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Hugh estaba desesperado, de pronto se abalanzó a sus pies, arrodillado, suplicando —¡Padre, por favor! No me eches de aquí, ¿Olvidas que yo soy tu hijo? ¿Lo harás por está mujer? Prometiste que serías mi padre para siempre, prometiste que nunca dejarías de amarme, ni por la muerte de mamá, ¿Lo olvidaste? Sebastián lo miró con desprecio, él lo quería, aún seguía haciéndolo, aún podía ver detrás de esos ojos verdes a aquel muchachito que creyó frágil y traumatizado por su verdadero padre, al que quiso ayudar y reconfortar, pero ahora, sabía que ante él había un demonio —Tienes hasta mañana cuando yo vuelva, no quiero verte en mi casa, hazme el favor de irte, antes de que te saque con la seguridad —espetó con dolor Hugh se levantó y pudo ver el odio brillar en sus pupilas, los miró a ambos, casi como si los maldijera, Violeta tosía, recuperándose del ataque, luego Hugh entró con rapidez a la mansión. Sebastián respiró, Violeta estaba petrificada, pero él se acercó a ella, tomó sus ho
Cuando Sebastián abrió los ojos, Violeta estaba entre sus brazos, pudo verla dormir, observar su hermoso rostro, incluso dormida parecía un dulce ángel, recordó las caricias de ayer, una sonrisa se formó en su rostro, y el deseo abrasador volvió a controlar su cuerpo, besó su pelo, y se levantó, observó una ligera mancha de sangre sobre las sábanas inmaculadas, no pudo negar algo de perplejidad y volvió de inmediato a la cama, él era su primer y único hombre, abrazó a su mujer y eso la despertó, ella abrió sus ojos adormilados —Te amo —dijo él y provocó una sonrisa en ella, era un dulce despertar, el teléfono de Sebastián resonó y él lo tomó, perdió la llamada, pero observó muchas más que había perdido, la mayoría eran de Hugh, hizo un gesto de fastidio, convencido de que él solo quería suplicar por quedarse en casa, pero ahora más que nunca, Sebastián estuvo seguro de que lo quería lejos de su vida y de la de Violeta, tomó la llamada cuando volvió a sonar —¿Qué quieres, Hugh? —¡¿Dó
Violeta se metió a la ducha, el agua fría corría refrescando su cuerpo, cuando él entró a su lado, ella sintió sus mejillas ruborizadas, sintió esos grandes manos abrazándose a su cuerpo, Sebastián depositó dulces besos por su espalda, y ella solo lo disfrutó —Ahora todo está bien, ya no tenemos que preocuparnos —dijo ella, colgando sus manos en su cuello Él asintió, besando sus labios con pasión, el agua corría por sus cuerpos, y él estrechó su cintura entre sus brazos, pegándola a su cuerpo, con su erección golpeando su vientre —Te amo, mi amor. Luego de la ducha ardiente, estuvieron listos, volverían al hospital, cuando bajaron la escalera observaron a Milena ahí, ellos se miraron impactados, sin entender, porque esa mujer estaba ahí, y no se había marchado con Hugh, ella los esperaba al bajar la escalera. —Supe lo de Seraphyna, me alegró que esté bien —dijo —Gracias, pero, ¿Qué haces aquí, Milena? —¿Cómo? —exclamó aturdida ante las palabras de Sebastián —Ayer corrí a Hugh d
Violeta regresó con Sebastián y él estaba en una llamada, Seraphyna parecía más tranquila, Violeta acarició sus cabellos dorados, y observó su gesto débil —Yo nunca quise que esto pasara, Violeta. —Claro que no, Seraphyna, Dios lo sabe también, pero debes saberlo, a veces, las personas tienen un destino forjado, y es inevitable cambiarlo, por desgracia, cuando la muerte llega, ya está escrita, es irremediable. —¿Si alguna cosa hubiese sido diferente…? Violeta tomó la mano de Seraphyna entre la suya, y eso le transmitió confianza —Escúchame, nada puede ser diferente, no hay nada que se pueda cambiar, todo es como debe ser, pero todo va a pasar, algún día, el dolor será menos, mientras tanto, solo mantente fuerte, respira, y abraza lo que tienes a tu alrededor, es la única forma de resurgir. Seraphyna sintió esperanza con sus palabras, y supo que Violeta era muy distinta a Milena, supo que Violeta era la mujer perfecta para hacer feliz a su papá. Cuando Hugh llegó al antiguo depar
La llevaron al mismo hospital donde Seraphyna estaba internada, esperaron pacientes, no eran capaces de dejarla simplemente ahí, Sebastián había dejado un mensaje a Hugh, de que debía ir a buscar a Milena al hospital. El doctor se acercó a ellos, y pudo darles información sobre la salud de Milena —Ella perdió al bebé —Violeta sintió compasión por la mujer, le dolía que enfrentara eso, porque para Violeta ser madre debía ser algo hermoso, y a pesar de que Milena era una mala persona, no deseaba algo cruel para ella—. Estaba por cumplir dos meses. —¿Dos meses? —exclamó con sorpresa Sebastián, aunque dentro de sí ya no era tan increíble, miró a Violeta, y ambos se convencieron de la clase de mujer que era Milena —Sí, aunque hemos hecho un legrado y después de todo ella está estable, hemos decidido realizarle unos estudios a profundidad, por lo que la dejaremos internada esta noche, y mañana le daremos de alta a mediodía. —Está bien. Cuando el doctor se marchó, llegó Hugh, Sebastián
Al día siguiente, cuando fueron al hospital, antes de ir por Seraphyna fueron a ver a Milena, Hugh no estaba ahí, el doctor estaba enfadado, pues habían dejado a la paciente abandonada —Lo lamento, mi hijo es un irresponsable. —Entiendo, mire, hemos hecho unos estudios a la paciente, ayer los hicimos, hoy repetimos para asegurarnos, pero son definitivos. —¿Qué sucede? —exclamó Sebastián ante el tono alarmante del doctor—. ¿Ella está bien? —Tiene cáncer cervicouterino en una etapa muy avanzada. Violeta y Sebastián estaban impactados ante tan trágica situación. —¿Ella debe comenzar un tratamiento? ¿Tiene posibilidades de recuperarse? —exclamó Violeta —En este caso el tratamiento será paliativo, debido al avanzado estado de la enfermedad, no puedo darle salvo seis meses de vida, pero dependerá del tratamiento y la fortaleza de su cuerpo. —Ella… ¿Lo sabe? —Acabamos de decirlo. El doctor se marchó luego de decir, y Hugh llegó, Sebastián habló con él, pero notó esa actitud abominab
Rori caminaba sin rumbo, sentía una decepción golpear su corazón, un auto manejaba a su paso, y el sonido de un claxon resonando lo alertó, cuando levantó la mirada, era Betty Ramos quien estaba en el auto —¿Por qué caminas tanto? Vamos, sube —dijo la maestra, Rori sonrió y asintió, subiendo a su lado, pronto manejó —No quiero desviarla. —No lo harás, ¿Qué te pasa? Te ves triste —dijo la mujer —Nada, ya sabe, solo un mal día. —No me hables de usted, por favor, haces que me sienta muy vieja, apenas tengo veintiocho años, te llevaré aproximadamente diez años, no creo que sean tantos. Rori sonrió —Es la costumbre, Betty. —Te invito a tomar un café y verás que estarás mejor. Él la miró extrañado, pero al final aceptó. Sebastián estaba con Vladimir, platicaban al respecto del viaje a la Isla de Sur —Ahora no es un buen momento, Vladimir, tengo algunos problemas, y temo dejar a mi esposa sola. —Lo entiendo, debe ser una situación tan difícil saber que hay una persona dispuesta a
Rori llegó a casa más tarde, y Violeta lo encontró —¿De dónde vienes? Mira la hora que es, pasan de las once, es muy tarde. Él la miró con desespero, no estaba de ánimo, y además estaba ilusionado por la presencia de Betty Ramos en su vida —No soy un niño, ¿Lo olvidas, Violeta? Déjame tranquilo. —¡¿Qué es esa forma de hablarme?! Eres un insensato, ¿Qué sucede con el respeto, Rori? Él se detuvo, y se sintió culpable —Lo siento, solo, no estoy de ánimo. —¿Es por Seraphyna? Él la miró incrédulo de que ella lo supiera —¿Ella te lo dijo? —Violeta asintió —No ha dejado de llorar por ti. —¿Llorar? —exclamó perturbado, pero luego se convenció de que todo era una simple mentira—. ¡Imposible! No me lo creo, ella no tiene sentimientos, ¿Te dijo lo que me hizo? Violeta asintió y le pidió que fuera con ella al salón principal, tomaron asiento —Rori, no todas las personas han tenido la vida amorosa que nosotros tenemos, hay quienes han tenido una vida cruel, triste, sola, mira a Sebasti