Lo miro sin disimulo, tratando de que lea en mis ojos lo mucho que lo desprecio, pero quedo atrapada en esas pupilas color plomo que me abrasan como fuego ardiente. ¿Por qué le otorgo ese poder?En ese momento, la voz de Ferreira interrumpe mis pensamientos. Y no es a mí a quien se dirige, sino a la francesa.—Fue un placer contar esta noche con su presencia, señorita Dugés —pronuncia Ferreira con pleitesía.¡Lame botas portugués!—¡Oh!, dime solo Elie —refiere risueña y hasta parece que lo está follando con los ojos, la muy descarada.¿Cómo puede mirarlo así, teniendo al bombón de Sebastian a su lado? No lo comprendo, a menos que…—¿Disfrutó esta noche, señorita Morrison? —pregunta el alemán, mirándome, sin prestarle atención al descarado comportamiento de su acompañante hacia el portugués. —Sí, fue una reunión interesante —contesto con notable hipocresía, ganándome una mirada inquisitiva de Elie. ¿Qué pregunta se estará haciendo en esa cabeza hueca?—Estoy de acuerdo. Espero que se
KeiraSu cuerpo caliente y sudoroso cae sobre el mío, me acurruca contra su pecho y me arrastra con él hasta el centro de la cama. En mi cuello, planta un beso húmedo y luego pronuncia «mía». En otro momento, estaría furiosa por esa palabra posesiva que ha repetido en varias ocasiones, pero no hoy, no cuando sigo sintiendo los rastros de su pasión en el interior de mis muslos. No quiero cuestionar las consecuencias de este encuentro, no quiero pensar en nada más que en lo perfecto que encaja mi cuerpo dentro del suyo y en lo mucho que deseo quedarme aquí hasta que salga el sol… o mucho después de eso.Pueden haber pasado diez minutos o cinco horas, no lo sé, he perdido la noción del tiempo estando aquí, en los brazos del sexy alemán que me tomó con pasión. Su aroma huele distinto, es una mezcla del perfume que utiliza y de su propia esencia varonil. Disfruto de él, de su respiración caliente en mi cuello, de los dibujos invisibles que traza sobre mi piel con un roce suave y perenne qu
KeiraDejo el plato en la mesita de noche y me pongo en pie. Mi cabeza es un lío que gira alrededor de sus palabras. Quiere exclusividad de acompañante por un año sin que eso implique sexo, esa es su propuesta. Pero ¿por qué me preguntó si tengo pareja? Además de esa duda, tengo muchas más, todas con respecto a él y a su afirmación de que no había disfrutado el sexo desde hace un tiempo, cosa que dudo mucho porque Decker es un excelente amante. Volviendo a mis interrogantes: ¿cuánto tiempo estuvo “dormido”?, ¿qué pasó?, ¿solo se excita conmigo? Son preguntas muy íntimas que no me corresponde hacer. Aunque él no tuvo pelos en la lengua para abordarme aquella vez, cuando me interrogó en cuanto a si disfrutaba del sexo.—Tengo algunas preguntas. Pero antes, ponte algo de ropa, no puedo concentrarme contigo desnudo —señalo esforzándome por mantener la vista en su cara.Él ladea una sonrisa, una que me provoca un no sé qué en el estómago, y se pone los calzoncillos y el pantalón.—¿Así o m
KeiraEl martes llego temprano al hospital con Ángel para su intervención quirúrgica; el dinero ya no es un problema, pagué todas las facturas que tenía pendientes con el hospital y los gastos de la intervención de hoy. Estoy en sala de espera en compañía de Irlanda y Jess, a pesar de que insistí con que no era necesario. La operación será sencilla y poco invasiva, no requiere hospitalización ni grandes cuidados, pero esas dos son un par de tercas.Mi hermanita no está al tanto de mi pacto con Decker y no pienso decírselo, es mejor así, no quiero correr el riesgo de que hable de más y les diga a mis padres a qué me dedico, ellos no lo entenderían. Mierda, hasta yo me lo sigo cuestionando.Y hablando del alemán, no he sabido nada de él desde aquella noche en el hotel, cuando me demostró más de una vez lo bueno que es en la cama. Solo con recordar lo que pasó entre esas sábanas –y en aquel baño–, la temperatura comienza a ascender en mi interior. ¡No sé en qué estaba pensando cuando dej
Keira—No.—Pero Keira…—No, no y no. Saca esa idea de tu cabeza, Irlanda. No voy a ir contigo a New Haven. ¿Recuerdas qué dijo mi padre cuando me fui?—Lo sé, pero…—Pero nada, ya eres una adulta. Solo ve, diles que te casaste y asume las consecuencias.—¡Eres una pésima hermana! —Se queja con una voz tan chillona que me obliga a alejar el móvil de mi oído.—Sí, lo soy. Te dejo, estoy recibiendo otra llamada.Termino la conversación con mi hermana y me sorprende leer el nombre Sebastian Decker en la pantalla de mi móvil. ¡Me está llamando! Mi mente se traslada al ayer, a todo lo que sentí la noche en la que, sin duda, me hizo suya.Pensamientos traicioneros e inoportunos ¿por qué me sublevan ante él sin siquiera haber escuchado su voz? Me asusta lo que el impacto de la vibración de sus cuerdas vocales le puedan hacer a mi cuerpo, este que ha soñado despierta con sentir de nuevo su tacto, su lengua, su poderoso miembro deslizándose en mi interior hasta que su nombre estalle en mi boc
KeiraSebastian tuvo que regresar a Alemania por un asunto personal y no nos vimos esa noche ni en los siguientes días. No ha habido más llamadas calientes, pero hemos tenido varias conversaciones subidas de tono por WhatsApp. Jess me ha pillado varias veces con las mejillas rojas, y creo que imagina lo que está pasando sin que tenga que decirlo. Ahora mismo, estoy sentada en la cama, respondiendo sus mensajes indecorosos. Ese hombre no tiene nada más en la cabeza que no sea sexo. ¿Y tú?, acusa mi voz interior. Bueno, creo que con la sequía que mantuve a lo largo de tres años, tengo derecho a pensar, y desear, todo lo que me dé la gana. Quizás él también está gozando de los mismos beneficios. No puedo olvidar aquella conversación en su limusina cuando, de forma directa y sin tapujos, admitió que había dejado de disfrutar del sexo.«Te he follado dos veces desde que me desperté esta mañana».«¿Soñando despierto, Decker?».«¿Qué me dices de ti? ¿Has vuelto a tocarte en mi nombre?».«No»
Keira Me dejo de tonterías y abro el mensaje, no me hará daño mirar algunos juguetitos sexuales. Vamos, no soy una mojigata, tengo varios de esos aparatitos a pilas guardados en mi cajón. De: sebastian@deckerenterprise.com Para: Keirabennett@sendmail.com Fecha: 28 de octubre de 2013 Asunto: Sex Shop Señorita Bennett, pensando en usted y en sus necesidades, me tomé el atrevimiento de sugerirle una tienda de juguetes para su entera satisfacción y la mía. Escuchar su voz mientras se corre es para mí un deleite y una tortura. Ingrese a www.sexshop.com y siéntase en libertad de comprar cuanto guste, yo pagaré la factura. Inicie sesión con la cuenta kbennett@sendmail.com clave: 15082013, verá que he llenado el carrito de compra para usted. Con gusto le enseñaré a usar cada artículo para su entera satisfacción. Ansioso por hacerla mía, Sebastian Decker CEO de Decker Enterprise Leo el mensaje dos veces y no me basta para creer que el alemán gruñón que conocí hace un par de meses s
KeiraRobert da un paso atrás mientras sacude la cabeza a los lados. Se ve conmocionado, terriblemente perturbado. Sus hombros han caído hacia adelante, restándole algunos centímetros, aunque sigue siendo imponente por tener una estatura que sobrepasa el metro noventa. Jamás lo vi así, no lo comprendo. ¿Qué lo perturbó tanto?—¿Él… está… vivo? —Su voz es apenas un susurro, pero logro comprender cada una de sus palabras. Levanta la mirada hacia mí y veo lágrimas asomarse en sus ojos. ¡Dios mío! No puede estar fingiendo todo esto ¿o sí? —No ha sido fácil, pero sí, él está vivo. Aunque no gracias a ti —respondo con rencor. Lo culpo, claro que lo hago. Nuestra vida no habría sido tan dura si él hubiese estado con nosotros. No era millonario, pero tenía un buen empleo, un apartamento y seguro médico.—¿Puedo conocerlo? —Su voz flaquea. Escudriño su rostro, sus gestos, lo oscuro que se ven sus ojos… y hago el intento de encontrar perdón en mi corazón para darle una respuesta positiva, per