Devin Becker
Las Vegas
Quería poner mis manos en el cuello de mi amigo y apretarlas hasta que me dijera con seriedad todo el asunto, me estaba viendo en las condiciones que estaba y seguía con la burla, ya le tenía que bajar a sus bromitas, me estaba sacando de mis casillas.
–A ver Danielito, antes que me colmes la paciencia o lo poco que me queda de ella. Vamos paso a paso ¿Quieres?
–Sí, mientras con eso se te baje el mal genio. Claro que quiero.
–Bien, porque estoy a punto de perder los estribos – Suspiré hondo – En los vídeos que me enviaste, no encontré ninguna de las respuestas a lo que te he preguntado y lo que necesito saber es específicamente ¿Cómo pasó lo del matrimonio colectivo? Y ¿Por qué no me acuerdo de nada?
Daniel se me quedó viendo como si me hubieran salido dos cabezas, era más que obvio que ayer estuve fuera de mis cabales, por eso no me acordaba de cuanto había tomado y de las atrocidades que cometí. Bueno de la más grande que cometí.
–Lo del matrimonio colectivo, es una tradición de aquí de Las Vegas, Devin, eres el colmo – Bufó Daniel – Tantas veces que hemos venido y preguntas eso, y no te acuerdas de nada, porque te tomaste como dos mil copas de vino, es por eso.
Bueno estaba seguro que no había controlado la cantidad de bebida alcohólica que ingerí, por la depresión que traía encima, pero eso no era motivo para que me quisiera casar con una extraña, aunque estuviera como estuviera la chica.
–No sabes la vergüenza que pasé – Admití – Al despertar en el departamento con Hanna desnuda a mi lado, sin saber ni quién demonios era ella. Necesito que me aclares la mente ¿Cómo es que terminé casado con ella?
–Bien, lo que pasó fue así – Daniel hizo memoria – Susan, la amiga de Hanna en la fiesta del carnaval, se acercó a nosotros para darnos unas máscaras, adornos, confeti y cosas para aventar. Ella se presentó conmigo y te presentó a Hanna ¿No te acuerdas?
Me froté los ojos y traté inútilmente de recordar aquello, pero nada. A mi mente solo vino la imagen del video de Daniel, dónde estaba con Hanna y con su amiga a mi lado, pero eso no me decía nada, ni una pista, ni una respuesta, ni nada contundente que explicara el motivo de mi “matrimonio”. Si él vio que no estaba en mis cabales, tenía que haber hecho todo lo posible para detenerme.
–No, no me acuerdo, pero continúa diciéndome lo que recuerdes, a lo mejor en algún punto de lo que digas, me vuelve a mí la memoria. – Dije con desesperación.
Estaba a punto de ponerme a gritar como loco, era una cosa espantosa, no saber ni cómo me llamaba, respiré profundo, esperando que me iluminara con su memoria o con lo poco que se acordaba.
–De acuerdo amigo, después de lo del carnaval, yo me fui a bailar con Susan y regresamos a la mesa, cuando llegaron esos los del matrimonio colectivo – Explicaba Daniel – Para ese momento tú, ya estabas demasiado entrado con Hanna, beso y beso y fue ahí cuando nos pidieron a mí y a Susan como testigos de eso.
Eso precisamente se ponía cada vez peor, yo no tengo nociones de nada y sé que no iba a pedirle que fuera mi testigo en una boda como esa. Me llevé los dedos a la cabeza, tratando de hacer memoria, pero como en las veces anteriores nada venía a ella. Estaba punto de entrar en crisis nerviosa.
–No, yo no pude pedirte nada. Tuvo que ser Hanna, yo no me hubiera querido casar y menos después de como tengo de roto el corazón todavía, por la traición, el engaño y la burla de la que fui víctima con la infeliz de Vivianne – Dije exasperado – Nunca me hubiera querido casar, eso es lo más extraño de todo, Daniel tú me conoces mejor que nadie.
–Pues no amigo, tú fuiste el que estabas necio y necio, que querías casarte y yo te aparté un poco de Hanna, preguntándote que, si estabas seguro o no, pero tú necio que sí y que sí y que querías casarte ¿Qué podía hacer yo por ti? Lo que hace un buen amigo y apoyarte en tu locura.
No quería ir a la cárcel, de eso estaba seguro, porque si no estuviéramos en un restaurante con tanta gente, ya lo hubiera ahorcado, eso no se valía, él estaba más consiente que yo el día de ayer, él era el que me tenía que disuadir de esa locura, no sé me hubiera noqueado, drogado, dado un somnífero, qué sé yo.
–No lo puedo creer, Daniel, debiste impedirlo – Exclamé vuelto loco – No apoyarme en esa estúpida locura. Ahora ¿Qué voy a hacer? Ella resultó también ser de New York y ahora ¿Cómo explicaré allá a todo el mundo, que me he casado?
–Pues así, hombre – Mi amigo seguía despreocupado – No tienes nada que explicar a nadie si no quieres. Además, no me vas a decir que no te gustó Hanna, si anoche decías que, al diablo con las rubias, que esa morena era la mujer de tu vida. Que eran almas gemelas y no sé qué tanto gritabas a los cuatro vientos. Por eso te aferraste a casarte.
Ay no, todo por mi despecho por lo que me hizo Vivianne, era la culpable de que hubiera casado en Las Vegas, mejor me hubiera ido a Hawái o Miami, allá no había esa locura de los matrimonios colectivos.
–No Danielito, esto está terrible – Me tapé la cara con mis manos – Lo peor, no es lo de la boda, lo peor es lo que pasó después de ella y esta mañana cuando me enteré de lo que había hecho.
Ahora Hanna, se le había metido la loca idea en la cabeza de que teníamos que esperar no sé cuánto tiempo hasta que estuviéramos seguros que no había un bebé en camino, pues me parecía demasiado rápido para que pensara que estaba embarazada, eso se podía ver días después, no ahora. Buscaría información de eso, no me iba a quedar con la duda y si ella lo que quería era engatusarme con un bebé, no se lo iba a permitir.
–Pero si esa es la mejor parte, Hanna está como quiere y además gracias a tu matrimonio, yo podré seguir viendo a Susan allá en New York. Te estoy muy agradecido amigo.
Daniel estaba muy agradecido y yo, me sentía bastante mal. No solo podía convertirme en padre dentro de 9 meses, me había casado con una desconocida de la que solo sabía que se llamaba Hanna y que estaba muy guapa y nada más. No me imagino lo que me van a decir mis padres, mis hermanos, mis colegas de trabajo y no sólo ellos, todo el mundo que me conoce. Eres un tonto, Devin Becker.
Hanna BeckerLas VegasHacía un buen rato que Devin se había salido del departamento y lo que era peor que me tocó pedir que fuera ahí mi amiga Susan, para llevarme algo de desayunar, pues el muy desconsiderado de mi “esposo” no me había dejado las llaves del departamento, para en caso de que yo tuviera hambre como era lo más lógico, saliera por algo de comer, porque en su refrigerador no había nada para poder preparar algo.Tomo el teléfono celular y es un milagro que todavía tenga algo de batería, así que busco el nombre de mi amiga, Susan y doy a la tecla de llamado. Suena por espacio de unos cuantos tonos y toma la llamada.–Hola, Susan, amiga, te toca traerme de desayunar, Devin se ha largado y me ha dejado aquí en su departamento y si me salgo no voy a poder entrar.–Hola, Hanna, apenas me voy despertando también, pasaré a llevar el desayuno para las dos.–Consigue lo que sea amiga, ya es tarde, imagínate como está mi estómago. – Dije famélica.–En un momento ya estoy allá, Hann
Hanna BeckerLas Vegas–No me digas – Él metió las manos en sus bolsillos como riéndose de mí – Apenas tenemos pocas horas de habernos casado y ya estás con tus exigencias.–No son exigencias, yo tengo obligaciones allá – Le advertí – No puedo quedarme a perder el tiempo aquí.–Sintiéndolo mucho, querida esposa – Se burló de mí – No me pienso ir hoy, porque Daniel y yo tenemos un compromiso esta noche y lo más que podemos hacer por ustedes dos, es invitarlas.–Lo siento Devin, son muy amables al invitarnos – Agradeció Susan – Pero, la verdad, yo tampoco me puedo quedar, tengo que volver a mi trabajo el lunes.Las dos, bueno, ella volvía a su trabajo y yo entraba a uno nuevo, no me podía dar el lujo de faltar a mi primer día de trabajo. Porque lo más probable era que al día siguiente no me permitieran la entrada y mucho trabajo que me costó conseguirlo.–Muy bien, yo lo que diga Susan lo acepto con agrado – Sonreía Daniel – Buscaré boletos de primera clase para esta misma noche.Devin,
Devin BeckerLas VegasTuve todo el tiempo mientras me bañaba, para pensar las cosas con un poco más de claridad, pues a medida que el alcohol había salido de mi cuerpo, podía pensar un poco mejor en lo que había pasado, ya sabiendo también no solo la versión de Hanna, sino la de Daniel quién era imparcial a esto.Estaba secando mi cuerpo con una toalla, cuando me llené de coraje y entonces lo decidí, que le comunicaría a Hanna, mi decisión, pero antes tenía que hablar con Daniel, teníamos que hacer algo y eso era a la voz de ya, no podía perder más tiempo.–Mi amor – Dijo Hanna con ironía – Susan y yo, necesitaremos ir a nuestro hotel donde estamos instaladas, para recoger nuestras pertenencias antes de volar a New York.Eso sí que no, ellas se podían quedar en su hotel e irse a New York a la hora que quisieran, yo de aquí no me iba a mover.–No hagas planes todavía de que volemos juntos a New York, no cantes victoria Hanna Dixon – Dije tajante – Aún queda algo por hacer y lo haremos
Devin BeckerLas VegasEse cuento se lo podía contar a otro, porque me daba la impresión que esta mujer buscaba algo, y yo había caído redondito en su telaraña.–Muy bien amigo, no se diga más y vámonos entonces. Les aviso a las chicas, que ya nos vamos – Se ofreció Daniel – Si eso no te molesta claro.–Está muy bien, avísales y mientras pido quien alguien nos lleve, somos muchos para irnos en la moto.–Está bien. – Dijo resignado.Llamé a un servicio de transporte privado que llegó, en cuestión de minutos a mi departamento vacacional. Hanna y Susan salieron riendo y felices del departamento, como si ya se hubieran salido con la suya de volver con nosotros hoy en la noche a New York, pero no contaban con lo que yo, estaba por hacer a continuación.Nos subimos al vehículo, los cuatro y cuando le di la dirección al chofer, tanto Hanna como Susan, voltearon a verse con un signo de interrogación en sus caras, se tendrían que aguantar unos minutos más.–Creo que te has equivocado de direcc
Hanna BeckerLas VegasLa molestia de Devin, se podía sentir en el ambiente. Tanto así que, cuando nos subimos al auto, de vuelta. El estaba bufando, sin importarle que estuviera incomodando a todos los que ahí estábamos, eso era de mala educación.–Chicas, ¿En que hotel están hospedadas? – Daniel nos preguntó a Susan y a mí – Les pregunto para ir por sus pertenencias.Era lo que más me estaba preocupando, esta había sido una perdedera de tiempo, pues el sitio quedaba lejos y nos estábamos retrasando para el acomodo de nuestras cosas.–Estamos hospedadas en el Planet Hollywood – Respondí – Debemos ir rápido o nos sacarán las cosas de la habitación.Si no hubiera sido por este desvío, ya estuviéramos saliendo del hotel, pero no se le podía decir nada al señorito, venía con cara de mírame, no me toques, venía con cara de Grinch. –Es cierto – Susan miró el reloj – Estamos a menos de dos horas que se venza el tiempo de la habitación.Me tenía que aguantar las ganas de decirle sus cosas
Hanna BeckerLas Vegas–Huy, que fuerte – Se reía Daniel – Yo les ayudo chicas, si no cabe en sus maletas Devin y yo, bajaremos a comprar unas. Debe haber tiendas aquí en el hotel.–No te molestes Danielito – Susan lo abrazó – Eres tan lindo, pero si cabrán en nuestras maletas, si ustedes nos ayudan claro que, será más fácil.Daniel empezó a ayudar a Susan a meter las cosas en las maletas, Devin muy molesto y todo tuvo que, ayudarme a mí con la pena. Si quería que nos fuéramos, y no perdiéramos el vuelo, más le valía cooperar. Cuando terminamos de empacar todo, bajamos todos juntos a recepción, Devin y Daniel tuvieron que cargar las cosas de Susan y mías.–Buenas tardes, venimos a entregar la llave de nuestra habitación – Dije al chico de recepción – Es la habitación 322.–Buenas tardes señoritas, muchas gracias – Respondió – Espero que hayan disfrutado de su estancia con nosotros.–Claro que sí, nos la hemos pasado increíble, esperamos volver pronto – Dijo Susan.A Susan, le gustaba
Devin BeckerLas VegasAfortunadamente casi no estuvimos en la sala de espera, por el retraso que “mi esposa” y Susan nos ocasionaron. Yo seguía con mi cara de molestia y apenas nos íbamos a montar en el avión, cuando recibí una video llamada de mi madre, quién estaba más que encolerizada, sus ojos me miraban con enfado.–Hola Devin, ¿Cómo te va en Las Vegas, hijo? – Preguntó ella – Supe que te andas divirtiendo de lo lindo, tanto que hasta me han enviado unos videos, unos amigos tuyos.La gente que no podía dejar pasar las cosas, ya mi madre se había enterado de mi boda y todo lo que había sucedido.–Hola mamá, escucha ya pronto te veré en New York – Respondí – Porque, ahora estoy por abordar un vuelo para salir para allá.Si se podía dar cuenta yo estaba regresando dos días antes, le podía dar gracias a su “nuera” de que pronto nos vería las caras.–Apenas aterrices acá, quiero verte hijo, a ti y a tu esposa – Dijo mi madre dejándome perplejo – Y no te hagas tonto, que sé de todas l
Devin BeckerLas VegasEra desordenada, irreverente y muy altanera ¿Qué jefe en su sano juicio quisiera a una empleada cómo ella? Pero bueno, ya me había dado sueño y me dormí, con la última visión de ella, leyendo un libro y oyendo música, una vez que ya estábamos en el aire.–Devin, Devil, mi demonio –Soñaba que Hanna me decía tonterías –Despierta, que ya vamos a bajar del avión o además de todo ¿quieres que te llame también holgazán?Escuché de fondo las risas de mi amigo Daniel. Lo que indicaba que no soñaba, que había dormido todo el vuelo de Las Vegas a New York y que ya habíamos llegado y ni cuenta me había dado.–Vamos arriba, Devin –Daniel me quitó el cinturón de seguridad –Te pegó dura la trasnochada, ya están viejos los pastores.–Deja de reírte también tú– Reclamé a mi amigo –Según ustedes, es pecado ya hasta quedarse dormido.–Sí lo es – Hanna, de nuevo – A Susan y a mí, nos urge bajar del avión para recoger nuestro equipaje.–Ohh, pobres de ustedes, a lo mejor ya se han