Todos los escenarios posibles aparecieron a toda velocidad en la cabeza de Charles. ¿Rebecca estaba enferma? ¿Le había pasado algo? O peor, ¿estaba embarazada? Esa última duda lo hizo palidecer y se clavó como una espina en su corazón, él sí quería un hijo, más que nada en el mundo, pero no así, no con ella, no en esas circunstancias.Mientras hacían el recorrido se dedicó a observarla, en esa condición parecía un ángel dormido, él veía su cabello desordenado, la perfecta forma de su cara, su blanca piel de porcelana, sus ojos cerrados adornados de esas largas y oscuras pestañas, su nariz pequeñita, su boca entreabierta con esos labios rosados tan jugosos que le provocaba besar en ese mismo instante.Ella era absolutamente perfecta y ese pensamiento lo asustó demasiado, la chica irradiaba inocencia, pureza y ternura, el último de los sentimientos que él debería experimentar hacia ella, era el deseo, pero ahí estaba, contemplándola y deleitándose con la idea de que esa preciosa mujer h
Leer más