Entre ellos pareció estallar una pasión casi imposible de contener, un deseo voraz que no conseguían saciar. Laurent sintió que un anhelo largamente enterrado en su interior empezaba a crecer y a inundarla, y se apretó con fuerza contra Kevin, susurrando su nombre. Los labios de él empezaron a recorrerle el rostro y el cuello, marcándole a fuego la piel mientras sus manos la acariciaban y la exploraban con una nueva libertad. Era demasiado pronto. En algún rincón de su mente que aún conservaba la cordura, él sabía que era demasiado pronto para algo más que una caricia o un beso, pero cuanto más la saboreaba, más se acrecentaba su impaciencia. Finalmente, la tomó de los hombros y la apartó ligeramente mientras luchaba por recobrar el aliento. —Ángel, puede que no confíes en mí como antes, pero quiero que no dudes ni por un segundo que te deseo. Cediendo a la tentación, Laurent se aferró a él y apretó la cara contra su hombro. — Pero, ¿está mal desear que pudiéramos estar los tres
—Iría a buscar unas copas, pero no sé dónde están —dijo Laurent con voz insegura. Sin decir nada, Kevin se acercó a una vitrina y sacó cuatro copas altas de champán. Cliff tomó a Laura del brazo, y sugirió: —¿Por qué no te sientas?, supongo que estarás cansada después del viaje. —Ya veo que se parece a su hijo — sonrió ella, y se sentó en una silla. Cuando todo el mundo tuvo una copa, Amanda levantó la suya. —Brindaremos por… vaya, aún no me habéis dicho cómo se llama el niño. —Michael —dijo Lauralent. En los ojos de Amanda apareció un brillo de dolor, y los cerró por unos segundos. Cuando volvió a abrirlos, estaban húmedos y brillantes.—Por Michael —murmuró, y después de tomar un trago, bajó la cabeza y besó al pequeño en la mejilla. Entonces miró a Kevin con una sonrisa, y le dijo—: Tu padre y yo tenemos una cosa para el niño en el coche, ¿quieres ir a buscarlo? Aunque no se tocaron y la mirada duró sólo un instante, Lauralent notó que madre e hijo compartían algún tipo de
—Quiero que sepas que conozco a Lorraine Conningwood —al ver el instantáneo y aplastante miedo en los ojos de Laura, la mujer se echó atrás. No solía tener demasiado tacto, pero no era una persona cruel—. Ya hablaremos de ella en otra ocasión, en este momento creo que lo mejor será que me explique. Soy una mujer directa y firme, pero no me importa que me planten cara.—Eso no se me da demasiado bien.—Entonces tendrás que aprender, ¿no crees? Puede que lleguemos a ser amigas y puede que no, es demasiado pronto para que pueda decirlo, pero adoro a mi hijo.Cuando se fue hace meses, temí que no volvería a recuperarlo, pero por alguna razón tú has hecho que regrese, y te estoy agradecida.— Él habría vuelto a casa de todas maneras, cuando se hubiera sentido preparado.—Pero a lo mejor no habría regresado tan feliz como lo ha hecho. Bueno, dejemos el tema y vayamos al fondo de la cuestión: tu bebé. Kevin considera al niño como suyo, ¿y tú? ¿Le consideras el padre de tu hijo?—Sí.—Ya veo
Pasó la brocha con la lustrosa pintura blanca esmaltada, por la superficie de la base, mientras sujetaba un trozo de cartón en la otra mano para no manchar el amarillo de las paredes que ya había terminado. La radio que habían tenido en la cocina de la cabaña estaba en el suelo, en una de las esquinas, sintonizando una emisora que ponía animadas canciones de pop. Había dejado el volumen bastante bajo, para poder oír a Michael si se despertaba. No sabía lo que la entusiasmaba más, lo mucho que estaba avanzando la habitación del niño, o el hecho de poder doblarse y agacharse. Incluso había podido gastar parte de sus ahorros en comprarse dos pantalones con la talla de antes de su embarazo; le quedaban un poco ajustados en la cintura, pero era optimista. De repente, deseó que todos los aspectos de su vida recuperaran la normalidad con tanta facilidad. Kevin aún estaba enfadado con ella. Se encogió de hombros mientras volvía a meter la brocha en el cubo de pintura. Él era un hombre c
Pasó la brocha con la lustrosa pintura blanca esmaltada, por la superficie de la base, mientras sujetaba un trozo de cartón en la otra mano para no manchar el amarillo de las paredes que ya había terminado. La radio que habían tenido en la cocina de la cabaña estaba en el suelo, en una de las esquinas, sintonizando una emisora que ponía animadas canciones de pop. Había dejado el volumen bastante bajo, para poder oír a Michael si se despertaba. No sabía lo que la entusiasmaba más, lo mucho que estaba avanzando la habitación del niño, o el hecho de poder doblarse y agacharse. Incluso había podido gastar parte de sus ahorros en comprarse dos pantalones con la talla de antes de su embarazo; le quedaban un poco ajustados en la cintura, pero era optimista. De repente, deseó que todos los aspectos de su vida recuperaran la normalidad con tanta facilidad. Kevin aún estaba enfadado con ella. Se encogió de hombros mientras volvía a meter la brocha en el cubo de pintura. Él era un hombre c
Era algo que lo enfurecía, y cuanto más controlaba su genio, más se incrementaba su enfado. No le había levantado la voz ni una sola vez desde el día que habían llegado a la casa, pero ella parecía estar esperando un arrebato de violencia por su parte. Le había dado todo el espacio que le había sido humanamente posible, y eso le estaba matando. Dormir con ella, sentir que se volvía hacia él en medio de la noche y que sólo los separaba el fino algodón de su camisón, había dado un nuevo significado al insomnio. Había empezado a trabajar en medio de la noche, y a pasar el tiempo libre en su estudio o en la galería de arte, con tal de resistir la tentación de reclamar lo que ya le pertenecía legalmente. Ella aún seguía muy delicada, tanto física como emocionalmente, y por eso no se atrevía a pedirle nada. Sin importar lo egoísta que pudiera haber sido en el pasado, no podía justificar de ninguna manera satisfacerse a expensas de ella…o asustarla dejando que viera con cuánta desesperaci
Estuvo más de una hora con Michael, y se sintió decepcionada al ver que Kevin no iba, como solía hacer, a tomar en brazos al niño y a jugar con él antes de que volviera a dormirse. Esos eran los mejores momentos, los que compartían con sencillez en familia; sin embargo, al tapar al niño con las mantas se recordó que él no podía dedicarles cada minuto que tuviera libre al niño y a ella.Dejando al niño sequito y tranquilo, fue al cuarto de baño contiguo para refrescarse un poco. Después de lavarse y quitarse la pintura que le manchaba la cara, se miró en el espejo de cuerpo entero que había enfrente de la enorme bañera.Vestida con ropa masculina que le quedaba enorme y con el pelo recogido ennuna coleta, no tenía un aspecto nada sexy, y sin embargo, por un instante Kevin había parecido completamente seducido en la habitación de Michael.¿Era eso lo que ella quería?Preguntándose cómo podía saber lo que realmente quería, presionó los dedos contra sus ojos mientras intentaba desenmarañ
Aquella caricia hizo que estallara el deseo que lo atormentaba noche y día, e incapaz de contenerse, Gtensó los brazos a su alrededor y empezó a devorarle la boca. Ella respondió con un gemido que él apenas logró oír, con un temblor que casi ni notó. Tenso, hambriento, cayó víctima de ella y de sus propios anhelos. La pasión no era algo nuevo para él, había sentido deseo de forma pasajera,deseo apasionado y con más o menos intensidad; entonces, ¿por qué aquello parecía una experiencia completamente nueva? Había tenido a otras mujeres en sus brazos en el pasado, había sentido su suavidad y había saboreado su dulzura, pero jamás había conocido una suavidad ni había experimentado una dulzura como las de Laurent. Su boca inició un lento recorrido por el rostro de ella, por el contorno de su mandíbula, por su cuello, saboreándola y devorándola. Sus largas manos se deslizaron bajo la camisa que ella llevaba, y empezaron a explorarla en dirección ascendente. Al principio, la delicada línea