Eran las tres de la madrugada y Rashad no podía dormir, la preocupación le impedía conciliar el sueño, a pesar de la buena noticia de que su hermano Khaliq era compatible con Asad sentía un pesimismo impropio de él. Tenía miedo, de ese que no te permitía respirar con normalidad. Nunca pensó que podría sentir algo así, nunca pensó que podía llegar a amar a alguien tan rápido, que le doliera su dolor, que temiera su muerte. Se levantó de la cama, tomó su móvil y salió a la terraza de su casa, el frío lo recibió y distrajo su atención. Moría por un cigarrillo, pero había echado a la basura todas las cajas que tenía, debía estar sano y no poner en riesgo su salud. Asad lo necesitaba, además había aceptado ser el donante de otro niño con el cual resultó compatible. Inquieto, regresó a su habitación, era muy reservado, pero necesitaba sacar de su pecho esa opresión desconocida que lo ahogada.No sabía a quién llamar, no tenía amigos íntimos, su padre estaba muerto y, aunque estuviera vivo,
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