Devin Becker
Las Vegas
En qué buen lío te has metido, Devin Becker, pensaba preguntándome eso a mí mismo, sin encontrar una respuesta al tiempo que llamaba a mi amigo Daniel, esperando que ya estuviera levantado y solo, pues si se había ido con alguien no me iba a responder. Pensaba mil cosas, a mil por hora esperando en la línea hasta que, por obra del espíritu santo, mi amigo me contestó.
–Ohhh, pero si es el señor Becker – Se burlaba mi amigo – Pensé que estarías de luna de miel.
Parecía que Daniel, nunca se iba a tomar nada en serio, claro cómo no le estaba pasando a él, le causaba gracia mi situación. Yo sería el hazmerreír de todos cuando se enteraran, esperaba que esos videos no los haya publicado en ninguna de sus redes sociales, pues eran los que se regaban como la pólvora.
–Buenas tardes Daniel – Saludé molesto – Necesito verte urgentemente, ¿Dónde nos vemos?
No entiendo por qué, Daniel se largó y me dejó con mi supuesta esposa, esto no tenía que haber pasado ahora. Tengo que buscar la manera de anular este matrimonio a la brevedad posible, aunque Hanna diga lo contrario, debe existir un registro de donde se llevó a cabo el casamiento, ellos me tienen que ayudar.
–Nos vemos en el mall de la esquina de tu departamento, ando por aquí. Estaba bastante ansioso esperando la llamada de mi amigo, el casado – Se seguía burlando – Hoy estaba seguro, que me llamarías para decirme que te ibas de luna de miel.
Menos mal que no lo tenía al frente mío, unos buenos zapes se iba a llevar de mí por lo menos, no entendía, porque no paraba ya con su bromita, era de muy mal gusto burlarse de las desgracias ajenas. No le gustaría estar en mi pellejo.
–Cállate Daniel, que esto no es gracioso – Sentencié – Nos vemos en el mall, en diez minutos, vete al restaurante de ahí al que vamos siempre, que me estoy muriendo de hambre.
Más bien, traía el estómago revuelto y la cabeza todavía embotada, por más que me rebanaba los sesos, no hallaba una razón coherente por la que me encontrara en este enredo.
–Si señor Becker, ahí lo espero ahorita. – Dijo aun burlándose.
Era el colmo mi amigo, en lugar de explicarme algo no lo hace y sólo se burla de mí. Me vestí por completo no iba irme solo en bóxer a ver a mi amigo, aprovechando que “mi esposa” estaba dándose un baño, esto me costaría muchos dolores de cabeza.
–Hanna – Grité desde fuera del baño – Saldré, regreso en un rato.
Esperé su respuesta, si no me contestaba de igual forma me iría. Mi charla con Daniel, tenía que resolverme todas las dudas, y las tendría que resolver ahora. Que me llevara donde nos casaron, para disolver esto.
–Está bien – Respondió únicamente.
Salí del departamento y me fui directo al mall, a bordo de mi motocicleta. No tenía ganas de meterme al tráfico y en la moto, llegué a los pocos segundos. El mall estaba como dijo Daniel, prácticamente en la esquina de mi departamento. Estacioné la moto en los lugares especiales para ellas, guarde el casco en su lugar, y desde ahí pude ver a mi amigo quién sonrió al verme, con una sonrisa burlona. Me acerqué a él visiblemente molesto y lo agarré de la playera bruscamente.
– ¿Qué es lo gracioso, Daniel? Respóndeme, carajo – Le reclamé – No quiero que te sigas burlando, vengo a que me expliques ¿Qué rayos fue lo que pasó anoche?
Quedamos frente a frente y yo lo quería taladrar con la mirada, esto no hubiera pasado si me hubiera hecho cambiar de parecer, yo no me consideraba una persona necia, era más bien cuestión de que me hicieran razonar, porque yo solo no me hubiera atrevido a llegar tan lejos, no me hubiera casado.
–Vamos al restaurante y ya que desayunemos algo, Devin, te explicaré lo que yo recuerdo, no te ofusques – Mi amigo se soltó de mi agarre – Necesito ingerir algo, traigo mucha agrura por la cruda.
Se acomodó la playera como si se la hubiese arrugado, bueno más de los que la traía, se encontraba con la misma ropa de ayer, era el colmo, ni siquiera habia regresado al departamento para cambiarse.
–Está bien, vamos. – Estuve de acuerdo.
Yo estaba en las mismas condiciones que él, necesitaba un litro de jugo de naranja. Caminé de prisa al restaurante, provocando que mi amigo casi corriera detrás de mí para alcanzarme y cuando me alcanzó, yo ya estaba sentado en una de las mesas del restaurante, no estaba de humor para esperarlo.
–Hola buenos días, ¿Desayuno buffet para dos personas? – Preguntó un mesero – O si lo prefieren les puedo traer la carta.
–Hola buenos días joven – Respondió Daniel – El buffet está bien.
–De acuerdo, pasen por favor. – Nos indicó el mesero.
–Gracias – Respondí con desgano.
Daniel no iba a hablarme de nada estando en ayunas, ya conocía yo perfectamente a mi amigo, por eso no me opuse a pasar al buffet de inmediato, que se comiera lo que le diera la gana, yo necesitaba que me aclarara todo en cuanto terminara de desayunar.
A mí no se me antojaba comer nada, no después de esa noticia que me cayó como balde de agua helada, pero algo tenía que comer para que se asentara mi estómago por lo que, tomé un poco de fruta con yogurt y cuando mi amigo volvió a la mesa con un plato de desayuno como para 4 personas, me alegré. Al fin iba a saber lo que pasó anoche, toda esa comida lo pondría de buen humor, para contarme.
–Ahora sí, ¿Qué quiere saber el recién casado? – Preguntó bromeando de nuevo – Yo no recuerdo mucho, así que de poco te serviré, pero algo es mejor que nada. Pues tú estabas casi inconsciente.
Eso no era nuevo, pues mi casete estaba totalmente borrado, nada lo podía hacer volver a su estado normal, porque no supe en que momento perdí por completo la memoria, era una incógnita para mí, como llegamos al departamento o si fue el mismo Daniel el que nos llevó.
–Dime por favor, ¿Cómo fue que terminé cometiendo esta estupidez? – Levanté mi mano mostrando el anillo en mi dedo anular – Tienes que saber el motivo, tú estabas ahí conmigo. Te he visto en los videos que me has enviado y en uno de ellos también aparece ella con otra chica.
Muchos de los videos estaban tomados con el grabándonos a los dos, como si nos estuviéramos tomando unas selfies, los demás solo estábamos Hanna y yo y alguno que otro con la otra mujer. Una pelirroja.
–Sí, la otra chica es Susan, una pelirroja deliciosa, que estaba con tu esposa, que, si te contara lo que hice con ella anoche, te morirías – Mi amigo parecía evocar su noche ahí – Estuvo de lujo, pero que te puedo decir a ti, si el que está de luna de miel eres tú. No sé cómo es que estás sentado aquí conmigo, cuando te casaste con esa morena guapísima con Hanna.
Devin BeckerLas VegasQuería poner mis manos en el cuello de mi amigo y apretarlas hasta que me dijera con seriedad todo el asunto, me estaba viendo en las condiciones que estaba y seguía con la burla, ya le tenía que bajar a sus bromitas, me estaba sacando de mis casillas.–A ver Danielito, antes que me colmes la paciencia o lo poco que me queda de ella. Vamos paso a paso ¿Quieres?–Sí, mientras con eso se te baje el mal genio. Claro que quiero.–Bien, porque estoy a punto de perder los estribos – Suspiré hondo – En los vídeos que me enviaste, no encontré ninguna de las respuestas a lo que te he preguntado y lo que necesito saber es específicamente ¿Cómo pasó lo del matrimonio colectivo? Y ¿Por qué no me acuerdo de nada?Daniel se me quedó viendo como si me hubieran salido dos cabezas, era más que obvio que ayer estuve fuera de mis cabales, por eso no me acordaba de cuanto había tomado y de las atrocidades que cometí. Bueno de la más grande que cometí.–Lo del matrimonio colectivo,
Hanna BeckerLas VegasHacía un buen rato que Devin se había salido del departamento y lo que era peor que me tocó pedir que fuera ahí mi amiga Susan, para llevarme algo de desayunar, pues el muy desconsiderado de mi “esposo” no me había dejado las llaves del departamento, para en caso de que yo tuviera hambre como era lo más lógico, saliera por algo de comer, porque en su refrigerador no había nada para poder preparar algo.Tomo el teléfono celular y es un milagro que todavía tenga algo de batería, así que busco el nombre de mi amiga, Susan y doy a la tecla de llamado. Suena por espacio de unos cuantos tonos y toma la llamada.–Hola, Susan, amiga, te toca traerme de desayunar, Devin se ha largado y me ha dejado aquí en su departamento y si me salgo no voy a poder entrar.–Hola, Hanna, apenas me voy despertando también, pasaré a llevar el desayuno para las dos.–Consigue lo que sea amiga, ya es tarde, imagínate como está mi estómago. – Dije famélica.–En un momento ya estoy allá, Hann
Hanna BeckerLas Vegas–No me digas – Él metió las manos en sus bolsillos como riéndose de mí – Apenas tenemos pocas horas de habernos casado y ya estás con tus exigencias.–No son exigencias, yo tengo obligaciones allá – Le advertí – No puedo quedarme a perder el tiempo aquí.–Sintiéndolo mucho, querida esposa – Se burló de mí – No me pienso ir hoy, porque Daniel y yo tenemos un compromiso esta noche y lo más que podemos hacer por ustedes dos, es invitarlas.–Lo siento Devin, son muy amables al invitarnos – Agradeció Susan – Pero, la verdad, yo tampoco me puedo quedar, tengo que volver a mi trabajo el lunes.Las dos, bueno, ella volvía a su trabajo y yo entraba a uno nuevo, no me podía dar el lujo de faltar a mi primer día de trabajo. Porque lo más probable era que al día siguiente no me permitieran la entrada y mucho trabajo que me costó conseguirlo.–Muy bien, yo lo que diga Susan lo acepto con agrado – Sonreía Daniel – Buscaré boletos de primera clase para esta misma noche.Devin,
Devin BeckerLas VegasTuve todo el tiempo mientras me bañaba, para pensar las cosas con un poco más de claridad, pues a medida que el alcohol había salido de mi cuerpo, podía pensar un poco mejor en lo que había pasado, ya sabiendo también no solo la versión de Hanna, sino la de Daniel quién era imparcial a esto.Estaba secando mi cuerpo con una toalla, cuando me llené de coraje y entonces lo decidí, que le comunicaría a Hanna, mi decisión, pero antes tenía que hablar con Daniel, teníamos que hacer algo y eso era a la voz de ya, no podía perder más tiempo.–Mi amor – Dijo Hanna con ironía – Susan y yo, necesitaremos ir a nuestro hotel donde estamos instaladas, para recoger nuestras pertenencias antes de volar a New York.Eso sí que no, ellas se podían quedar en su hotel e irse a New York a la hora que quisieran, yo de aquí no me iba a mover.–No hagas planes todavía de que volemos juntos a New York, no cantes victoria Hanna Dixon – Dije tajante – Aún queda algo por hacer y lo haremos
Devin BeckerLas VegasEse cuento se lo podía contar a otro, porque me daba la impresión que esta mujer buscaba algo, y yo había caído redondito en su telaraña.–Muy bien amigo, no se diga más y vámonos entonces. Les aviso a las chicas, que ya nos vamos – Se ofreció Daniel – Si eso no te molesta claro.–Está muy bien, avísales y mientras pido quien alguien nos lleve, somos muchos para irnos en la moto.–Está bien. – Dijo resignado.Llamé a un servicio de transporte privado que llegó, en cuestión de minutos a mi departamento vacacional. Hanna y Susan salieron riendo y felices del departamento, como si ya se hubieran salido con la suya de volver con nosotros hoy en la noche a New York, pero no contaban con lo que yo, estaba por hacer a continuación.Nos subimos al vehículo, los cuatro y cuando le di la dirección al chofer, tanto Hanna como Susan, voltearon a verse con un signo de interrogación en sus caras, se tendrían que aguantar unos minutos más.–Creo que te has equivocado de direcc
Hanna BeckerLas VegasLa molestia de Devin, se podía sentir en el ambiente. Tanto así que, cuando nos subimos al auto, de vuelta. El estaba bufando, sin importarle que estuviera incomodando a todos los que ahí estábamos, eso era de mala educación.–Chicas, ¿En que hotel están hospedadas? – Daniel nos preguntó a Susan y a mí – Les pregunto para ir por sus pertenencias.Era lo que más me estaba preocupando, esta había sido una perdedera de tiempo, pues el sitio quedaba lejos y nos estábamos retrasando para el acomodo de nuestras cosas.–Estamos hospedadas en el Planet Hollywood – Respondí – Debemos ir rápido o nos sacarán las cosas de la habitación.Si no hubiera sido por este desvío, ya estuviéramos saliendo del hotel, pero no se le podía decir nada al señorito, venía con cara de mírame, no me toques, venía con cara de Grinch. –Es cierto – Susan miró el reloj – Estamos a menos de dos horas que se venza el tiempo de la habitación.Me tenía que aguantar las ganas de decirle sus cosas
Hanna BeckerLas Vegas–Huy, que fuerte – Se reía Daniel – Yo les ayudo chicas, si no cabe en sus maletas Devin y yo, bajaremos a comprar unas. Debe haber tiendas aquí en el hotel.–No te molestes Danielito – Susan lo abrazó – Eres tan lindo, pero si cabrán en nuestras maletas, si ustedes nos ayudan claro que, será más fácil.Daniel empezó a ayudar a Susan a meter las cosas en las maletas, Devin muy molesto y todo tuvo que, ayudarme a mí con la pena. Si quería que nos fuéramos, y no perdiéramos el vuelo, más le valía cooperar. Cuando terminamos de empacar todo, bajamos todos juntos a recepción, Devin y Daniel tuvieron que cargar las cosas de Susan y mías.–Buenas tardes, venimos a entregar la llave de nuestra habitación – Dije al chico de recepción – Es la habitación 322.–Buenas tardes señoritas, muchas gracias – Respondió – Espero que hayan disfrutado de su estancia con nosotros.–Claro que sí, nos la hemos pasado increíble, esperamos volver pronto – Dijo Susan.A Susan, le gustaba
Devin BeckerLas VegasAfortunadamente casi no estuvimos en la sala de espera, por el retraso que “mi esposa” y Susan nos ocasionaron. Yo seguía con mi cara de molestia y apenas nos íbamos a montar en el avión, cuando recibí una video llamada de mi madre, quién estaba más que encolerizada, sus ojos me miraban con enfado.–Hola Devin, ¿Cómo te va en Las Vegas, hijo? – Preguntó ella – Supe que te andas divirtiendo de lo lindo, tanto que hasta me han enviado unos videos, unos amigos tuyos.La gente que no podía dejar pasar las cosas, ya mi madre se había enterado de mi boda y todo lo que había sucedido.–Hola mamá, escucha ya pronto te veré en New York – Respondí – Porque, ahora estoy por abordar un vuelo para salir para allá.Si se podía dar cuenta yo estaba regresando dos días antes, le podía dar gracias a su “nuera” de que pronto nos vería las caras.–Apenas aterrices acá, quiero verte hijo, a ti y a tu esposa – Dijo mi madre dejándome perplejo – Y no te hagas tonto, que sé de todas l