KeiraPor favor, por favor, que suene la campanilla de cambio de vías. —Sebastian —saluda Ferreira con familiaridad—, ella es Keira Morrison. —Me presenta.—Mucho gusto, señor —articulo con voz compuesta y comedida, haciendo uso de las capacidades actorales de las que presumo. Sí, soy una actriz que está por perder los papeles al notar que la mano de Decker se acerca a la mía.—Sebastian Decker —pronuncia en tono grave y sensual, trayendo a mi memoria todas las veces que susurró frases en mi oído. Son malos recuerdos. Bueno, no malos, pero sí incorrectos y peligrosos.Y hablando de peligro… Al momento que desliza su mano contra la mía, se desata un ciclón hambriento y feroz en la parte más sensible de mi cuerpo, sucumbiendo ante una excitación descarada y bochornosa.¿Qué me pasa? Yo no soy así. Le atribuiré mi calentura a los tres años de abstinencia. Sí, me están pasando factura. Aparto la mano con cierta sutileza, para no parecer descortés ante los ojos de mi cliente, y Sebastian
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