Nora se abraza al torso de Franco y esconde su rostro en su pecho, sintiendo su calor, llenándose de paz y tranquilidad, volviéndose su sitio seguro. Lentamente, Sandra entendiendo que sobra ahí, guarda todo en la caja y después de dejarla en el suelo, al lado de la cama, retrocede con una sonrisa pícara y se escapa por la puerta, dejándolos solos en la habitación. —Te amo, Franco —dice Nora restregando su mejilla contra la camisa de su esposo, queriéndose hundir más entre sus brazos y desaparecer. Franco se queda en silencio, degustando las palabras de Nora y sintiendo que su corazón vibra de alegría. —Dilo una vez más, dilo para mí —pide cerrando los ojos y prestando toda su atenci&o
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