#49:

—Pareces agotada —comentó Amanda al entrar en la casa.

—A Michael le están saliendo los dientes —la excusa era lo suficientemente válida, aunque el nerviosismo del niño no era lo único que mantenía a Laurent despierta—. Lleva durmiendo diez minutos, con un poco de suerte no se despertará por lo menos en una hora.

—Entonces, ¿por qué no estás acostada?

Amanda entró en el salón, y ella la siguió.

—Porque me has llamado para decirme que venías.

—Vaya, es verdad —Amanda esbozó una sonrisa, se sentó y dejó su bolso encima de la mesa—. No te entretendré demasiado. ¿Kevin no está?

—No, me ha dicho que tenía que salir a hacer algo —Laurent se sentó en una butaca frente a su suegra, y apoyó la cabeza en el respaldo. A veces, los pequeños placeres parecían un regalo divino—. ¿Quieres algo para beber?, ¿un café?

—Por tu aspecto, me sorprendería que pudieras levantarte de esa butaca. No, no quiero nada. ¿Cómo está Kevin?

—Tan cansado como yo, ninguno de los dos hemos podido descansar dema
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