Los sonidos de la risa de Noah, la conversación de Rosita y Stacy y el saludo que ambas le dieron, fue suficiente para dejar el desagradable pensamiento de Darren, el chisme de Nicole y la mala imagen que tenían de ella, de lado.Anotó un recordatorio mental de hablar con Silas y Andrea antes de salir del trabajo sobre los chismes que Nicole había esparcido. De seguro había llegado alguno a sus oídos, más que mal no eran demasiados los empleados de esa mansión y la señorita Pinnock era de las que hablaban con todos con tal de obtener algo a cambio.—Niña querida, ¿qué tal la fiesta de cumpleaños? — preguntó Stacy, cuando Neta-lee se sentó en la barra de desayuno, al lado de Noah, para poder almorzar.El pequeño la miró con curiosidad ante la información de Stacy. Masticó la pasta a la boloñesa, sin apartar la mirada de Nate.—Estupenda, llena de ruido y niños corriendo por doquier — sonrió y alzó la bolsa que tenía con ella —. Diana les manda galletas especiales.Stacy la recibió con u
Cuando Neta-lee terminó con las llamadas pendientes, se sentía exhausta.Se quitó los anteojos, cerró los ojos, y se llevó la mano a la parte inferior del cuello para masajear los músculos tensos mientras intentaba aliviar el estrés.Dejó escapar un profundo suspiro de alivio y se dedicó a oír la melodía que se percibía a lo lejos y que llegaba a penas con sonidos discordantes hasta donde estaba.Se escuchaba algo torpe y desacorde, pero, de todos modos, sonrió.En el sonido lejano podía distinguir un gran avance de las últimas semanas. Ya no eran simples tecladazos chirriantes, ahora era más parecido a una verdadera canción.El fruto de trabajo y dedicación. Y a pesar de que no debía, se levantó.Tomó de nuevo sus anteojos y se guardó el móvil en el bolsillo, luego caminó con premura por el pasillo.Cuando estaba llegando al umbral del salón principal vio como Rosita se asomaba desde la esquina observando el espectáculo. Caminó más despacio, y casi de puntillas, para no ser escuchada
Volvió a su mesa con prisa para cumplir con las demandas de Damien.Se sostuvo a su personalidad profesional lo mejor que pudo antes de terminar y revisar los e-mails en la computadora.Leyó atenta cada requisito para el vestuario y llamó a la señorita Acton, encargada de la asesoría de imagen, para describirle lo que necesitaba. Para cuando acabó, se sintió orgullosa de sí misma por no cambiar el pedido por un traje de payaso o de plano, por otro vergonzoso vestuario que la dejara en ridículo. Por mucho que quisiera arruinarles la noche, no serviría de nada y solo le traería problemas.Logró respirar profundamente otra vez. Mientras revisaba los mensajes entrantes, un e-mail de una dirección desconocida llamó su atención.De: Coralie WilliamsAsunto: Noah VincentFecha: 28 de Enero, 2019 16:58Para: Neta-lee Saint-Rose—¡Nate! — la voz de Stacy la sobresaltó e impidió que leyera el mensaje.Alzó la mirada para verla correr en su dirección y se levantó de golpe alarmada por su presenci
Cuando la función de la película acabó, con varios aplausos — mayormente de niños y pocos, aunque reticentes pero presentes, de padres o acompañantes de turno — Neta-lee no pudo contener la sonrisa que amenazaba con partirle el rostro en dos.Ni siquiera la seguidilla de interrupciones que había hecho durante el largometraje, con el fin de tener alguna conversación a base de mensaje de texto con Stacy, opacaba la sensación de calidez que la embargaba en ese momento.Aún cuando la fea cabeza del fatalismo no dejaba de sacar a relucir que no debía de ser tan ingenua como para pensar que podía eludir un problema a futuro, creía que debía de mantenerse ocupada en cosas más importante y no en la atención de los imprevistos que podrían aparecer de un momento a otro.No obstante, a pesar de la horrible cara de la vacilación que oscurecía tan bonito momento cada cierto rato, se obligó a mantenerse atenta y tranquila y disfrutar lo que más pudiera el momento junto a Noah.Cuya pasión, en ese in
Neta-lee se revolvió inquieta sobre la cama. Algo a la distancia le molestaba. Era un murmullo. Un zumbido que se escuchaba ahogado en alguna parte y que estaba irritando su sueño. Giró la cabeza contra la almohada, con los labios fruncidos y el ceño también, intentando evitar el incesante sonido que no la dejaba descansar. Se revolvió entre las sábanas, intentando huir, pero nada de lo que hacía — ni siquiera ocultar la cabeza bajo la almohada —, era suficiente para escapar de aquella infernal musiquilla. Porque se dio cuenta, para su desgracia, que una vez terminaba y le daba unos gratos segundos de paz y armonía a la habitación, los justos para pensar volver a conciliar el sueño, el zumbido ahogado y la canción baja volvía a atormentarla. Al final, se rindió. No podría seguir durmiendo hasta que detuviera ese sonido. Abrió los ojos enfurruñada y encontró oscuridad. Alargó la mano hasta la mesita de noche y dio manotazos hasta hallar el interruptor de la lamparilla. Cuando l
Alguien hablaba. Alguien estaba hablando, en un susurro ronco tal vez.Neta-lee arrugó la frente, irritada un poco por la interrupción de su descanso. Pero, en cuanto volvió a estar todo en silencio, se relajó. Volvió a dormir. Y, entonces… alguien tocó su hombro y ella apenas pudo esquivar, aún con los ojos cerrados y totalmente somnolienta, el segundo toque fuerte sobre su hombro izquierdo. Movió la cabeza sobre la almohada y emitió un suave sonido de protesta desde el fondo de su garganta, pero el golpeteo no cesaba, ni siquiera esa voz… la voz que decía su nombre y llamaba a la superficie. La que repetía su nombre sin cesar, en un tono que no podía identificar debido al sueño. Volvió a protestar y movió el hombro intentando esquivar ese toque, esa voz y volver a descansar. Escuchó un bufido. No, una mezcla de suspiro y resoplido. Y luego… entonces, de nuevo dijeron su nombre, está vez más fuerte. Y, en medio del limbo entre el sueño y la vigilia, se tensó. Abrió los ojos y, la m
Neta-lee vio su reflejo en el espejo del baño. Evitó mirarse a los ojos y, en cambio, tomó atención a las pesadas ojeras que marcaban claro cansancio y a la falta de color de sus mejillas. Incluso el cabello negro se le veía opaco. Tan apagado como su ánimo. Se lavó las manos, las secó con una pequeña toalla y luego quitó la goma de su cabello que lo sostenía en una coleta baja. Lo peinó como pudo con los dedos antes de volver a sostenerlo y forzó una sonrisa, demasiado plástica como para parecer natural, pero lo suficientemente estable para no derrumbarse al salir de la habitación y ver al niño de brillantes ojos verdes que se encontraba durmiendo. Entonces, dejó de sonreír al darse cuenta que él seguía descansando. Dejó que el peso sobre sus hombros se multiplicara, mientras se acercaba a la cama de Noah y se sentaba en la orilla para observar cómo descansaba. En un rato tenía que marcharse de ese lugar y ni siquiera había encontrado las palabras correctas para decirle la verdad. ¿Có
El rugido las sobresaltó y detuvo a Nicole.Ambas se volvieron a ver a Demien, quién se acercaba con largas zancadas. Tenía la furia brillando en sus ojos y la mandíbula apretada. Los rasgos tan comprimidos con la ira, que Neta-lee incluso alcanzó a ver una vena latiendo en la parte lateral de la cien y una muy notoria en el cuello. Demien pasó por su lado, casi empujándola, y se acercó peligrosamente a Nicole. Y mientras se convertía en un hombre realmente fuera de sí, Neta-lee se preguntó, en el velo de la sorpresa, cuánto tiempo llevaba él de pie oyendo la conversación.—¡He dicho que te largues! — le gritó a la cara, haciendo que la mujer brincara y ensanchara los ojos de miedo. —Pero, Demien, amorcito…—¡Lárgate ahora! — dijo con dientes apretados y la tomó del brazo, empujándola a la salida. Abrió la puerta de la entrada y la sacó —. ¡No quiero volver a verte en tu mald1ta vida! —¡Demien, puedo explicarlo! Dante y Silas aparecieron en la entrada, ambos altos y trajeados y co