Capítulo LVIII

Edward y Pamela volvieron a sentir el éxtasis de la pasión, del placer desbordado en cada punto de su ser, agobiados de tanto disfrutar su gran y apasionado delirio, regresaron mirándose a los ojos, aún estaban llenos de lujuria, ambos se sentían como si volaran al infinito.

—Mi amor divino como te deseaba, —susurro Pamela en el oído de su marido, lo amaba con tanta fuerza, que siempre decía “si me faltas me muero” lo adoraba tanto que para ella era un Dios puesto en un pedestal muy alto.

—Mi cielo aún te deseo, esas ganas locas que me dejas al acabar me ponen a querer tenerte de nuevo, vamos hagámoslo nuevamente, me siento con muchas ganas, anda cosita, ven conmigo.

Los dos volvieron a compenetrarse en una gran pasión, los deseos eran desenfrenados, Edward necesita una mujer para aliviar toda la dureza, tras tantos inconvenientes y nadie más que su adorada Pamela. Pasaron nuevamente su momento apasionado, hundido en el calor de lo más profundo de sus corazones.

Extasiados en la profu
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