no manchar el amarillo de las paredes que ya había terminado. La radio que habían tenido en la cocina de la cabaña estaba en el suelo, en una de las esquinas, sintonizando una emisora que ponía animadas canciones de pop. Había dejado el volumen bastante bajo, para poder oír a Michael si se despertaba. No sabía lo que la entusiasmaba más, lo mucho que estaba avanzando la habitación del niño, o el hecho de poder doblarse y agacharse. Incluso había podido gastar parte de sus ahorros en comprarse dos pantalones con la talla de antes de su embarazo; le quedaban un poco ajustados en la cintura, pero era optimista. De repente, deseó que todos los aspectos de su vida recuperaran la normalidad con tanta facilidad. Kevin aún estaba enfadado con ella. Se encogió de hombros mientras volvía a meter la brocha en el cubo de pintura. Él era un hombre c
Pasó la brocha con la lustrosa pintura blanca esmaltada, por la superficie de la base, mientras sujetaba un trozo de cartón en la otra mano para no manchar el amarillo de las paredes que ya había terminado. La radio que habían tenido en la cocina de la cabaña estaba en el suelo, en una de las esquinas, sintonizando una emisora que ponía animadas canciones de pop. Había dejado el volumen bastante bajo, para poder oír a Michael si se despertaba. No sabía lo que la entusiasmaba más, lo mucho que estaba avanzando la habitación del niño, o el hecho de poder doblarse y agacharse. Incluso había podido gastar parte de sus ahorros en comprarse dos pantalones con la talla de antes de su embarazo; le quedaban un poco ajustados en la cintura, pero era optimista. De repente, deseó que todos los aspectos de su vida recuperaran la normalidad con tanta facilidad. Kevin aún estaba enfadado con ella. Se encogió de hombros mientras volvía a meter la brocha en el cubo de pintura. Él era un hombre c
Era algo que lo enfurecía, y cuanto más controlaba su genio, más se incrementaba su enfado. No le había levantado la voz ni una sola vez desde el día que habían llegado a la casa, pero ella parecía estar esperando un arrebato de violencia por su parte. Le había dado todo el espacio que le había sido humanamente posible, y eso le estaba matando. Dormir con ella, sentir que se volvía hacia él en medio de la noche y que sólo los separaba el fino algodón de su camisón, había dado un nuevo significado al insomnio. Había empezado a trabajar en medio de la noche, y a pasar el tiempo libre en su estudio o en la galería de arte, con tal de resistir la tentación de reclamar lo que ya le pertenecía legalmente. Ella aún seguía muy delicada, tanto física como emocionalmente, y por eso no se atrevía a pedirle nada. Sin importar lo egoísta que pudiera haber sido en el pasado, no podía justificar de ninguna manera satisfacerse a expensas de ella…o asustarla dejando que viera con cuánta desesperaci
Estuvo más de una hora con Michael, y se sintió decepcionada al ver que Kevin no iba, como solía hacer, a tomar en brazos al niño y a jugar con él antes de que volviera a dormirse. Esos eran los mejores momentos, los que compartían con sencillez en familia; sin embargo, al tapar al niño con las mantas se recordó que él no podía dedicarles cada minuto que tuviera libre al niño y a ella.Dejando al niño sequito y tranquilo, fue al cuarto de baño contiguo para refrescarse un poco. Después de lavarse y quitarse la pintura que le manchaba la cara, se miró en el espejo de cuerpo entero que había enfrente de la enorme bañera.Vestida con ropa masculina que le quedaba enorme y con el pelo recogido ennuna coleta, no tenía un aspecto nada sexy, y sin embargo, por un instante Kevin había parecido completamente seducido en la habitación de Michael.¿Era eso lo que ella quería?Preguntándose cómo podía saber lo que realmente quería, presionó los dedos contra sus ojos mientras intentaba desenmarañ
Aquella caricia hizo que estallara el deseo que lo atormentaba noche y día, e incapaz de contenerse, Gtensó los brazos a su alrededor y empezó a devorarle la boca. Ella respondió con un gemido que él apenas logró oír, con un temblor que casi ni notó. Tenso, hambriento, cayó víctima de ella y de sus propios anhelos. La pasión no era algo nuevo para él, había sentido deseo de forma pasajera,deseo apasionado y con más o menos intensidad; entonces, ¿por qué aquello parecía una experiencia completamente nueva? Había tenido a otras mujeres en sus brazos en el pasado, había sentido su suavidad y había saboreado su dulzura, pero jamás había conocido una suavidad ni había experimentado una dulzura como las de Laurent. Su boca inició un lento recorrido por el rostro de ella, por el contorno de su mandíbula, por su cuello, saboreándola y devorándola. Sus largas manos se deslizaron bajo la camisa que ella llevaba, y empezaron a explorarla en dirección ascendente. Al principio, la delicada línea
Finalmente, respiró hondo, abrió la puerta y entró.Él estaba junto a la larga hilera de ventanas, con un pincel en la mano,trabajando en uno de los cuadros que había estado apilado a medio terminar en la cabaña. Ella se acordaba de él, era una escena en la nieve, un paisaje solitario y desnudo que lograba atraer la atención. La combinación de tonos blancos, fríos azules y plateados reflejaba un cierto aire de desafío. Pensó que el cuadro se adecuaba perfectamente a la situación, ya que un impulso desafiante era precisamente lo que ella necesitaba en ese momento.Él estaba tan concentrado en su trabajo, que ni siquiera la había oído entrar.No estaba dando largas pinceladas, sino añadiendo con delicadeza detalles tan diminutos, tan exactos, que Laurent casi podía oír el sonido del viento.—¿Kevin? —dijo, asombrada de que hiciera falta hacer tanto acopio de valor para pronunciar un simple nombre.Él se detuvo de inmediato, y se volvió hacia ella con obvia irritación. Nunca había permi
—Es increíble lo rápido que está creciendo —con orgullo de abuela y luciendo un nuevo y elegante peinado, su suegra se sentó en la mecedora de la habitación del pequeño, con el bebé en sus brazos.—Sí, nadie diría que nació prematuramente —dijo Laurent, sin saber aún cómo comportarse con Amanda. Con movimientos tranquilos, siguió doblando la ropita recién sacada de la secadora—. Lo hemos llevado hoy a hacerle una revisión, y el médico dice que está sano como un roble —se llevó un pequeño pijama a la mejilla, y disfrutó de la suavidad aterciopelada de la prenda, que sin embargo no podía compararse a la de la piel de su hijo—. Quería darte las gracias por recomendarme al doctor Stone, es fantástico.—Me alegro de que te guste, pero no hace falta la palabra de un pediatra para saber que el niño está completamente sano, mira la fuerza que tiene —Amanda rió con suavidad mientras Michael se aferraba a su mano, pero lo detuvo cuando el niño quiso chupar su anillo de zafiros—. Tiene tus ojos.
—Todo eso ha quedado atrás, ya no soy la persona que era entonces.—No puedo darte mi opinión, porque no te conocía en esa época, pero está claro que una mujer que ha conseguido salir adelante completamente sola tiene grandes reservas de fuerza y determinación. ¿No crees que es hora de que las utilices, y plantes cara a tus enemigos?—Ya lo he hecho.—Te has cobijado en tu propio oasis. Sé que necesitabas hacerlo por un tiempo, y que al huir demostraste tener tanto una enorme valentía como una gran resistencia, pero llega un momento en la vida en que hay que plantar los pies en el suelo y hacer que se escuche tu voz.Laurent era consciente de que se había dicho mil veces cosas parecidas, y que se había odiado por no ser capaz de llevar las palabras a la práctica. Miró hacia la cuna y contempló a su hijo, que gorjeaba alegremente mientras intentaba atrapar los pajaritos de colores que giraban por encima de su cabeza.—¿Y qué quieres que haga?, ¿que vaya a juicio, que se lo cuente a la