Devin BeckerLas VegasDije ya un poco desesperado, tenía un certificado de matrimonio con sellos y firmas en mis manos, con nuestros nombres en letras mayúsculas y nuestras firmas, porque reconocí en ese papel que era mi firma, un poco chueca, pero al fin y al cabo, era mi firma.–No hay nada que explicarte, ya lo has leído ahí todo. Nos hemos casado y no hay más y lo siento mucho, pero iré por mis cosas para instalarme aquí, contigo los días que me quedan en Las Vegas, pronto tengo que volver a New York, entraré a un trabajo nuevo allá y tendrás que venir conmigo.No sabía yo de que me había perdido, cómo me quería llevar a New York sin mi consentimiento, aunque no le veía la necesidad, yo vivo en New York, de hecho, solo estaría aquí en Las Vegas por un par de días más.–Qué curioso es todo, yo también soy de New York, pero te equivocas si piensas que voy a volver contigo y que viviremos en pareja de “recién casados” cuando no me acuerdo de ti, ni de cómo llegamos a cometer esa loc
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