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—Esto no, no es un matrimonio normal, aclaremos que eso no pasará —aseveró. —Descuida, Violeta, nunca he sido un hombre que obliga a una mujer, si eso es tu temor, pero, que quede claro, que yo solo llegaré hasta donde tú lo quieras. Ella frunció el ceño, con espanto —A ninguna parte, escúchelo bien, solo nos vengaremos, ellos recibirán su merecido, y nosotros haremos nuestra parte, cuando ellos vayan a la cárcel, usted y yo, nos divorciaremos. Él asintió con una sonrisa casi perversa. Pronto anunciaron que el juez había llegado y fueron hasta ahí, firmaron el acta de matrimonio, ella tembló antes de firmar, pero al final lo hizo, Sebastián firmó de prisa, y el juez los declaró marido y mujer —Puede besar a la novia. Sebastián y Violeta se miraron un segundo, ahí también estaba Niall Rezza su abogado legal, él estaba por fuera de la verdad, Sebastián temía sí el fuera un aliado o un traidor, así que, solo tomó el rostro de la joven que le miraba con estupor y besó sus labios, ap
Violeta abrió la boca con gran sorpresa como si se fuera una gran ofensa, uno de los guardias estaba por tomarla y sacarla lejos de ahí —¡Ustedes no saben lo que hacen! ¡No pueden echarme, no saben quién soy yo! —vociferó y sentenció, causando curiosidad en los invitados e irritando a Hugh, mientras Seraphyna reía a carcajadas, diciendo que era solo una loca —¡Tú no eres nadie! —exclamó Hugh rabioso —Él que no es nadie aquí, eres tú, querido —dijo en voz bien alta, mientras todos se quedaban perplejos Hugh sintió que enrojecía de coraje —Y, ¿quién te crees que eres? —La dueña de esta mansión, la dueña de todo, ¡Yo soy la señora Hesant! —exclamó, todos se rieron entonces, y Hugh también rio —¡Pobre estúpida! ¡Eres la dueña de nada! ¡Lárgate! —exclamó rabioso Los guardias intentaron tomarla, y ella quiso liberarse, sintió miedo, al ver que Sebastián no aparecían por ningún lado, preguntándose si aquello era una vil trampa, su corazón latió como si fuera un condenado a muerte, no
Los invitados fueron despedidos pocos minutos después, era necesario y todos lo entendieron, se marcharon pronto, Sebastián pidió a Seraphyna y a Hugh que lo acompañaran a su despacho principal para hablar. Sebastián tomó la mano de Violeta —Estás fría —dijo notando, ella asintió, aún se veía pálida, él sonrió —No temas, estaré aquí, hablaré con ellos, y luego nos iremos. —Pero… —ella titubeó, y él la llevó hasta el salón principal, la sentó y pidió que la atendieran bien —Señora Cyrus, ella es Violeta, mi esposa, de ahora en adelante la señora de esta casa, atiéndala como lo merece, mientras yo regreso. —¡Claro! Señor, me alegra tanto verlo con vida. Sebastián le brindó una cálida sonrisa y luego fue al despacho Apenas entró, Seraphyna volvió a abrazarlo, ya no quería soltarlo, por temor a perderlo de nuevo —No entiendo, padre, ¿Cómo es que sobreviviste? —Ya lo vez, hijo, no fue fácil, pero al final, enfrenté a la muerte y salí vencedor, ¿Estás triste? —exclamó Hugh se leva
Escucharon el motor del auto rugir, Hugh corrió a ver por el gran ventanal, los vio alejarse en el auto. Su sangre hervía de furia, sus ojos se volvieron llorosos, no pudo evitar que las lágrimas cayeran por su blanco rostro, las limpió apenas se sintió frágil, algo lo quemaba por dentro —¡Qué desgraciada! ¡Los detesto! ¡Les deseo lo peor! —exclamó halando de sus cabellos con fuerza, Seraphyna lo miró consternada, luego Hugh tomó las botellas de whisky en una mesa y las lanzó al suelo, haciéndolas añicos, lanzado el peor de los gritos de frustración y berrinche —¡Cálmate, Hugh! Por favor, detente —espetó Seraphyna asustada por su único hermano—. ¿Qué te sucede? —¿Acaso no lo entiendes? De todas las malditas mujeres del mundo, la eligió a ella, lo hizo adrede, lo hizo con la intención de joderme la vida, siempre lo hace, nunca me ha querido —dijo bufando—. Solo quiere mi ruina, desgraiada la ahora en que no murió. —¡Cállate! Mi padre no tiene culpa alguna, es de esa mujerzuela. —¡C
—Gracias, ¿Cómo…? —No me preguntes más —Sebastián se acercó a ella, y limpió sus lágrimas con las yemas de sus dedos, provocando que ella se estremeciera—. Toma —él sacó de su bolsillo una caja, la abrió y sacó un anillo con una piedra de rubí, ella se quedó muda al verlo —Esto es… —Es tu anillo de compromiso, suelo hacer todo al revés, debí dártelo antes —dijo mientras lo ponía en su dedo anular, y quedaba perfecto, luego también le puso otra sortija, era la de esposos, ella la miró bien, antes de que la pusiera notó que tenían sus iniciales «V&S» ella observó la otra argolla, la que sería de él, y la tomó entre sus manos, luego la puso en su dedo medio, ella sentía esa mirada tan fija, tan intensa sobre su ser. Sebastián no podía dejar de mirarla, de admirarla, era algo raro de ver, tanta perfección, no pudo evitar el anhelar tener veinte años menos, ¿Cómo hubiese sido la vida si solo fueran ellos dos contra el mundo, sin la cruel venganza? Ahora era tarde para desearlo de esa ma
El golpeteo en la puerta los interrumpió, se alejaron, y Sebastián se veía molesto —¿Quién es? —exclamó —Papi, soy yo, por favor, puedo hablarte. Sebastián cambió su rostro a furioso, pero sintió la mano de Violeta sobre la suya —Por favor —susurró ella—. Fue engañada por Hugh, como tú y yo, merece una oportunidad, es tu hija del corazón. Esas palabras lograron calmar la bestia interior de Sebastián, quien asintió con lentitud, y abrió la puerta, Seraphyna entró —Seraphyna… —Vine a pedirte disculpas, papi, es que, Hugh me llena la cabeza de cosas, y tuve temor. Él dice que… —¿Qué dice? Dímelo. —Cree que Violeta solo quiere tu dinero. Violeta bajó la mirada —¿Así que eso piensa Hugh? —exclamó Sebastián, más tranquilo—. Duerme tranquila, hija, en realidad, tu hermano sabe bien que eso no es cierto, así que no te preocupes. —Lo siento. —No es a mí a quien debes disculpas —dijo levantando la mirada a Violeta Seraphyna se tensó, pero la miró —Lo siento, Violeta, no quise ser
Ella reaccionó al instante, dando un paso atrás, él lo sintió como un rechazo, pero no se dejó llevar, ella era muy joven, era natural que tuviera miedo, Sebastián contuvo sus sentidos, salieron de ahí y al bajar las escaleras, Sebastián tomó su mano, ella observó a Milena justo al pie de la escalera, su mirada sobre ellos era severa, pero ya no lucía como la niña asustada por creer ver a un fantasma, ahora su apariencia era la habitual para Sebastián, una cínica, una depredadora dispuesta a atacarlos, pero él estaba dispuesto a todo, no se lo permitiría —Hola, Sebastián —aunque ella intentó brindarle una mirada cálida, no lo logró, Sebastián lograba verla bien, todo lo malo que había en ella, opacaba la belleza voluptuosa que un día le gustó —Hola, Milena, es una lástima que hayamos arruinado su luna de miel, no fue nuestra intención, por cierto, ¿Dónde está Hugh? —Él tuvo que ir a la empresa de forma urgente —dijo y Sebastián la miró con ojos pequeños y severos, sabiendo que algo
Hugh salió tras Astrod, subió a su auto y lo siguió, pronto Astrod se dio cuenta de lo que hacía, decidió acelerar, no iba a darle el gusto de ser alcanzado, pero al cabo del tiempo él sintió temor, porque se dio cuenta de su gran estupidez, alertó a un psicópata sobre ser descubierto, supo que debía llegar a tiempo y llegar vivo, porque Hugh estaba dispuesto a todo, primero pensó que podría ser solo una paranoia, pero cuando comprobó que de verdad le perseguía, y que aceleraba cada vez más, no tuvo ni la menor duda, sabía que de detenerse, lo alcanzaría, su único destino era llegar con Sebastián, incluso temía que él corriera más peligro. Todo lo que tenía en mente Hugh era que Sebastián esperaba las pruebas, lo que le daba un punto de partida, si Sebastián no tenía pruebas, nadie le creería, podría acusarlo de loco, porque ¿Quién acusaría a su hijo del corazón de ser un cruel asesino a sangre fría? Aceleró, solo debía hacer algo bien para que todo volviera a la normalidad, y era aca