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Todos los capítulos de Esposa por despecho: Capítulo 1 - Capítulo 10
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Capítulo I: Plantada en el altar
Ella caminaba de un lado a otro, los nervios estaban a flor de piel, sus únicos dos mejores amigos, Natalia y Peter la miraban con impaciencia, intentaban amarrar sus lenguas y quedarse callados ante semejante situación, eso era lo mejor que cualquier amigo podía hacer en tremenda situación. Pero, Violeta seguía peor, respiró profundo y observó su semblante frente al vidrio de una ventana, estaba al borde del llanto, su vestido de novia era tan simple, como ella misma se sentía ahora, esperaba la llegada de su amado Hugh, era su novio desde hace tres años, él había sido tan bueno y dulce, su salvador, solo pensaba en que había una razón lógica para su demora, habían luchado por su amor, su padre el magnate Sebastián Hesant, que hace dos meses fue dado por muerto, no parecía feliz con una idea de matrimonio entre ellos, y por eso, Hugh debía mantenerla en la sombra, ella odió mucho a ese señor, no era el padre de sangre de Hugh, sino su padrastro, pero era un hombre billonario, dueño d
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Capítulo II: Rojo peligro
Sebastián Hesant la levantó del suelo con rapidez, verificó que el severo golpe, no hubiese causado alguna herida en su cabeza, se convenció de que estaría bien y la cargó en sus brazos, decidió llevarla a la primera habitación abierta que halló, seguro de que era su recámara, la recostó sobre la cama y verificó su pulso, revisó en el cuarto de baño para encontrar pronto el alcohol, debía despertarla, pero decidió esperar, la observó bien, esa era Violeta Mayer la supuesta novia de su hijastro desde hace tres años, la observó bien, tenía una pinta de ingenua y jovialidad, tendría tan solo veintitrés años, tres años menos que Hugh, sabía casi todo de ella, excepto quien era en realidad, eso solo se descubría con el trato, él lo sabía bien, que nunca nadie conoce a otro, salvo en su peor momento. Era hermosa como la juventud en verano, esbelta, y con cabellos rizados de color miel, su piel era pálida, y un mohín de burla se formó en sus labios al pensar que necesitaba broncearse, reco
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Capítulo III: Propuesta de odio
Sebastián tomó el alcohol y tomó un algodón, humedeciéndolo, luego lo acercó a su nariz, esperó por un breve momento, hasta que ella abrió los ojos, estaba confusa, aturdida, pero pronto cuando vio sus ojos marrones, se asustó mucho, ella se enderezó y se alejó moviéndose por la cama, Sebastián se acercó de rodillas sobre la cama, y cuando la sintió alejándose, de pronto la tomó de los tobillos, acercándola a él, quedándose encima de ella, pudo ver sus ojos de ese color entre verde y miel, sintió que su cuerpo latía, que el calor elevaba su temperatura —¿Es una pesadilla? —exclamó ella, con ojos llorosos, eso lo volvió a la realidad, abandonado cualquier sensación y se levantó, alejándose, Violeta se levantó y lo miró—. ¿Es verdad? ¿Usted está…? ¿Vivo? —Así es, estoy vivo, más vivo que nunca. —Pero… no entiendo, lo dieron por muerto, Hugh hizo un funeral simbólico… —Hugh sería capaz de enterrar a un perro en mi lugar, si con eso todo el mundo me diera por muerto, pero, no es así,
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Capítulo IV: Esposa por despecho
Rori veía a su hermana sufrir, estaba angustiado por ella, pero debía estudiar y trabajar como repartidor en la pizzería, su hermana estaba de vacaciones del despacho, y debía volver en dos semanas más a laborar, Rori esperaba que en ese tiempo mejorara y todo volviera a la normalidad. Al día siguiente antes de irse a la universidad, se despidió de su hermana, la vio tranquila, pero con el mismo ánimo triste, apenas Rori se fue, Violeta corrió a vestirse, se puso unos jeans y jersey, salió de prisa, necesitaba verlo con sus propios ojos, sin saber que la seguían muy de cerca, llegó a la mansión Hesant, y tuvo la fortuna de que al hacerlo, él estaba entrando con su auto a la mansión, se puso justo frente a él, retándolo, si Hugh decidía arrancar el motor podría arrollarla, pero se detuvo, bajó del auto, cerró la puerta y la miró fijamente, ella observó sus ojos verdes esmeraldas, ella se veía mal, pálida y triste, pero él no parecía ni arrepentido, ni sentimental —¡¿Qué quieres aquí?
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Capítulo V: Violetas por rosas
Sebastián estaba cambiando su ropa, ya estaba listo para bajar, pero se detuvo, observando su reflejo en el espejo, dio un respiro profundo, pensando en él, ¿Quién era realmente? Hace tan poco tiempo estaba en ese bosque boreal de Islas del Sur, creyendo que estaba por encontrar su muerte, sobrevivió como pudo, fue en ese momento que bendijo que su padre lo hubiese enviado a estudiar a una escuela militar desde niño, de lo contrario, nunca hubiese resistido. Ahí advirtió lo bien forjado que estaba su carácter, ese que ni él mismo conocía. Pero, nunca pesó tanto la soledad como en esos momentos, todo lo que deseaba era volver a casa. Tenía apenas veinte cinco años cuando su padre le obligó a tomar un puesto gerencial en la gran Hesant Corp., recién egresado de la universidad, y su severo padre Kurt lanzó un memorándum, donde exigía que Sebastián fuera tratado como un simple empleado, nadie debía tenerle piedad, ni le debían favor por ser el hijo del dueño, pronto, todos los grandes ger
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Capítulo VI: Heredera universal
Cuando tocaron la puerta del departamento, Rori se apuró a abrir, se quedó perplejo al mirar a ese hombre ahí, abrió la puerta dejándolo entrar, era Sebastián Hesant, Rori lo observó de arriba abajo, era alto, de complexión media, vestido con un elegante traje, zapatos costosos, un Rolex de oro blanco, el cabello de color grisáceo, y unos ojos severos y grandes, con espesas pestañas, ese hombre si que era un verdadero billonario, un caballero en la extensión de la palabra, y no como el patán abusivo de su hijo —Buenas tardes. —Buenas tardes, señor Hesant, me temo que, si busca a mi hermana, ella no está. Sebastián no evitó quedarse turbado, pero lo aceptó de todos modos, él sabía sus pasos, para eso tenía a alguien siguiéndola, porque no le daría la oportunidad a Hugh de acercarse a ella y volver a lastimarla —Bien, debo volver más tarde. —Bueno, si quiere, puede dejarle el recado conmigo. Sebastián se detuvo, pensativo y observó al joven, había investigado un poco, sabía quien e
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Capítulo VII: Ella arruina la boda
—Esto no, no es un matrimonio normal, aclaremos que eso no pasará —aseveró. —Descuida, Violeta, nunca he sido un hombre que obliga a una mujer, si eso es tu temor, pero, que quede claro, que yo solo llegaré hasta donde tú lo quieras. Ella frunció el ceño, con espanto —A ninguna parte, escúchelo bien, solo nos vengaremos, ellos recibirán su merecido, y nosotros haremos nuestra parte, cuando ellos vayan a la cárcel, usted y yo, nos divorciaremos. Él asintió con una sonrisa casi perversa. Pronto anunciaron que el juez había llegado y fueron hasta ahí, firmaron el acta de matrimonio, ella tembló antes de firmar, pero al final lo hizo, Sebastián firmó de prisa, y el juez los declaró marido y mujer —Puede besar a la novia. Sebastián y Violeta se miraron un segundo, ahí también estaba Niall Rezza su abogado legal, él estaba por fuera de la verdad, Sebastián temía sí el fuera un aliado o un traidor, así que, solo tomó el rostro de la joven que le miraba con estupor y besó sus labios, ap
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Capítulo VIII: Beso de Judas
Violeta abrió la boca con gran sorpresa como si se fuera una gran ofensa, uno de los guardias estaba por tomarla y sacarla lejos de ahí —¡Ustedes no saben lo que hacen! ¡No pueden echarme, no saben quién soy yo! —vociferó y sentenció, causando curiosidad en los invitados e irritando a Hugh, mientras Seraphyna reía a carcajadas, diciendo que era solo una loca —¡Tú no eres nadie! —exclamó Hugh rabioso —Él que no es nadie aquí, eres tú, querido —dijo en voz bien alta, mientras todos se quedaban perplejos Hugh sintió que enrojecía de coraje —Y, ¿quién te crees que eres? —La dueña de esta mansión, la dueña de todo, ¡Yo soy la señora Hesant! —exclamó, todos se rieron entonces, y Hugh también rio —¡Pobre estúpida! ¡Eres la dueña de nada! ¡Lárgate! —exclamó rabioso Los guardias intentaron tomarla, y ella quiso liberarse, sintió miedo, al ver que Sebastián no aparecían por ningún lado, preguntándose si aquello era una vil trampa, su corazón latió como si fuera un condenado a muerte, no
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Capítulo IX: Atormentado corazón
Los invitados fueron despedidos pocos minutos después, era necesario y todos lo entendieron, se marcharon pronto, Sebastián pidió a Seraphyna y a Hugh que lo acompañaran a su despacho principal para hablar. Sebastián tomó la mano de Violeta —Estás fría —dijo notando, ella asintió, aún se veía pálida, él sonrió —No temas, estaré aquí, hablaré con ellos, y luego nos iremos. —Pero… —ella titubeó, y él la llevó hasta el salón principal, la sentó y pidió que la atendieran bien —Señora Cyrus, ella es Violeta, mi esposa, de ahora en adelante la señora de esta casa, atiéndala como lo merece, mientras yo regreso. —¡Claro! Señor, me alegra tanto verlo con vida. Sebastián le brindó una cálida sonrisa y luego fue al despacho Apenas entró, Seraphyna volvió a abrazarlo, ya no quería soltarlo, por temor a perderlo de nuevo —No entiendo, padre, ¿Cómo es que sobreviviste? —Ya lo vez, hijo, no fue fácil, pero al final, enfrenté a la muerte y salí vencedor, ¿Estás triste? —exclamó Hugh se leva
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Capítulo X: Conseguir un perdón
Escucharon el motor del auto rugir, Hugh corrió a ver por el gran ventanal, los vio alejarse en el auto. Su sangre hervía de furia, sus ojos se volvieron llorosos, no pudo evitar que las lágrimas cayeran por su blanco rostro, las limpió apenas se sintió frágil, algo lo quemaba por dentro —¡Qué desgraciada! ¡Los detesto! ¡Les deseo lo peor! —exclamó halando de sus cabellos con fuerza, Seraphyna lo miró consternada, luego Hugh tomó las botellas de whisky en una mesa y las lanzó al suelo, haciéndolas añicos, lanzado el peor de los gritos de frustración y berrinche —¡Cálmate, Hugh! Por favor, detente —espetó Seraphyna asustada por su único hermano—. ¿Qué te sucede? —¿Acaso no lo entiendes? De todas las malditas mujeres del mundo, la eligió a ella, lo hizo adrede, lo hizo con la intención de joderme la vida, siempre lo hace, nunca me ha querido —dijo bufando—. Solo quiere mi ruina, desgraiada la ahora en que no murió. —¡Cállate! Mi padre no tiene culpa alguna, es de esa mujerzuela. —¡C
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