El personal se queda examinan a Mía, mientras yo me cambiaba mi ropa húmeda.Al regresar a la habitación en la que nos pusieron, la otra madre que estaba cuidando de su hijo pequeño, seguís mirándome con odio y no entendía cuál era su problema, después de todo, no la conocía.—¿Cómo te llamas?—Zoe.—Zoe, la bebé, va a estar bien. Debemos esperar los resultados de los exámenes que se le están tomando y podrás llevártela a casa. ¿Está bien?—Sí, gracias enfermera...—Dime Clarisa, búscame si necesitas ayuda.—Muchas gracias, señora Clarisa.—Volveré luego.Asiento con la cabeza en lugar de responderle. La enfermera Clarisa, transmitía seguridad y amor maternal. Se veía que era una mujer dulce y compasiva.Aparentaba ser joven, pero por la manera en cómo me trataba, parecía que debía tener unos treinta y cinco a cuarenta años.Después de que todos salieran de la habitación, me acerco a la pequeña a quien he nombrado Mía. Ella dormía tranquilamente, la habían envuelto en mantas térmicas
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