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Todos los capítulos de La Condena de Nuestra Luna : Capítulo 11 - Capítulo 20
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ONCE
No sé como he terminado sucumbiendo a una nueva pesadilla.Se siente mucho más real que cualquier otra, sobre todo por el escenario en el que se presenta.Una oscuridad nítida que me engulle por completo, dejándome en el abandono de la soledad enturbiada que amenaza asfixiarme en cualquier momento.No hay bosque.No hay lobos bestiales que desean devorarme.No hay ruidos.Ni siquiera consigo escuchar mis propios latidos.Solo un extenso y prolongado vacío.La nada misma.Oscuridad devorándome como una masa pesada de alquitrán que amenaza asfixiarme hasta la muerte en un abrumador silencio.Grito.Lloro.Pero nada llega a mis oídos.Ni siquiera creo que salga de mi garganta el más mínimo ruido.Esto es mucho peor que cualquier pesadilla de ser cazada y acechada por feroces lobos hambrientos.Me dejo caer en la superficie sobre la que me encuentro, no sé como es, no consigo ver nada y al intentar tocarlo tampoco puedo palparlo, casi como si hubiera perdido cada uno de mis sentidos.Angu
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DOCE
Lo primero que escucho en la distancia es una llamada entrante desde donde sea que se encuentra mi móvil, seguido de una fuerte brisa revolotear desde el exterior de las ventanas y helar brevemente mi piel por el frescor del suelo en el que sigo recostada.Todo en mi pesa.Cada centímetro de mi cuerpo se siente entumecido y adolorido, como si hubiera sobrevivido a una caída de cien metros de altura.Cuando me muevo un gritillo bajo y ronco pretende escurrirse por mi garganta, pero apenas y es un aleteo representativo de lo que siento en estos momentos.Todo duele demasiado.Incluso mi cabeza y oídos.Realmente siento haber sobrevivido a una especie de batidora gigante, con mi cuerpo entero, pero a su vez echo un saco de huevos y músculos rotos, salvo que solo es una sensación insoportable, pues no hay nada roto en mí, más que mi corazón ante el recuerdo vago de la desaparición de Leonel.Parpadeo, intentando reconocer el lugar en el que me encuentro.Mi cuerpo se siente como si hubier
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TRECE
Su nariz aspira una vez más mi fragancia.Sus risos dorados cosquillean contra mi mejilla, mientras sus labios rozan deliberadamente la piel sensible de mi garganta.Siento el peso de su cuerpo duro y cálido sobre el mío, el contraste con el gélido suelo en el que me mantiene retenida por su feroz dominio.No sé que es lo que lo ha hecho enloquecer y perder el asco que me tenía apenas hacia un simple segundo, pero aquí está, aún sin moverse, como una estatua o un animal aferrado a aquello que más anhelaba ocultamente.Soy el peluche capaz de estrujar entre sus manos y fauces, desarmar con un solo movimiento, pero no hay nada de esa intencionalidad asesina que percibí apenas unos minutos antes al acecharme como un depredador hambriento.No, aún hay hambre aquí, mucha, pero no de esa clase de hambre que te hace sentir este pueda ser tu último aliento.Sino de ese tipo de hambre que agita tu pulso, calienta tu sangre y hace hormiguear tu cuerpo hasta el desespero.Desearía saber que es l
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CATORCE
Confusa, parpadeo al abrir los ojos en busca de una respuesta clara ante mi repentino despertar.Lo ultimo que recuerdo era a Aryen sobre mí, devorando mi boca con el ansias de alguien que anhela perderse por completo en mi ser sin reparo alguno.Palpando mi cuerpo, marcando su musculoso y cálido cuerpo sobre el mío.Enloqueciendo cada punto exacto en mí hasta deshacerme entre sus brazos.¿Entonces, como es que caí en la inconsciencia tan repentinamente?Estaba al borde de arrancar su ropa y dejarle poseer aquello que nadie más a logrado alcanzar.Pero en su lugar estoy aquí.Parpadeando confusa en un repentino despertar en un lugar que no consigo ubicar, la luz me ciega brevemente en ese destello repentino mientras me mantengo en una especie de estado de ebriedad y confusión.Mi cabeza se siente pesada.Mi vista se encuentra borrosa en pequeños destellos donde lo único que enfoco son los techos altos de madera.Escucho el murmullo de voces en la distancia.Casi en el efecto sonoro de
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QUINCE
Nunca antes había sentido algo como esto. Paz.Una sensación tan extraña de experimentar en este remoto lugar, o como yo lo llamo, mi inconsciencia.La tranquilidad que abraza cada parte magullada de mi ser, como un bálsamo que cubre las heridas aún latente en lo más profundo de mi alma. Dándole un suspiro breve al dolor que desde hace mucho tiempo forma parte de mí.Aquella neblina espesa que generalmente engulle mi mente parece haber encontrado su nuevo amanecer, despejando la visión tormentosa que se concentraba a mi alrededor cada vez que la inconsciencia me atrapaba, fuera en un soñar impulsado o alguno forzado.Finos rayos de sol rasgando las, ya no tan espesas, nubes grises de vapor, acariciando osadamente en este instante la piel al descubierto de mi cuerpo, como una grata bienvenida a lo que podría sentirse como un recién descubierto paraíso.Un cosquilleo tibio se arremolina sobre mi piel, erizándola a su paso como una segunda caricia que llega a tocar con las puntas de sus
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DIECISEIS
“¿Quién eres?”Mi pregunta vuela en un eco suave entre la brisa que la envuelve y sacude su corta melena a la altura de sus hombros.Los volantes cortos de las mangas de su vestido de ese color verde hoja, se remueven al compás, casi como si todo en ella tuviera vida propia.Dos tiernos hoyuelos se muestran en sus mejillas al expandir su cálida sonrisa, casi como si sintiera el frenético aleteo de mi corazón contra mi pecho, mientras diviso como lleva su índice hasta posarlo sobre sus labios en una muestra de guardar silencio.Trago con pesar al sellar mis labios.Tengo tanto miedo de perder esto, este ahora, este momento con ella, quien sea quien sea siento es la respuesta a toda mi solitaria y nostálgica existencia.La esperanza aún burbujeante por el que esa mujer sea mi madre.Sin analizar a detalle el motivo irreal del como haya llegado hasta aquí o todas las rarezas que parecen rodear mi existencia desde que Leonel apareció en mi vida como un aleteo de luz.—Por ahora solo debes
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DIECISIETE
—¡Ahora todo será mucho mejor, mami! Seremos una gran familia y nos cuidaremos todos juntos.Intento disfrutar del entusiasmo de Leonel mientras me cuenta su convivencia con ellos, lo abundante que es su familia y ciertas cosas que a aprendido pero que aún no puede contarme por mi propio bien.Sí, exactamente eso fue lo que añadió cuando iba a contarme con ojitos brillantes lo que hacían y había descubierto, para finalmente parecer recordar que no puede decírmelo y eso… dios, eso me mata de preocupación.También duele un poco, acostumbrados a contarnos siempre todo, que ahora ya no exista ese tipo de conexión entre nosotros pero sí la tenga con otros que hasta hace poco ni existían para nosotros… punza ligeramente.Incomoda.Pero soy la adulta aquí, no como tanto mis hormonas resaltan casi sin un punto estable que detenga esa sensación de sentir que todo me duele, molesta o afecta de sobremanera.Achaco a que sea el cansancio que aún mantengo en mí, ese de casi parecer ser un cadáver
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DIECIOCHO
Con el calor quemando mi cuerpo y la vergüenza marcar mi rostro, me encuentro con sus ojos taladrando profundamente en los míos, casi como si deseara tocar las entrañas de mis delirios.Acabo de comerme inconscientemente con los ojos a ese tipo que de por si debería de desear arañarle la cara por el mal trago que me han hecho pasar él y sus… dios, ni siquiera sé que clase de relación tienen estos hombres entre sí.—Eso veo, tesoro.Me encuentro con la burla tirando de su mirada en ese hecho irritante en el que me resalta lo que ya sé.Estoy siendo demasiado obvia y eso me irrita mucho.Pero es como si no pudiera medirme o controlarme, siendo siempre un limite exasperante e intenso.Se siente como si hubiera vuelto a la pubertad y tuviera todas mis hormonas revueltas, gritando, eufóricas y felices por estar rodeada de tipos jodidamente calientes, bañados en ese aura salvaje que te hace desear someterte a su intensidad.Oh no, no no… nunca.Él retira su enfoque de mi, ya orgulloso y arr
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DIECINUEVE
Nunca antes he sido una persona de quedarse en cama, por muy enferma que estuviera o me sintiera, siempre tenía una responsabilidad, algo, lo más mínimo que me empujaba a salir fuera de las mantas y tirarme de cabeza contra el mundo.¿Pero ahora?No sé como explicar la sensación que me consume.Soy como una luz que parpadea por estar a punto de vencerse.Soy como ese día de lluvia que llega sin previo aviso arruinando tus planes y dejándote en un estado de pausa sin saber como aprovechar las largas y tediosas horas de lluvia.Y la anciana junto a mi no me ayuda mucho a sentirme con las fuerzas necesarias para enfrentarme a esta nueva realidad.No sé cuanto tiempo a transcurrido desde que ese hombre se llevo consigo a Leonel, dejándome a solas con esta repentina mujer tan llena de energía que apenas te da tiempo de reaccionar.Cada vez que tengo la intención de ser útil y no una molestia de la que hacerse cargo, la agradable mujer de avanzada edad de largos cabellos plateados, afirmado
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VEINTE
Una fragancia tan dulce y embriagadora me insta a remover mi rostro, en busca de la fuente de ese toque entre la canela y la fragancia salvaje del bosque.Aspiro con fuerza al enterrar mi nariz en una suavidad cálida que me recibe sin inconveniente alguno.Mi cuerpo se siente tan bien contra una superficie dura que emana un agradable calor que espanta por completo el frío de mi sistema.Siento movimiento sobre mi frente.Un frote que raspa la suavidad de mi piel y afloja una sonrisa en mi rosto cuando siento ese mar de cosquillas que me tientan a abrir los ojos.Pero no quiero.Aún no.Estoy disfrutando demasiado de este sueño.Ese sueño en el que soy arropada entre los brazos de un completo y misterioso desconocido.Que a pesar de su toque crudo y áspero, se siente la dulzura de quien parece predispuesto a venerar cada atisbo de mi ser con su tacto.Besos cortos persiguen en un mar de cosquilleos mi frente, mientras sus grandes y cálidas manos, acarician la piel desnuda de mi espalda
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