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Todos los capítulos de La Condena de Nuestra Luna : Capítulo 21 - Capítulo 30
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VEINTIUNO
Mis parpados caen cuando aspiro una vez más la mezcla de aromas que se envuelven alrededor de nosotros.Identifico la fragancia salvaje e intesa de Badel.La picante y tentadora de Aryen.La suave y envolvente de Lyam.Sin darme cuenta estoy volviendo a ese pequeño estado de limbo donde sucumbo a mis deseos más candentes, frotando mi nariz contra la piel tersa y caliente del hombro de Badel.Todos estos músculos bien formados que encajan en esta perfecta definición de hombre maduro y salvajemente dominante a mi disposición, bajo mi cuerpo, con ese deseo latente de ser marcado por mí.Marcar mis uñas en su piel.Marcar mis dientes sobre la masa musculosamente atractiva que conecta su cuello y hombro.Sin darme cuenta estoy deslizando mi lengua sobre una tímida gota de sudor que cae desde su cuello hasta ese punto exacto que reclama tentadoramente el que hinque ahí mis dientes.Lo siento estremecerse.Pero no lo distraigo del todo de rebatir las palabras de Lyam en una discusión que sé
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VEINTIDOS
Parpadeo cansada, aún con ese rastro de cosquilleos hormigueando sobre mi piel.Huellas del recuerdo que dejaron las bocas de Aryen y Badel sobre mi piel.En mi ser.Esos besos que tocaron directamente mi alma y consolaron mi corazón.Me remuevo en la caliente cama que aún me abraza, mis extremidades siguen doliendo, así como el palpitar entre mis piernas por acciones que nunca antes había llevado a cabo, para terminar abriendo los ojos cuando una pequeña y frágil fragancia cosquillea mi nariz.Parpadeo ahora intentando salir de mi estado adormilado, incorporándome en la cama no antes de arrastrar las mantas contra mi pecho, cubriendo mi aún latente desnudez.Lo primero que hago al despertar es repasar mi alrededor en busca de los dos hombres que me hicieron tocar el cielo, pero estoy sola en la cama y en la habitación.Oh bueno, aparentemente así lo sentía, hasta que me encuentro con unos ojitos tiernos que me miran desde la puerta de mi habitación.Su carita es el sinónimo de la ter
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VEINTITRES
El latido constante y firme del corazón de Aryen me aporta la calma que necesito, esa que va a unida a la sensación cálida de su mano acariciando mi espalda con el mimo del que tanto me veo necesitada.Ese mismo que todo este tiempo he rehuido o creído inútil para seguir viviendo la vida que vivía.Un nuevo beso cae sobre mi frente.Tengo miedo de moverme o decir algo que rompa este momento.Porque realmente lo estoy disfrutando tanto que no deja de apretar mi corazón ante la angustia de la posibilidad de perderlo.Aryen me ayudó a llegar al baño, me cedió el espacio que necesitaba para ducharme aún si sentía que estaba dispuesto a entrar conmigo para encargarse él mismo de lavarme, pero de alguna forma comprendió lo que necesitaba y me alegro ver que por un instante cedería ese control y autoridad que parece disfrutar conservar.Ahora ambos seguimos en la cama, porque básicamente él no me ha dejado levantarme de ella, es tan insistente con mi descanso como la anciana del día anterior
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VEINTICUATRO
Acaricio la mata rulosa de Leonel mientras permanece dormido sobre mi regazo, contemplando ciertamente perdida las flores que él mismo me trajo sobre la mesita de noche a mi lado. El sol se está perdiendo para dejar paso a la luna y con ello la oscuridad de la noche. Tanya se encuentra a mi lado, en ese sillón, entretenida tejiendo lo que a primera vista parece un pequeño jersey de punto. Sonrío repentinamente agradecida por esta extraña estampa hogareña que agita suavemente mi corazón. La anciana encuentra mi mirada, esbozando una tierna sonrisa en sus labios en respuesta a la mía. No hemos conversado, tal y como Aryen le pidió a Leonel, él se a ocupado de cuidarme y eso también implica hacerme guardar silencio por el bien de mi garganta. Claro que la mujer no se ha quedado atrás y nada más traer mi comida, se a puesto de su lado para limitar en lo posible que se acrecentara el mal estado de mis cuerdas vocales. Así que ahora mismo estamos sumergidos en un agradable silencio, e
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VEINTICINCO
Las palabras de Kail revolotean una y otra vez en mi cabeza, como un eco constante de una ilusoria fantasía que da cabida a la posibilidad de ser real.Estás destinada a conectar con nuestras almas, formar parte de nosotros…Como si la luna nos estuviera ofreciendo una segunda oportunidad de salvar y conservar aquello que nos pertenece…A ti, nuestra Luna.Mi respirar se vuelve ciertamente irregular por los frenéticos latidos de mi corazón, esos que arrematan con brusquedad mi pecho, casi dispuesto a salir de su cautiverio y servirse en bandeja al hombre que mantiene la firmeza intensa de su mirada clavada en mí.La presión de mi mano sobre la suya se afloja, temblorosa ante el estado entre la conmoción por su tan extraña y repentina confesión, donde el miedo se encuentra raspando la esperanza infantil de poder tener mi propio cuento de hadas.Escéptica, guardo egoístamente mis emociones, con el miedo atroz de la capacidad sobrenatural con la que puede leer mis pensamientos, dejando e
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VEINTISEIS
Observo desde las alturas la densidad frondosa del bosque que parece envolver la casa en la que me encuentro. Estoy perdida analizando la naturaleza viva de las altas copas de pinares que parecen danzar con el viento otoñal.Ha pasado dos días desde que Kail lanzo cierta luz a mi incesante incertidumbre sobre la rareza que parece gobernar en este lugar.Desde que se dio esa corta conversación, no he visto a ninguno de los hombres de esta casa volver a irrumpir en mi habitación o reclamar mi compañía de una forma sutil y esto comienza a pasarme factura.Mi única compañía hasta ahora es la atenta mujer de belleza sabia que se mantiene pasible en su mullido sillón, dándole forma a ese diminuto jersey de lana verde oscuro.Siento el peso de su mirada cada dos por tres, pero como Kail, ella parece saber cuando no irrumpir esta pequeña burbuja que amenaza con aislarme de todo y todos.Mis uñas se arrastran sobre la piel de mis brazos, esos que mantengo enrollados y presionados bajo mis pech
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VEINTISIETE
Tímidamente tanteo el manillar de la puerta, insegura del paso que estoy a punto de dar.A diferencia de lo que creía, Badel no interrumpió la escena y menos aún se unió a ella, como tanto su mirada me indicaba deseaba hacer.En su lugar llamó con la calidez suave de un padre orgulloso de sus hijos, al par que me había hecho darme cuenta de algo que inconscientemente yo ya había aceptado, hasta hacer que ambos se alejaran risueños de mí, para acomodarse a un costado de su padre en el marco de la puerta de mi habitación.Su mirada cargada de un cariño que revoloteaba en mi pecho, expulsó con suavidad la pequeña invitación a por primera vez desde que desperté en esta casa, comer con ellos en el comedor.Como una familia…El pensamiento hizo hormiguear mi piel hasta erizarla, robándome unos segundos esa sonrisita escurridiza que delataba lo mucho que había esperado algo como eso.Me siento tan malditamente sumisa con ellos.Con una inseguridad tan poco habitual en mí que algunas veces me
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VEINTIOCHO
La gigantesca mano de Kail envuelve la mía mientras me orienta por la planta baja de la gigantesca mansión donde nos encontramos.Podría decirse que es una cabaña acogedoramente cálida, pero sus dimensiones y los espacios tan extensos de las diferentes áreas que hasta ahora he divisado por donde Kail me ha llevado, es algo más que una cabañita de montaña, posiblemente una poderosa mansión en la privacidad frondosa de este inmenso bosque que nos rodea.Ese que ahora puedo ver desde otra posición diferente, cuando nos adentramos al interior de lo que parece el comedor, con gigantescos ventanales que dan concretamente hacia la más extensa parcela del jardín posterior de la casa, ese que conecta directamente con el inicio del bosque de robustos e inmensos pinares.La calidez de la madera está presente en cada centímetro del lugar, pudiendo casi despejar por completo el frío que la breve neblina que se escurre de entre los árboles pueda traer consigo.Alejo mi atención del hermoso paisaje
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VEINTINUEVE
Acaricio con las palmas de mis manos la alta hierba que me rodea, despeinando alguna que otra espiga que se mese en mi dirección, como si mi presencia la llamara tanto como a mi el lago en la distancia.Mis pies se mueven solos, pisando desnudos la tierra y os hierbajos aún en crecimiento.El sol es cálido, como una caricia acogedora que me recuerda la paz que en estos momentos soy capaz de sentir incluso aquí, en mis sueños.Estoy de vuelta en el mismo punto en el que la vi la última vez.Al otro lado del frondoso y aterrador bosque, ese al que nunca conseguía llegar en mis pesadillas.Cierro los ojos echando la cabeza hacia atrás, dejando que mi cabello suelto revolotee libre a mis espaldas, mientras disfruto de los rayos de sol que peinan esta gran explanada de hierba.Escucho el cantar bajo de las cigarras, a conjunto con la melodía natural de la alta hierba meciéndose en esta delicada danza junto al chapotear, ya no tan distante, del lago a unos metros de mí.Y entonces lo siento
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TREINTA
Me despierto aún encerrada entre los fuertes y calientes brazos de Badel, concretamente sobre su pecho, como si este fuera el lugar correcto donde debo estar.Prisionera de su posesividad.No hay disgusto en mí por ese hecho, no cuando una parte mucho más hambrienta y activa en mí quiere todo esto de él, de ellos.Reclamar.Reclamarlos.Ser reclamada.Se repite en el eco de mi pulso, cada vez más tosco, cada vez más frenético, como si me hubieran dado un chute de adrenalina y mi mundo se viera completamente nuevo.Cierro los ojos, deslizando mi mano sobre el pectoral desnudo de Badel, aún con mi cabeza recostada sobre su hombro.Me siento tan pequeña, tan ridículamente frágil y suave sobre él.Aspiro extasiada su fragancia, marcándose cada elemento que hace delirar mi mente.Canela, menta y madera.Mi mano asiente libre e intrépida hacia su hombro, para finalmente perderse en su nuca donde mis dedos jalan suavemente de su revuelto cabello sacando de su garganta un ronco y bajo gruñido
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