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Hugh caminaba por los jardines, pensaba en las palabras de Milena, como si aún estuviera escuchándolas, resonaban en su interior «—¿Por qué la quieres tanto, Hugh? ¿Algún día me lo dirás?» Hugh pensó en eso, pensó en muchas cosas, quería olvidarlo todo, pero era imposible, sería inútil, no podía huir de sus macabros pensamientos, hasta que lo recordó por completo; una herida abierta, de las muchas que tenía en su interior: «Hace tres años, Hugh había abandonado por primera vez la universidad, tuvo una gran pelea con Sebastián, esté lo echó de casa a la calle, Hugh tenía malos amigos, y entre ellos, era un grupo de vagos y delincuentes, pensó de forma ingenua que, al lado de esos mequetrefes, podría hacerse de mucha plata, suficiente para no tener que soportar a Sebastián Hesant y sus limitaciones contra él. Al principio la pandilla solo se dedicaba a asaltos menores, pequeñas tiendas de barrios latinos, luego asaltos a casas de barrios pobres, pero pronto escalaron hasta secuestro
En el colegio, Rori se adaptaba con rapidez, se había convertido pronto en el favorito de los maestros, era un genio para ciencias y matemáticas, estaba por irse, esperaría a Seraphyna para irse juntos. —¿Qué tanto hablabas con la maestra esa, la de sexto grado? —cuestionó Milena a su amiga Nía —Nada, solo, estaba diciéndome algo de clases, ni le puse atención. —Hablaron mucho. —Para nada. —No me agrada, se cree muy bonita y perfecta, pero en realidad debe ser una gran zorra. —No seas envidiosa, Sephy, deja a la profesora Betty Ramos en paz. Seraphyna hizo un gesto de fastidio —Comenzaré a planear mi fiesta de cumpleaños, ahora que papá volvió, lo haré en grande —dijo Seraphyna —¡Oh, vaya! No todos tienen la suerte de que papá regrese de la muerte, es como una especie de capítulo de «the walking dead» —dijo y rieron un poco—. Tu nuevo tío es muy guapo. —¿Tío? —Rori, así se llama, ¿No? —Seraphyna asintió—. ¿Sabes si tiene novia? —¿Y yo qué sé? ¿Qué pretendes, Nía? —Pues, po
Rori le miró con impacto —¡¿Qué demonios dices?! —Vamos, no sería la primera vez, recuérdalo, cuando comenzaste a juntarte con esos dos chicos y planearon robar una tienda, pero yo te hice desistir, si necesitas dinero, y Sebastián no quiere dártelo, siempre contarás conmigo, como antes. Sebastián se había quedado impactado con las palabras de Hugh, y Rori se alejó del alcance de Hugh —¡Yo nunca he robado! Yo no robé nada. —Mejor entrega el dinero, Rori, yo te voy a apoyar, todo va a quedar en familia —dijo Hugh alcanzando a tocar el hombro del chico, pero Rori se alejó intempestivo —¡No lo he hecho! —Rori, por favor, di la verdad —dijo Sebastián —No lo robé, no lo hice, pero si tanto duda de mí, lo dejaré dormir en paz —dijo. Rori caminó de prisa subiendo las escaleras y Seraphyna que observó su semblante, subió tras él, entró también a su recámara y lo observó empacar sus pertenencias —¡¿Qué haces? ¿A dónde crees que vas? —exclamó Seraphyna —¡Me largo! Tu padre me ha acusa
Un grito resonó por la mansión, era un grito de auxilio, que los hizo alejarse, fue tan inoportuno, pero a la vez angustiante, Violeta y Sebastián bajaron de inmediato, Seraphyna estaba al pie de la escalera, observando a Milena, junto a Hugh, Milena se desmayó y yacía sobre el suelo inerte, pronto corrieron a socorrerla —¿Qué fue lo que pasó? —exclamó Sebastián temiendo que la mujer hubiese caído por la escalera —Estábamos hablando, ella me preguntó si vi a alguien del servicio, y de pronto, solo cayó al suelo, papi, como una ficha de domino, se golpeó el cuerpo, ni siquiera pude detenerla —aseveró Seraphyna Hugh no parecía nada mortificado, y Sebastián cargó a la mujer hasta llevarla a su habitación, Violeta trajo alcohol y llamaron al médico, quien no encontró alguna causa aparente del desmayo de la mujer, pero pidió que debía hacerse un examen de sangre para descartar cualquier situación, antes de poder diagnosticarla, Milena parecía confusa, pero al cabo de un rato en que se fu
Al llegar comprobó que el auto de Violeta estaba ahí, bajó de inmediato y caminó adentro —¿Dónde está la señora? —En su habitación. —¿Seraphyna y Rori? —Ellos salieron a cenar, pidieron que le informara. La señora Milena está en un chequeo médico, y el señor Hugh está en el jardín. Sebastián asintió y caminó de prisa, hasta la habitación, entró con rapidez. Violeta estaba sentada sobre la cama, dando algunos ligeros golpecitos sobre la alfombra, alzó la vista y miró a Sebastián, se sorprendió de verlo llegar tan pronto, pero luego bajó la vista, no dijo nada, estaba pensando en esa cita con Pablo Lanzi, y pensando que había salido mal, por lo menos no había entregado ninguna información de la empresa, aunque estaba claro que tenían a un traidor adentro de la empresa, y sabía que tenía que ver con Milena y Hugh —¿Qué hacías con Pablo Lanzi? —exclamó Sebastián con firmeza, sus ojos eran severos, ella lo miró confusa, arrugando el ceño, pero supo que él lo sabía todo —¿Cómo lo sup
Hugh estaba desesperado, de pronto se abalanzó a sus pies, arrodillado, suplicando —¡Padre, por favor! No me eches de aquí, ¿Olvidas que yo soy tu hijo? ¿Lo harás por está mujer? Prometiste que serías mi padre para siempre, prometiste que nunca dejarías de amarme, ni por la muerte de mamá, ¿Lo olvidaste? Sebastián lo miró con desprecio, él lo quería, aún seguía haciéndolo, aún podía ver detrás de esos ojos verdes a aquel muchachito que creyó frágil y traumatizado por su verdadero padre, al que quiso ayudar y reconfortar, pero ahora, sabía que ante él había un demonio —Tienes hasta mañana cuando yo vuelva, no quiero verte en mi casa, hazme el favor de irte, antes de que te saque con la seguridad —espetó con dolor Hugh se levantó y pudo ver el odio brillar en sus pupilas, los miró a ambos, casi como si los maldijera, Violeta tosía, recuperándose del ataque, luego Hugh entró con rapidez a la mansión. Sebastián respiró, Violeta estaba petrificada, pero él se acercó a ella, tomó sus ho
Cuando Sebastián abrió los ojos, Violeta estaba entre sus brazos, pudo verla dormir, observar su hermoso rostro, incluso dormida parecía un dulce ángel, recordó las caricias de ayer, una sonrisa se formó en su rostro, y el deseo abrasador volvió a controlar su cuerpo, besó su pelo, y se levantó, observó una ligera mancha de sangre sobre las sábanas inmaculadas, no pudo negar algo de perplejidad y volvió de inmediato a la cama, él era su primer y único hombre, abrazó a su mujer y eso la despertó, ella abrió sus ojos adormilados —Te amo —dijo él y provocó una sonrisa en ella, era un dulce despertar, el teléfono de Sebastián resonó y él lo tomó, perdió la llamada, pero observó muchas más que había perdido, la mayoría eran de Hugh, hizo un gesto de fastidio, convencido de que él solo quería suplicar por quedarse en casa, pero ahora más que nunca, Sebastián estuvo seguro de que lo quería lejos de su vida y de la de Violeta, tomó la llamada cuando volvió a sonar —¿Qué quieres, Hugh? —¡¿Dó
Violeta se metió a la ducha, el agua fría corría refrescando su cuerpo, cuando él entró a su lado, ella sintió sus mejillas ruborizadas, sintió esos grandes manos abrazándose a su cuerpo, Sebastián depositó dulces besos por su espalda, y ella solo lo disfrutó —Ahora todo está bien, ya no tenemos que preocuparnos —dijo ella, colgando sus manos en su cuello Él asintió, besando sus labios con pasión, el agua corría por sus cuerpos, y él estrechó su cintura entre sus brazos, pegándola a su cuerpo, con su erección golpeando su vientre —Te amo, mi amor. Luego de la ducha ardiente, estuvieron listos, volverían al hospital, cuando bajaron la escalera observaron a Milena ahí, ellos se miraron impactados, sin entender, porque esa mujer estaba ahí, y no se había marchado con Hugh, ella los esperaba al bajar la escalera. —Supe lo de Seraphyna, me alegró que esté bien —dijo —Gracias, pero, ¿Qué haces aquí, Milena? —¿Cómo? —exclamó aturdida ante las palabras de Sebastián —Ayer corrí a Hugh d