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Los invitados fueron despedidos pocos minutos después, era necesario y todos lo entendieron, se marcharon pronto, Sebastián pidió a Seraphyna y a Hugh que lo acompañaran a su despacho principal para hablar. Sebastián tomó la mano de Violeta —Estás fría —dijo notando, ella asintió, aún se veía pálida, él sonrió —No temas, estaré aquí, hablaré con ellos, y luego nos iremos. —Pero… —ella titubeó, y él la llevó hasta el salón principal, la sentó y pidió que la atendieran bien —Señora Cyrus, ella es Violeta, mi esposa, de ahora en adelante la señora de esta casa, atiéndala como lo merece, mientras yo regreso. —¡Claro! Señor, me alegra tanto verlo con vida. Sebastián le brindó una cálida sonrisa y luego fue al despacho Apenas entró, Seraphyna volvió a abrazarlo, ya no quería soltarlo, por temor a perderlo de nuevo —No entiendo, padre, ¿Cómo es que sobreviviste? —Ya lo vez, hijo, no fue fácil, pero al final, enfrenté a la muerte y salí vencedor, ¿Estás triste? —exclamó Hugh se leva
Escucharon el motor del auto rugir, Hugh corrió a ver por el gran ventanal, los vio alejarse en el auto. Su sangre hervía de furia, sus ojos se volvieron llorosos, no pudo evitar que las lágrimas cayeran por su blanco rostro, las limpió apenas se sintió frágil, algo lo quemaba por dentro —¡Qué desgraciada! ¡Los detesto! ¡Les deseo lo peor! —exclamó halando de sus cabellos con fuerza, Seraphyna lo miró consternada, luego Hugh tomó las botellas de whisky en una mesa y las lanzó al suelo, haciéndolas añicos, lanzado el peor de los gritos de frustración y berrinche —¡Cálmate, Hugh! Por favor, detente —espetó Seraphyna asustada por su único hermano—. ¿Qué te sucede? —¿Acaso no lo entiendes? De todas las malditas mujeres del mundo, la eligió a ella, lo hizo adrede, lo hizo con la intención de joderme la vida, siempre lo hace, nunca me ha querido —dijo bufando—. Solo quiere mi ruina, desgraiada la ahora en que no murió. —¡Cállate! Mi padre no tiene culpa alguna, es de esa mujerzuela. —¡C
—Gracias, ¿Cómo…? —No me preguntes más —Sebastián se acercó a ella, y limpió sus lágrimas con las yemas de sus dedos, provocando que ella se estremeciera—. Toma —él sacó de su bolsillo una caja, la abrió y sacó un anillo con una piedra de rubí, ella se quedó muda al verlo —Esto es… —Es tu anillo de compromiso, suelo hacer todo al revés, debí dártelo antes —dijo mientras lo ponía en su dedo anular, y quedaba perfecto, luego también le puso otra sortija, era la de esposos, ella la miró bien, antes de que la pusiera notó que tenían sus iniciales «V&S» ella observó la otra argolla, la que sería de él, y la tomó entre sus manos, luego la puso en su dedo medio, ella sentía esa mirada tan fija, tan intensa sobre su ser. Sebastián no podía dejar de mirarla, de admirarla, era algo raro de ver, tanta perfección, no pudo evitar el anhelar tener veinte años menos, ¿Cómo hubiese sido la vida si solo fueran ellos dos contra el mundo, sin la cruel venganza? Ahora era tarde para desearlo de esa ma
El golpeteo en la puerta los interrumpió, se alejaron, y Sebastián se veía molesto —¿Quién es? —exclamó —Papi, soy yo, por favor, puedo hablarte. Sebastián cambió su rostro a furioso, pero sintió la mano de Violeta sobre la suya —Por favor —susurró ella—. Fue engañada por Hugh, como tú y yo, merece una oportunidad, es tu hija del corazón. Esas palabras lograron calmar la bestia interior de Sebastián, quien asintió con lentitud, y abrió la puerta, Seraphyna entró —Seraphyna… —Vine a pedirte disculpas, papi, es que, Hugh me llena la cabeza de cosas, y tuve temor. Él dice que… —¿Qué dice? Dímelo. —Cree que Violeta solo quiere tu dinero. Violeta bajó la mirada —¿Así que eso piensa Hugh? —exclamó Sebastián, más tranquilo—. Duerme tranquila, hija, en realidad, tu hermano sabe bien que eso no es cierto, así que no te preocupes. —Lo siento. —No es a mí a quien debes disculpas —dijo levantando la mirada a Violeta Seraphyna se tensó, pero la miró —Lo siento, Violeta, no quise ser
Ella reaccionó al instante, dando un paso atrás, él lo sintió como un rechazo, pero no se dejó llevar, ella era muy joven, era natural que tuviera miedo, Sebastián contuvo sus sentidos, salieron de ahí y al bajar las escaleras, Sebastián tomó su mano, ella observó a Milena justo al pie de la escalera, su mirada sobre ellos era severa, pero ya no lucía como la niña asustada por creer ver a un fantasma, ahora su apariencia era la habitual para Sebastián, una cínica, una depredadora dispuesta a atacarlos, pero él estaba dispuesto a todo, no se lo permitiría —Hola, Sebastián —aunque ella intentó brindarle una mirada cálida, no lo logró, Sebastián lograba verla bien, todo lo malo que había en ella, opacaba la belleza voluptuosa que un día le gustó —Hola, Milena, es una lástima que hayamos arruinado su luna de miel, no fue nuestra intención, por cierto, ¿Dónde está Hugh? —Él tuvo que ir a la empresa de forma urgente —dijo y Sebastián la miró con ojos pequeños y severos, sabiendo que algo
Hugh salió tras Astrod, subió a su auto y lo siguió, pronto Astrod se dio cuenta de lo que hacía, decidió acelerar, no iba a darle el gusto de ser alcanzado, pero al cabo del tiempo él sintió temor, porque se dio cuenta de su gran estupidez, alertó a un psicópata sobre ser descubierto, supo que debía llegar a tiempo y llegar vivo, porque Hugh estaba dispuesto a todo, primero pensó que podría ser solo una paranoia, pero cuando comprobó que de verdad le perseguía, y que aceleraba cada vez más, no tuvo ni la menor duda, sabía que de detenerse, lo alcanzaría, su único destino era llegar con Sebastián, incluso temía que él corriera más peligro. Todo lo que tenía en mente Hugh era que Sebastián esperaba las pruebas, lo que le daba un punto de partida, si Sebastián no tenía pruebas, nadie le creería, podría acusarlo de loco, porque ¿Quién acusaría a su hijo del corazón de ser un cruel asesino a sangre fría? Aceleró, solo debía hacer algo bien para que todo volviera a la normalidad, y era aca
—¡Papi, suelta a mi hermano! —gritó Seraphyna, y esas palabras lo volvieron al ahora. Hugh se liberó y arregló su camisa —¿Qué sucede contigo, Padre? ¿Me has llamado asesino? ¿Por qué dices que soy un asesino? Dime, ¿Acaso tienes una prueba? —exclamó muy seguro, mientras por dentro temía por si Sebastián la tuviera consigo Sebastián le miró con tanta rabia, observando su gesto cínico, y teniendo la sospecha interior de que era el culpable de que su gran amigo Astrod ahora estuviese muerto. —¡Cállate, Hugh! Tu padre está mal, acaba de morir su mejor amigo, Astrod. —¿Cómo? ¡¿Astrod murió¡? —exclamó como si no lo supiera ya, Sebastián le miró con tal odio, a punto de lanzarse contra él, pero Violeta lo impidió —Seraphyna, lleva a tu padre a su habitación, por favor. Seraphyna la obedeció de inmediato y tomó la mano de su padre, Sebastián que estaba débil, lo aceptó y subieron —¡Espera, padre! Necesito saber porque que me ha llamado asesino —cuestionó Hugh, pero Violeta se puso ant
Hugh caminaba por los jardines, pensaba en las palabras de Milena, como si aún estuviera escuchándolas, resonaban en su interior «—¿Por qué la quieres tanto, Hugh? ¿Algún día me lo dirás?» Hugh pensó en eso, pensó en muchas cosas, quería olvidarlo todo, pero era imposible, sería inútil, no podía huir de sus macabros pensamientos, hasta que lo recordó por completo; una herida abierta, de las muchas que tenía en su interior: «Hace tres años, Hugh había abandonado por primera vez la universidad, tuvo una gran pelea con Sebastián, esté lo echó de casa a la calle, Hugh tenía malos amigos, y entre ellos, era un grupo de vagos y delincuentes, pensó de forma ingenua que, al lado de esos mequetrefes, podría hacerse de mucha plata, suficiente para no tener que soportar a Sebastián Hesant y sus limitaciones contra él. Al principio la pandilla solo se dedicaba a asaltos menores, pequeñas tiendas de barrios latinos, luego asaltos a casas de barrios pobres, pero pronto escalaron hasta secuestro