—Hola. ¿Quién habla?
—Hola jefe, habla Zoe.
—Zoe, ¿dónde estás? Tu turno empezó hace rato.
—Lo siento mucho, señor José. Me ha surgido un accidente y me encuentro en el hospital en este momento. Siento mucho no cumplir con mi turno el día de hoy, puede descontarlo de mi sueldo. Lo siento.
—¿El hospital? ¿Muchacha estás bien?
—Sí, señor José. Lamento no ir al trabajo.
—No te preocupes, nunca sueles llegar tarde y menos faltar. Como es la primera vez, te lo pasaré. Infórmame cuando te den de alta. Puedes tomarte el resto de la semana libre, no lo descontaré de tu pago, quédate tranquila.
—Muchas gracias, señor José. Muchas gracias.
—Muy bien, colgaré.
—Sí.
Sonrío al saber que tenía un buen jefe. El señor José es un hombre de cuarenta y un años, nunca tuvo hijos y esposa. Tiene un restaurante de comida italiana pequeño cerca a mi casa.
Desde que cumplí quince años he estado trabajando para él. Actualmente, tengo diecisiete, en cuatro meses cumplo la mayoría de edad y terminaré la escuela.
Había comenzado a trabajar para él con el fin de conseguir dinero suficiente para la universidad. También tengo dos trabajos más de medio tiempo. Uno en una cafetería, en el cual trabajo los días lunes y martes desde las dos de la tarde hasta las doce de la noche.
En el restaurante del señor José suelo trabajar los días viernes después de la escuela, los sábados y domingos todo el día. Mientras que los días miércoles y jueves trabajo en una panadería después de clases hasta las diez de la noche.
Siempre que salgo de trabajar y llego a casa es cuando me siento a terminar mis deberes escolares. Aunque por lo general suelo hacerlos cuando estoy en la escuela, de esa manera no me preocupo al llegar a casa después del trabajo.
Con lo que ganaba en mis tres trabajos y lo que ganaba mi abuela, teníamos para sobrevivir tranquilamente.
Cuando mi madre se casó con mi padre, consiguió hacer que la casa que compraron juntos quedara a mi nombre. Siempre fue muy inteligente, ella sabía que de esa manera no debía preocuparme por tener un techo donde vivir.
Mi padre nos dejó después de volverse adicto a las apuestas y al trago. Después mi madre se enteró de que mi padre tenía una amante y un hijo con esa mujer. Dos semanas luego de que descubriera ese hecho, ella murió en un accidente de auto y desde entonces estoy sola con mi abuela.
Él no quiso saber nada más de mí, según él, yo era su desgracia. Fue mi abuela quien cuidó de mí tras la muerte de mi madre y estoy agradecida con ella por haberme cuidado.
Para ella no era fácil cuidar a su nieta estando sola. Mi abuelo murió de un infarto al corazón antes de que yo naciera, no tuvo más hijos y la única hija que tuvo, murió joven. Por tanto, nuestra familia únicamente se conforma a por ella y por mí, pero parece que el destino tenía planeado que una nueva integrante llegará a nosotras.
—Creo que tengo que llamar a la abuela para darle la noticia.
Suspiro varias veces y me pongo nerviosa antes de llamarla.
Por lo general, mi abuela suele ser una mujer dulce, pero tiene su carácter español.
—Abuela.
—¿Zoe? ¿Qué sucede mi niña?
—Yo... Estoy en el hospital, no te asustes, te conozco. Yo estoy bien, ha surgido algo y considero que deberías venir.
—Llegaré en diez minutos.
—Ten cuidado, por favor.
—Espérame mi niña, ya estoy saliendo para allá.
—De acuerdo, te esperaré.
Cuelgo la llama y en ese momento entra la señora Clarisa en la habitación.
—¿Pudiste llamar a tu familiar?
—Sí, muchas gracias. Aquí tiene.
—¿Tu madre vendrá?
—No, ella murió hace muchos años. Vendrá mi abuela en su lugar, no tardará en llegar.
—Lamento lo de tu madre.
—No se preocupe, pasó hace mucho.
Ella estaba por hablar, cuando de la nada mi estómago comienza a sonar con fuerza y hace que me avergüence.
—Lo siento.
—¿Has comido algo?
—No, señora, no tuve tiempo de comer.
Ella me mira con algo de lástima y lleva su mano hasta el bolsillo de su pantalón.
—Ten, toma este dinero y ve a la cafetería por algo de comer. Yo me quedaré con Mía, la cuidaré hasta que llegues.
—No se preocupe, puedo esperar a que llegue mi abuela.
Intento devolverle el dinero, pero ella se niega a recibirlo y lo que hace es sacarme de la habitación.
—Anda, ve por algo de comida.
Iba a contradecirla, pero ella cierra la puerta para que no pueda refutar. Sonrío por lo buena persona que es.
Sonrío por haberme topado con una persona como ella.
Me giro para ir a la cafetería por algo para comer, doy unos cuantos pasos y siento que me sujetan del brazo para tirarme contra la pared.
—¿Es ella?
—¡¿Qué te pasa?!
—Fue ella joven amo, ella dijo que arderé en el infierno.
Escucho la fastidiosa voz de la mujer de antes, la miro con ira y después al sujeto que me tenía contra la pared.
—Suéltame, me estás lastimando.
—Discúlpate.
—¿Disculpa? No hice nada malo.
Apenas digo esas palabras, siento como me arroja al suelo y me sujeta del cabello con fuerza obligándome a verlo a los ojos.
—Dije que te disculpes.
—No.
—¿Por qué?
—No hice nada malo, fue ella quien no dejó de insultarme. No me disculparé por decir la verdad.
—Mientes.
—No miento.
—Si lo haces, no solo me dijiste que arderé en el infierno. También me disté una bofetada, yo no te hice nada.
—Usted es una mentirosa señora.
Aquel sujeto debía tener más de veinte años, aunque su belleza resaltaba. Sus ojos transmitían mucho miedo. Lo cual hace que mi instinto actúe de nuevo.
—Lo siento.
—Eso quería oír.
Me suelta para después tirarme al suelo.
—Vamos.
—Sí, joven amo.
Este se va no sin antes pisarme la mano. No hago ningún ruido de dolor. La mujer se acerca a mí y susurra en voz baja antes de marcharse.
—Tú serás quien arda.
La miro con odio aún tirada en el suelo, mientras que esta me mira con superioridad. Los observo irse y me fijo en el tatuaje que él tenía en su mano, era un halcón.
—Juro que serán ustedes quienes se arrepientan algún día.
Me levanto furiosa por haber cedido a mi miedo ante este hombre. No suelo ser así, siempre he sido alguien de carácter fuerte. Aunque naciera en New York, mi sangre española era la que más salía a flote cuando me enfadaba.
—Se arrepentirán, lo juro.
Estaba vez consigo ir sin problemas hasta la cafetería. La furia crecía en mí una y otra vez, todo el que pasaba por mi lado, me evitaba.¿Cómo pude ser tan tonta y dejar que el miedo se apoderará de mí?Tuve que respirar varias veces para conseguir calmarme, pero no lo consigo. Estaba tan enojada que no me di cuenta de que había golpeado la mesa y levantado gritando lo idiota que era él.El haber gritado hace que muchos me miren como un bicho raro. Me vuelvo a sentar y termino de comer mi sándwich y mi jugo.La furia que sentía se va de inmediato cuando observo a mi abuela ingresar a la clínica. Detengo mi caminar para acercarme a ella.—¿Estás bien?—Sí, abuela. No te preocupes.—¿Por qué traes esa ropa?—No tenía un paraguas conmigo, tuve que correr bajo el agua. La enfermera me ha dado su uniforme para no enfermarme.—¿Por qué estás aquí? Si estás bien, vamos a casa.—No podemos irnos.—¿Por qué no?—Mía está aquí.—¿Quién es Mía?—No podemos hablar aquí, lo haremos en casa. Prome
—Comprendo. Me alegra informar que no hay nada malo que pueda poner en riesgo la vida de Mía, aunque encontramos que sufre de asma, parece que es hereditario. Tendrán que vigilar que no tenga un ataque, le recetaré algo por si sufre de algún ataque. Aún es pequeña, el hecho de que no tenga más de dos semanas de haber nacido, demuestra lo fuerte que es. Así que no hay de qué preocuparse.Sonrío al saber que ella estaba bien y agradezco por ello.—Muchas gracias, doctor.—No hay de qué, señorita.—Clarisa, ya puedes darle el alta a la bebé. Debo irme, no dude en venir por si sucede algo.—Muchas gracias.El doctor se va dejándonos solas de nuevo, me dejo caer en el suelo y lloro al saber que ella estaba bien.—Gracias, Dios mío, gracias...—Zoe.—Tenía miedo, abuela, creí que ella moriría.—Mi niña.Mi abuela me abraza como cuando lo hacía de niña para que me tranquilice. Una vez que consigo calmarme, miro a la señora Clarisa a la espera de que diga algo y luego miro a Mía que dormía en
Me había enamorado de un conjunto color rosa pastel. Traía su blusita, pantaloncito, medias, guantes y un gorrito, todo en rosa pastel con algunos detalles en blanco. Una de las vendedoras nos permite vestir a la bebé en uno de los vestidores, se veía hermosa con ese conjunto. Beso, su cabecita y sonrío. —Mía, soy Zoe, tu nueva mamá. Te prometo que te cuidaré y haré que te conviertas en una niña muy fuerte. No sabía si era normal el sentir aquel sentimiento que estaba experimentando. Pero me sentía completa con la pequeña Mía, era como si de verdad fuera mi hija y a quien había comenzado a amar con sinceridad. Salgo con ella en mis brazos, cuando mi abuela y la señora Clarisa la ven vestida, se dejan llevar por su instinto maternal y comienzan a expresar lo bella que se ve. Incluso las vendedoras del almacén se emocionaron al verla. —Hemos escogido varias cosas para Mía, espero que te guste. Observo a la señora Clarisa, quien estaba enseñando varios conjuntos. Al igual que cobija
—Siempre que la alimentes debes sacarle los gases, de esta manera. ¿Lo entiendes?—Lo entiendo perfectamente.—Muy bien, cuando llegue el momento de cambiarle sus pañales, te explicaré como se hace y también de cómo debes bañarla.—De acuerdo, gracias abuela. No sé qué haría sin ti.—Estamos juntas en esto, jamás te dejaría sola.—Lo aprecio mucho, en serio lo aprecio mucho.—No te preocupes mi niña, lograremos sacar adelante a esta bebé. Tú y yo, siempre.—Siempre.Me sentía la mujer más afortunada, aunque no contaba con la presencia de mis padres. Contaba con una mujer maravillosa. Mi abuela siempre me ha apoyado en todas mis decisiones, ella me conoce mejor que cualquier otra persona.Siempre fui de las que personas que es responsable con sus actos. Y todo eso se debe a que ella fue quien me enseñó a tener valores.Cuando llegó el momento de aprender a colocar un pañal, no fue lo que esperaba. Mía había hecho un desastre en su pañal. Mi abuela no dejaba de reírse por mis caras, seg
—Buenos días, ¿quién es la madre?—Buenos días, soy yo.—Llena este formulario primero.—Por supuesto.La señora Clarisa toma a Mía en sus brazos para facilitarme la tarea del formulario. Comienzo a llenar todos los datos que me piden, excepto uno. Al terminar, le regreso el formulario junto con los documentos que pedían para el registro.Estaba empezando a sentirme nerviosa por el hecho de que habíamos falsificado la fecha de nacimiento de Mía. Podríamos ir presas si se enteraban de que era falso y luego me arrebatarían a Mía.El hombre gordo y barbudo, me mira extraño y vuelve a dirigir su mirada a los documentos que tenía en sus manos.Podía sentir mi corazón latir con fuerza y el cómo mis manos sudaban por lo nerviosa que me encontraba.Al ver la mirada de aquel hombre, hacía que me pusiera más nerviosa antes de que él volviera a hablar.—No escribiste el nombre del padre.—Yo... Mi hija no tendrá el apellido de su padre, él no quiere saber nada de ella. Nos ha abandonado, señor.
Decidí estudiar gastronomía, siempre me había apasionado esa carrera y estaba cerca a cumplir ese sueño.Luché duro para conseguir una beca completa, la universidad estaba cerca, así que podía irme a pie todos los días para ahorrar todo lo que más pueda.La señora Clarisa ha estado al tanto de nosotras, nos ha ayudado un tiempo con gastos del hogar. Ha sido fantástico tenerla con nosotras, no solo nos ayudó cuando estábamos en una crisis económica, sino que también nos ha ayudado con el cuidado de Mía.La primera vez que mi bebé se enfermó y tuvo una fuerte fiebre, fue ella quién nos ayudó para que el doctor examinará a Mía y fue la peor experiencia de mi vida. No dormí bien durante el tiempo en que Mía estuvo bajo observación, debido a las altas fiebres que presentaba. Falté a la escuela unos días debido a ello.Cuando uno de mis profesores se enteró de que tenía una hija, se quedó sorprendido. Nunca me vieron con una enorme barriga, ni nada por el estilo, así que era normal que las
No era buena para hacer amigos, así que cuando quise hacerme amiga de alguien, me doy cuenta de que todo el mundo ya había confirmado sus grupos.Como no había nadie con quien iniciar una amistad y no debíamos ver clases el día de hoy, me doy media vuelta para irme.Decido recorrer un poco el campus de la universidad, observaba todo maravillada. Cualquiera se podía dar cuenta de que era mi primer día en la universidad, estaba siendo demasiado obvia con ello.Estaba tan distraída mirando a todos lados, que no me fijé cuando tropecé con alguien.—Fíjate por dónde caminas.—Lo lam...Me sorprendo el volver a tomarme con él en mi primer día en la universidad. Ha pasado un año desde que lo vi y desde que me obligó a disculparme con esa mujer y que, además, se atrevió a lastimarme. Comenzaba a enojarme al recordar aquel día.Ese día me juré demostrarles a todos que se equivocarían conmigo y él era uno de ellos. Durante todo este tiempo, jamás olvidé su rostro y el de aquella mujer. De todas
Me sobresalto al escuchar el grito de mi abuela, así que corro hasta donde ella estaba para ver qué había pasado.—¿Qué ha sucedido?—¡Zoe! ¡Mira!—¡Oh por Dios!Mi pequeña estaba dando sus primeros pasos, salto emocionada por verla dar sus primeros pasos.—Ven con mamá... Ven...Poco a poco ella iba dando los pasitos, hacía a mí. Sonrío ampliamente al ver que ha llegado a mí. Un flash llega a mis ojos, al ver de dónde provenía, me doy cuenta de que era mi abuela quien nos había tomado una foto.—Tengo las fotos, ¡Las tengo!Ella se veía muy feliz por este maravilloso momento.—Lástima que la señora Clarisa se lo ha perdido.—Le enseñaré las fotos cuando llegue del trabajo.—De acuerdo.Nos quedamos un rato más mirando a mi pequeña como caminaba. Hice algunos vídeos de ella caminando y riéndose de lo que decíamos.A la hora de dormir, la alimenté y le di un baño para llevarla a la cama.Antes de quedarme dormida subo las fotos y los vídeos en mis redes sociales expresando mi felicidad