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Todos los capítulos de Esposa por despecho: Capítulo 11 - Capítulo 20
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Capítulo XI: Simple beso
—Gracias, ¿Cómo…? —No me preguntes más —Sebastián se acercó a ella, y limpió sus lágrimas con las yemas de sus dedos, provocando que ella se estremeciera—. Toma —él sacó de su bolsillo una caja, la abrió y sacó un anillo con una piedra de rubí, ella se quedó muda al verlo —Esto es… —Es tu anillo de compromiso, suelo hacer todo al revés, debí dártelo antes —dijo mientras lo ponía en su dedo anular, y quedaba perfecto, luego también le puso otra sortija, era la de esposos, ella la miró bien, antes de que la pusiera notó que tenían sus iniciales «V&S» ella observó la otra argolla, la que sería de él, y la tomó entre sus manos, luego la puso en su dedo medio, ella sentía esa mirada tan fija, tan intensa sobre su ser. Sebastián no podía dejar de mirarla, de admirarla, era algo raro de ver, tanta perfección, no pudo evitar el anhelar tener veinte años menos, ¿Cómo hubiese sido la vida si solo fueran ellos dos contra el mundo, sin la cruel venganza? Ahora era tarde para desearlo de esa ma
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Capítulo XII: Hiedra
El golpeteo en la puerta los interrumpió, se alejaron, y Sebastián se veía molesto —¿Quién es? —exclamó —Papi, soy yo, por favor, puedo hablarte. Sebastián cambió su rostro a furioso, pero sintió la mano de Violeta sobre la suya —Por favor —susurró ella—. Fue engañada por Hugh, como tú y yo, merece una oportunidad, es tu hija del corazón. Esas palabras lograron calmar la bestia interior de Sebastián, quien asintió con lentitud, y abrió la puerta, Seraphyna entró —Seraphyna… —Vine a pedirte disculpas, papi, es que, Hugh me llena la cabeza de cosas, y tuve temor. Él dice que… —¿Qué dice? Dímelo. —Cree que Violeta solo quiere tu dinero. Violeta bajó la mirada —¿Así que eso piensa Hugh? —exclamó Sebastián, más tranquilo—. Duerme tranquila, hija, en realidad, tu hermano sabe bien que eso no es cierto, así que no te preocupes. —Lo siento. —No es a mí a quien debes disculpas —dijo levantando la mirada a Violeta Seraphyna se tensó, pero la miró —Lo siento, Violeta, no quise ser
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Capítulo XIII: Bala perdida
Ella reaccionó al instante, dando un paso atrás, él lo sintió como un rechazo, pero no se dejó llevar, ella era muy joven, era natural que tuviera miedo, Sebastián contuvo sus sentidos, salieron de ahí y al bajar las escaleras, Sebastián tomó su mano, ella observó a Milena justo al pie de la escalera, su mirada sobre ellos era severa, pero ya no lucía como la niña asustada por creer ver a un fantasma, ahora su apariencia era la habitual para Sebastián, una cínica, una depredadora dispuesta a atacarlos, pero él estaba dispuesto a todo, no se lo permitiría —Hola, Sebastián —aunque ella intentó brindarle una mirada cálida, no lo logró, Sebastián lograba verla bien, todo lo malo que había en ella, opacaba la belleza voluptuosa que un día le gustó —Hola, Milena, es una lástima que hayamos arruinado su luna de miel, no fue nuestra intención, por cierto, ¿Dónde está Hugh? —Él tuvo que ir a la empresa de forma urgente —dijo y Sebastián la miró con ojos pequeños y severos, sabiendo que algo
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Capítulo XIV: Asesino
Hugh salió tras Astrod, subió a su auto y lo siguió, pronto Astrod se dio cuenta de lo que hacía, decidió acelerar, no iba a darle el gusto de ser alcanzado, pero al cabo del tiempo él sintió temor, porque se dio cuenta de su gran estupidez, alertó a un psicópata sobre ser descubierto, supo que debía llegar a tiempo y llegar vivo, porque Hugh estaba dispuesto a todo, primero pensó que podría ser solo una paranoia, pero cuando comprobó que de verdad le perseguía, y que aceleraba cada vez más, no tuvo ni la menor duda, sabía que de detenerse, lo alcanzaría, su único destino era llegar con Sebastián, incluso temía que él corriera más peligro. Todo lo que tenía en mente Hugh era que Sebastián esperaba las pruebas, lo que le daba un punto de partida, si Sebastián no tenía pruebas, nadie le creería, podría acusarlo de loco, porque ¿Quién acusaría a su hijo del corazón de ser un cruel asesino a sangre fría? Aceleró, solo debía hacer algo bien para que todo volviera a la normalidad, y era aca
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Capítulo XV: La compasión de un maldecido
—¡Papi, suelta a mi hermano! —gritó Seraphyna, y esas palabras lo volvieron al ahora. Hugh se liberó y arregló su camisa —¿Qué sucede contigo, Padre? ¿Me has llamado asesino? ¿Por qué dices que soy un asesino? Dime, ¿Acaso tienes una prueba? —exclamó muy seguro, mientras por dentro temía por si Sebastián la tuviera consigo Sebastián le miró con tanta rabia, observando su gesto cínico, y teniendo la sospecha interior de que era el culpable de que su gran amigo Astrod ahora estuviese muerto. —¡Cállate, Hugh! Tu padre está mal, acaba de morir su mejor amigo, Astrod. —¿Cómo? ¡¿Astrod murió¡? —exclamó como si no lo supiera ya, Sebastián le miró con tal odio, a punto de lanzarse contra él, pero Violeta lo impidió —Seraphyna, lleva a tu padre a su habitación, por favor. Seraphyna la obedeció de inmediato y tomó la mano de su padre, Sebastián que estaba débil, lo aceptó y subieron —¡Espera, padre! Necesito saber porque que me ha llamado asesino —cuestionó Hugh, pero Violeta se puso ant
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Capítulo XVI: Testigo de la escena de crimen
Hugh caminaba por los jardines, pensaba en las palabras de Milena, como si aún estuviera escuchándolas, resonaban en su interior «—¿Por qué la quieres tanto, Hugh? ¿Algún día me lo dirás?» Hugh pensó en eso, pensó en muchas cosas, quería olvidarlo todo, pero era imposible, sería inútil, no podía huir de sus macabros pensamientos, hasta que lo recordó por completo; una herida abierta, de las muchas que tenía en su interior: «Hace tres años, Hugh había abandonado por primera vez la universidad, tuvo una gran pelea con Sebastián, esté lo echó de casa a la calle, Hugh tenía malos amigos, y entre ellos, era un grupo de vagos y delincuentes, pensó de forma ingenua que, al lado de esos mequetrefes, podría hacerse de mucha plata, suficiente para no tener que soportar a Sebastián Hesant y sus limitaciones contra él. Al principio la pandilla solo se dedicaba a asaltos menores, pequeñas tiendas de barrios latinos, luego asaltos a casas de barrios pobres, pero pronto escalaron hasta secuestro
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Capítulo XVII: Deseos y malos entendidos
En el colegio, Rori se adaptaba con rapidez, se había convertido pronto en el favorito de los maestros, era un genio para ciencias y matemáticas, estaba por irse, esperaría a Seraphyna para irse juntos. —¿Qué tanto hablabas con la maestra esa, la de sexto grado? —cuestionó Milena a su amiga Nía —Nada, solo, estaba diciéndome algo de clases, ni le puse atención. —Hablaron mucho. —Para nada. —No me agrada, se cree muy bonita y perfecta, pero en realidad debe ser una gran zorra. —No seas envidiosa, Sephy, deja a la profesora Betty Ramos en paz. Seraphyna hizo un gesto de fastidio —Comenzaré a planear mi fiesta de cumpleaños, ahora que papá volvió, lo haré en grande —dijo Seraphyna —¡Oh, vaya! No todos tienen la suerte de que papá regrese de la muerte, es como una especie de capítulo de «the walking dead» —dijo y rieron un poco—. Tu nuevo tío es muy guapo. —¿Tío? —Rori, así se llama, ¿No? —Seraphyna asintió—. ¿Sabes si tiene novia? —¿Y yo qué sé? ¿Qué pretendes, Nía? —Pues, po
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Capítulo XVIII: Inocencia
Rori le miró con impacto —¡¿Qué demonios dices?! —Vamos, no sería la primera vez, recuérdalo, cuando comenzaste a juntarte con esos dos chicos y planearon robar una tienda, pero yo te hice desistir, si necesitas dinero, y Sebastián no quiere dártelo, siempre contarás conmigo, como antes. Sebastián se había quedado impactado con las palabras de Hugh, y Rori se alejó del alcance de Hugh —¡Yo nunca he robado! Yo no robé nada. —Mejor entrega el dinero, Rori, yo te voy a apoyar, todo va a quedar en familia —dijo Hugh alcanzando a tocar el hombro del chico, pero Rori se alejó intempestivo —¡No lo he hecho! —Rori, por favor, di la verdad —dijo Sebastián —No lo robé, no lo hice, pero si tanto duda de mí, lo dejaré dormir en paz —dijo. Rori caminó de prisa subiendo las escaleras y Seraphyna que observó su semblante, subió tras él, entró también a su recámara y lo observó empacar sus pertenencias —¡¿Qué haces? ¿A dónde crees que vas? —exclamó Seraphyna —¡Me largo! Tu padre me ha acusa
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Capítulo XIX: Brutal honestidad.
Un grito resonó por la mansión, era un grito de auxilio, que los hizo alejarse, fue tan inoportuno, pero a la vez angustiante, Violeta y Sebastián bajaron de inmediato, Seraphyna estaba al pie de la escalera, observando a Milena, junto a Hugh, Milena se desmayó y yacía sobre el suelo inerte, pronto corrieron a socorrerla —¿Qué fue lo que pasó? —exclamó Sebastián temiendo que la mujer hubiese caído por la escalera —Estábamos hablando, ella me preguntó si vi a alguien del servicio, y de pronto, solo cayó al suelo, papi, como una ficha de domino, se golpeó el cuerpo, ni siquiera pude detenerla —aseveró Seraphyna Hugh no parecía nada mortificado, y Sebastián cargó a la mujer hasta llevarla a su habitación, Violeta trajo alcohol y llamaron al médico, quien no encontró alguna causa aparente del desmayo de la mujer, pero pidió que debía hacerse un examen de sangre para descartar cualquier situación, antes de poder diagnosticarla, Milena parecía confusa, pero al cabo de un rato en que se fu
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Capítulo XX: Donde nace el amor
Al llegar comprobó que el auto de Violeta estaba ahí, bajó de inmediato y caminó adentro —¿Dónde está la señora? —En su habitación. —¿Seraphyna y Rori? —Ellos salieron a cenar, pidieron que le informara. La señora Milena está en un chequeo médico, y el señor Hugh está en el jardín. Sebastián asintió y caminó de prisa, hasta la habitación, entró con rapidez. Violeta estaba sentada sobre la cama, dando algunos ligeros golpecitos sobre la alfombra, alzó la vista y miró a Sebastián, se sorprendió de verlo llegar tan pronto, pero luego bajó la vista, no dijo nada, estaba pensando en esa cita con Pablo Lanzi, y pensando que había salido mal, por lo menos no había entregado ninguna información de la empresa, aunque estaba claro que tenían a un traidor adentro de la empresa, y sabía que tenía que ver con Milena y Hugh —¿Qué hacías con Pablo Lanzi? —exclamó Sebastián con firmeza, sus ojos eran severos, ella lo miró confusa, arrugando el ceño, pero supo que él lo sabía todo —¿Cómo lo sup
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