Pasada la noche, la sensación, ansiedad y desespero del señor Long Lorens estaban escritas en su frente, no veía llegar la hora para salir a la cita convenida con la señorita Bárbara Rolly y Camila, la angustia lo consumía, iría a la oficina directamente, allá tomaría un poco de café, pues la ansiedad no lo dejó desayunar.—Buen día, jefe, usted tan temprano en la oficina, se cayó de la cama, sonrió Caroline.—Buenos días para usted también, no, no me caí de mi cama de ninguna manera, solo que tenemos trabajo, por favor sírvame un cafecito bien cargado ¿usted tomó? Puede acompañarme, revisaré mi agenda desde el computador.—No tenemos mucho para hoy, señor Edward, solo revisar algunos papeles, visitar el puerto, hay unos barcos que están siendo reparados, requieren de su presidencia.—¿Por qué? Deben enviar los papeles como lo han hecho siempre, no puedo llegarme hasta allá, hoy tengo un compromiso ineludible, no puedo faltar.—¿Se trata de la compañía?—En parte, contestó Edward si v
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