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—¿Estabas soñando con Hugh? —exclamó y Sebastián no pudo ocultar su molestia en su rostro, temía que Violeta siguiera amando a ese hombre Ella se enderezó, y tomó su mano —Fue una pesadilla. Él la miró con duda —¿Qué soñaste, amor? —Soñé sobre el día en que mataron a mi padre. —Cuéntame —dijo con intriga, observando su rostro triste, aún sostuvo su mano —Es que, cuando a mi padre lo secuestraron, fui yo quien tuvo que reunir el dinero, mi padre había ahorrado toda su vida, tres millones de dólares, tomé todo el dinero y lo llevé en dos maletas, ellos, los secuestradores pidieron que lo dejara en un maletero de un coche viejo, en un estacionamiento abandonado, así lo hice, y me dijeron que mi padre estaría en su propio auto, que estaría estacionado, cuando llegué, así fue, pero… —Violeta sintió que su voz se rompía por el llanto, limpió sus lágrimas, sintiendo ese nudo apresar su garganta—. Pero, mi padre estaba muerto, tenía golpes terribles en su cabeza, ¡Me lo mataron, Sebasti
Sebastián tomó asiento, pero tenía la mandíbula apretada, ese gesto de furia, y frustración, era increíble como Hugh sacaba lo peor de su persona, y no podía controlarlo, luego sintió la mano de Violeta, que la acariciaba con suavidad, sonrió al verla, y fue extraño sentir que, entre sus manos, con un solo gesto dulce, ella podía calmar su bestia interior, volverse un mejor hombre solo para ella. Pronto se sirvió la cena, y después saludaron a varios colegas de Sebastián, más tarde comenzaron a bailar, la música y la velada eran realmente buenas y disfrutable. Cuando bailaron, él tomó su mano entre la suya, la acercó a su cuerpo, y pudo percibir todas las miradas sobre ellos, las personas les miraban perplejas, gestos de envidia, morbo, alegría y hasta de coraje, cuando Sebastián observó los ojos de su amada, nada de eso importó ya, porque ella era su mundo, y olvidó por completo que todos los demás existían, solo eran ellos dos en su universo de amor eterno, eran felices, eso era in
—Suéñalo, Alfredo, ustedes serán lo que son, solo mi sombra —aseveró con furia y se alejó, pero Sebastián se veía descontrolado, Hugh lo notó y se acercó a él aprovechando la ocasión—Padre, ¿Qué te sucede? ¿Te ves fuera de control?—¿Dónde está Violeta?—No lo sé, estaba por aquí, quizás en el jardín.Caminaron juntos, y salieron, entonces pudieron verla, estaba a unos pasos de ellos, hablando con ese hombre, con Pablo Lanzi, y Sebastián sintió que podía morir de terribles celos solo de verla con ese hombre—Ya lo ves con tus propios ojos, mira lo que es, fue lo mismo que me hizo a mí, cuando te encontró a ti, no pensó en olvidarme para comenzar una relación contigo, y ahora, que encontró a Pablo, siendo joven y adinerado, no pensará las cosas, y te dejará a ti también.Sebastián sostuvo a Hugh del cuello con fuerza, con una sola mano, quitándole el aire—¡Cállate! —exclamó mordiendo sus palabras con furia—. Puedes decir lo que quieras, pero sé que estás detrás de todo esto, ¡Aléjate
Cuando Violeta despertó a la mañana siguiente estaba envuelta en los cálidos brazos de su marido, él aún dormía y ella pudo tocar con sus manos su precioso rostro, era un hombre muy varonil, rastros de su barba ligeramente asomaban en su piel, ella tocó con la punta de su dedo índice su nariz, y también rozó sus labios gruesos, y rosados, sus pestañas eran muy largas, era tan atractivo, y hasta ese momento supo cuánto le gustaba, sonrió y dejó la cama para darse una ducha, Violeta pensó en lo mucho que la vida le había cambiado, y aunque algunas vez renegó de su destino, ahora estaba segura de que era brillante y era feliz. Al salir se vistió y bajó de inmediato, dejando aún dormir a su esposo, escuchó unos ruidos abajo y entre más se acercó supo que se trataba de una discusión—¡¿Con quién estabas?! ¿Con quién te estás metiendo, Rori? ¡Debe ser una mujerzuela!—¡Tal vez, pero no debe ser una mujerzuela como tú!Seraphyna le miró con gran desprecio, ella quiso golpear su mejilla, per
Sebastián habló con Vladimir, y él estuvo muy convencido de acompañarlos, luego le pidió a Dante el favor de cuidar de Rori y Seraphyna en su ausencia, ahora solo podía confiar en ese hombre, que estuvo muy seguro de aceptar. Sebastián dejó ir el rumor de que solo estaría en un viaje a Malibú, y que usaría el avión privado, tuvo mucho cuidado de no decir nada de nada, no quería que Hugh sospechara que volvería a Islas del Sur, no quería darle ideas y que se volviera peligroso, pero Sebastián pensó que su hijo estaba arruinado, ya no tenía de dónde sacar recursos para intentar lastimarlo, aunque después de todo, uno nunca podía estar seguro de nada en la vida. Violeta hablaba a solas con Rori—Y entonces, ¿No irás a Malibú como nos dijiste?Ella siseó—Escucha, Rori, esto es muy importante, es de vida o muerte, nadie puede saberlo.Rori rio un poco —¡Venga, hermanita, no seas dramática! —exclamó—Oye, vuelve al chico maduro que eras, necesito un poco de seriedad. —Bien —dijo él enco
Sebastián y Violeta se negaron a que Rori y Seraphyna los acompañaran al aeropuerto, viajaron a Malibú para evitar sospechas y de ahí, abordaron un avión privado que los llevaría a la isla, iban junto a Vladimir, era un viaje largo.Seraphyna espiaba a Rori, y pudo seguirlo cuando pidió un taxi para ser llevado a un lugar, ella condujo tras del auto, ahora todo lo que le importaba era saber quién era la chica con la que Rori salía, ella sentía mucha tristeza, de que él no la hubiese perdonado, pero ahora también estaba muy celosa.Lo vio entrar a un hotel, pero no tenía valor suficiente para adentrarse y conocer toda la verdad, cuando por fin obtuvo valentía, estacionó y entró, pidió a la recepcionista que le dijera la habitación del chico que acababa de entrar, sin embargo, cuando la mujer se negó, ella no escatimó e
—Mira que hermosa. —¡No la toques! —gritó con fuerza—. Escúchame tengo millones de dólares, puedo dárselos ahora, ¡Serán muy ricos justo ahora! Los hombres se miraron entre sí y se alejaron —¡Oigan! ¡Violeta! —¡Estoy aquí! —gritó asustada —Dime que estás bien. —Estoy… estoy bien, pero tengo miedo… —¡Escúchame, mi amor, no tengas miedo! Juro que te salvaré, juro que estaremos bien. Violeta temblaba, lloraba, tenía los ojos vendados, igual que Sebastián, no podían verse, estaban dándose la espalda atados a unas sillas de madera, pero más cerca de lo que pensaban. Sebastián tenía el peor de los miedos, no temía más por él, sino por ella, por su Violeta, no quería que la lastimarán, luchaba contra las sogas, era imposible desatarse, pero estaba dispuesto a pagar cualquier precio, solo porque Violeta fuera libre y salva. Los dos tipos de mala sangre se miraron entre sí —¿Es cierto que tiene tanto dinero? —¡Qué sí! Es un billonario, te digo, si su hijo nos va a pagar diez millones
Cuando fueron bajados del auto, aún Seraphyna y Rori iban tomados de la mano—¡Tengo miedo, Rori! —sollozaba, él la sostuvo con fuerza, aunque quisiera negarlo, él mismo también temíaEntraron a ese lugar, y fueron llevados por los guardias, ahora hombres vestidos de blanco—¡No somos adictos, lo juro! Háganos antidoping, saldremos limpios.Los guardias y un doctor que se acercó a ellos se miraron confabulados, el doctor hizo una seña, y los guardias los sujetaron, mientras una enfermera les inyectaba, ambos gritaron enloquecidos, sus manos se soltaron—¡Déjenla! —gritó Rori, pero tuvo la misma suerte que Seraphyna y fue pinchado, luego quedaron en un trance, mientras sus cuerpos se desvanecían en el suelo.Pablo no podía dormir, pensaba en Violeta, que era demasiado joven para morir—