Capítulo 2

Devin Becker

Las Vegas

Dije ya un poco desesperado, tenía un certificado de matrimonio con sellos y firmas en mis manos, con nuestros nombres en letras mayúsculas y nuestras firmas, porque reconocí en ese papel que era mi firma, un poco chueca, pero al fin y al cabo, era mi firma.

–No hay nada que explicarte, ya lo has leído ahí todo. Nos hemos casado y no hay más y lo siento mucho, pero iré por mis cosas para instalarme aquí, contigo los días que me quedan en Las Vegas, pronto tengo que volver a New York, entraré a un trabajo nuevo allá y tendrás que venir conmigo.

No sabía yo de que me había perdido, cómo me quería llevar a New York sin mi consentimiento, aunque no le veía la necesidad, yo vivo en New York, de hecho, solo estaría aquí en Las Vegas por un par de días más.

–Qué curioso es todo, yo también soy de New York, pero te equivocas si piensas que voy a volver contigo y que viviremos en pareja de “recién casados” cuando no me acuerdo de ti, ni de cómo llegamos a cometer esa locura de casarnos.

Ella se veía que estaba bastante indignada y me sentía un poco mal por ella, pero no podía acordarme de nada y eso era la verdad. Empezó a recoger su ropa del piso y después caminó al cuarto de baño, no sin antes decirme:

–Dejaré que salga el alcohol de tu cuerpo Devin, para ver si así te acuerdas de lo que pasó – Me desafió – En caso de que no lo hagas, te diré solamente que el que estaba necio que nos casáramos, eras tú.

Me reí de forma histérica, eso no pudo haber pasado, yo no me pude aferrar a que nos casáramos si apenas la había visto ese día, porque su cara no se me hacía conocida de antes, ¿Por qué no solamente bebí y me quedé dormido o me puse a devolver el estómago u hacer un espectáculo de stripper, como un borracho normal?, no, me tuve que casar con una desconocida.

–No, eso sí que no te lo creo. Tengo que hablar con Daniel y, ya que lo haga, espero que estés lista y vestida para llevarte a tu casa, mientras veo la manera de anular esto.

Me miró con ojos desafiantes, no quería pensar que fuera a querer demandar por obligarla a casarse conmigo o que me acusara de haberla violado, esto lo complicaba todo, si ella me hacía eso, mis padres me iban a desheredar, bien que me lo había dicho mi madre, que Vivianne, no valía la pena para que me diera a la bebida. Pero no le hice caso y aquí me encontraba casado.

–No vas a anular nada, porque lo hicimos sin protección y bien podría yo estar embarazada y ni creas que dejaré que anules nuestro matrimonio, que tú te empeñaste en contraer para que ahora, me botes, así como si nada, pudiendo estar esperando un hijo tuyo, un hijo de los dos, que no tiene la culpa de las locuras de su padre.

Esto se me estaba complicando cada vez más, ahora resulta que puede estar embarazada, y estar esperando un hijo mío, creo que esta mujer, me quiere volver loco, podíamos pasar a la farmacia a comprar una de esas pastillas del día después, de ayer, de mañana; se lo iba a proponer, pero lo pensé mejor, debía calmarme y pensar como una persona cuerda.

–Bien, ¿Qué propones entonces? Que volvamos juntos a New York, que nos hagan una boda en grande allá o ¿Qué quieres de mí, Hanna?

Ella muy fresca se colocó muy cerca de mí, miré sus ojos y me gustaron, era como si me estuviera sonriendo, me quedé enganchado en su mirada. Tenía bonitos ojos, cero que ese fue el motivo de mi locura momentánea. Sus lindos ojos de un color azul casi transparentes, tan puros como el agua, pero ella de pura no tenía nada.

–Quiero que permanezcamos juntos, solo hasta que me venga mi periodo y si resulto no estar embarazada, seré yo misma quién pedirá la anulación de este matrimonio que estamos viviendo, por culpa tuya, ¿Trato? – Ella extendió su mano – Créeme que lo que menos quiero, es estar casada con alguien como tú.

Abrí los ojos como platos, yo era un buen partido, muchas habían estado detrás de mí y no creía nada de lo que me estaba diciendo, pues con eso de que ya se quería venir a vivir aquí y que nos fuéramos juntos a New York era de pensarse diferente. Ella quería algo de mí, una de esas era volverme loco de remate.

–Creo que eso es lo que más quieres y por eso quieres tiempo para que supuestamente te baje tu periodo, solo para retenerme a tu lado – Dije alterado – Pero está bien, viendo que no tengo de otra. Trato.

Tomé su mano cerrando el trato y ella, se metió a bañar. Yo me puse a buscar desesperadamente mi celular, tenía que llamar a Daniel para saber cómo terminé yo casado sin acordarme de nada. Quería poder cerrar los ojos y despertarme para encontrarme con que solo había sido un mal sueño, algo de mi invención. Tomo el teléfono lo prendo y lo desbloqueó. Se llena de muchos mensajes y llamadas entrantes, que nunca contesté.

Lo primero que me salieron fueron muchos videos en la bandeja de entrada, de parte de Daniel, me daba miedo abrir uno de ellos, estaba seguro de que eso me diría todo. En que buen lío me había metido, ahora estaba casado y muy probablemente en nueve meses sería papá. Había cometido una locura, la más grande del mundo. Tomé un poco de valor y abrí el primer video, pues no sabía con qué me iba a encontrar.

La pantalla me mostraba con unos tragos de más, pero no totalmente borracho, pues me veía bastante sobrio todavía, levantaba un vaso, quien sabe qué contenía, no era cerveza, ni era brandy, porque contenía un líquido color azul verdoso que tomaba como si fuera agua, luego había otro video y estaba brindando con todos e invitando a todo el mundo a que celebraran conmigo mi reciente soltería, se pueden ver a algunos conocidos, así que estaba entre amigos por así decirlo.

Luego en el siguiente video, estábamos en un carnaval, tiraban confetis de colores brillante, había muchas personas disfrazadas y me mostraba con una máscara con plumas y a mi lado estaba Hanna, ahí fue donde la vi, pero ella estaba bailando con otra chica, y se veían que ya estaban entonadas, sus movimientos no eran muy equilibrados, se veían un poco tambaleantes y yo tuve el descaro de sonreír y guiñarle un ojo. Creo que ese había sido el primer contacto.

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