Keira—Esos no son regalos. Piensa, es como si Leandro te diera un jabón y te dijera “puedo enseñarte a usarlo”, como si no supieras bañarte. En pocas palabras, está diciendo que apestas.—¡Ahhhh!, ahora entiendo. Hirió tu orgullo —se burla, riéndose en mi cara.—¡No! Bueno, sí, un poco —contesto con cierta vergüenza. Vamos en un taxi y este no es un tema para conversar a oídos del chofer.—Míralo de esta forma, ya que estamos en eso de analogías, los dos son estudiantes universitarios, pero él cursa un año superior al tuyo, sabe cosas que tú no y, aunque eres buena, él puede llevarte a un nivel más alto. Escuchando su argumento, me doy cuenta de que fui completamente tonta y comprenderlo me llena de vergüenza. ¿Qué va a pensar Sebastian de mí?—Soy una estúpida. Escuché fuego y salí corriendo.—Está bien tenerle miedo a las cosas nuevas, Keira. No te digo que te lances a las llamas, solo que no te cierres a la posibilidad. —Es que no sé… él es tan… directo.—Bueno, dile eso. Habl
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