Diana se encontraba callada, mucho más que lo normal, mientras que Neta-lee hablaba animadamente de todo lo que se venía a la mente para evitar por cualquier medio el tema que de seguro su hermana tocaría.No quería hablar de ello en ese momento, menos cuando intentaba ocultar su preocupación y el zumbido constante en su pecho que le imploraba correr a ver a Noah.Se dedicó a lazar las pequeñas bolsas con golosinas para las niñas y niños invitados a la fiesta, con el agradable aroma a vainilla flotando a su alrededor, mientras le relataba una absurda historia del primo Simón, que en realidad no tenía gracia alguna, pero que acompañó de risas fabricadas y sonrisas fingidas.Aún así, por mucho que quiso aplazar el asunto, su hermana terminó de perder la paciencia.—¡Oh! Y ya sabes, mamá se puso como loca cuando...—Déjalo estar, Nate — exhortó Diana con seriedad, interrumpiendo sus palabras—. Ya suelta lo que te tiene de esa forma y deja de fingir, que no te queda nada bien.—No sé de qu
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