Todos los capítulos de ¿Príncipe o Rana?: Capítulo 1 - Capítulo 10
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Prefacio
Prefacio.Miré mi reflejo a través del espejo. Acaricié con mis dedos la fina y exquisita tela de mi vestido de novia.Era tan hermoso, tan perfecto y delicado, como los vestidos de las princesas de los cuentos de hadas que mi abuelo solía leerme cuando no era más que una niña. Cuentos que me enamoraron y me hicieron creer en el amor verdadero. Aunque yo no era una princesa como Cenicienta o la Bella Durmiente.Yo no era más que una jovencita soñadora.Era simplemente la nieta de un pobre y viejo médico en el pueblo de Amalfi, en la provincia de Salerno.No obstante, era una chica con sueños y anhelos que deseaba cumplir y entre esos deseos estaba el casarme con un apuesto y honorable hombre. Mi príncipe azul.Un sueño que parecía tan lejano e irreal. O eso fue lo que pensé hasta hace unos días. Hoy finalmente ha llegado ese momento tan importante en mi vida. Hoy iba a casarme con el hombre de mis sueños.—¿La princesa está lista?La voz de mi abuelo me hizo girar sobre mis pies. Él s
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Capítulo uno
Compromiso FallidoDos días antes…Nápoles, Italia.Dante.Levanté la mirada de los documentos que estaba revisando al escuchar la puerta de mi oficina abrirse y cerrarse al mismo tiempo y como era de esperar, tenía que tratarse de mi hermano. Federico olvidaba que el jefe era yo y el hecho de ser mi hermano no le daba ningún derecho o autoridad a entrar a mi oficina como y cuando le diera la maldita gana.—¿No te enseñó nuestra madre a tocar la puerta? —pregunté recargando mi espalda contra mi silla y taladrándolo con la mirada.—Llamar o no a la puerta es lo de menos, Dante. No puedo creer que seas tan tonto para aceptar la propuesta del abuelo. No tienes por qué sacrificar tu libertad de esta manera. El abuelo está viejo y debe estar loco de la cabeza para pedirte semejante cosa —expuso con prisa.Lo miré unos segundos más antes de dejar la comodidad de mi silla, me paré delante de él para dejarle las cosas claras.—Soy un hombre práctico, Federico. No soy un hombre que espera enco
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Capítulo dos
CenicientaAmalfi.AntonellaMe senté sobre la piedra a la orilla del mar, mientras le contaba a mi mejor amiga el estúpido sueño que había tenido la noche anterior y de cómo apareció aquella espantosa rana en mi habitación.Las carcajadas de Carina me hicieron fruncir el ceño, pero ya le había contado y no había vuelta de hoja. Ahora me tocaba soportar sus burlas y temía que estas duraran una eternidad.—¡No te rías! —grité mientras Carina no dejaba de reírse, incluso se tomaba el estómago con las manos y sus ojos dejaron escapar un par de lágrimas. La muy cretina estaba gozando de lo lindo a mi costa. Debí suponer que este sería el resultado de compartir mis intimidades.Resoplé con frustración y levanté un par de piedras pequeñas para lanzarlas al mar, eso era mucho mejor que tirarlas a la cabeza de mi mejor amiga.—No es culpa mía que sueñes tonterías todo el tiempo, Antonella —pronunció tratando de calmarse—. ¿Cuántas veces te he dicho que debes dejar de soñar? —me cuestionó mien
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Capítulo tres
TURISTADanteSalí de la oficina luego de un arduo día de trabajo, tras el compromiso fallido de la semana pasada. Marena tenía que conformarse con una cena rápida en algún prestigioso restaurante en la ciudad y un nuevo anillo de compromiso. De todas maneras, esto solamente era una transacción comercial y no un matrimonio por amor.No obstante, pensar en comprar un nuevo anillo, me hizo recordar el anillo que debía estar en el fondo del mar. La joya estaba catalogada como uno de los anillos más caros de la historia y no era el dinero lo que me importaba, sino el valor sentimental que tenía para mi abuelo. Aquel anillo era el símbolo que toda esposa Ferrara debía llevar hasta el día que tenía que cederlo en favor de la nueva señora de la casa.—¿Irás a Amalfi este fin de semana? —preguntó Federico, apenas me vio aparecer en el vestíbulo de la empresa.Me consideraba un hombre paciente con mi hermano, no obstante, era humano y había momentos en los que me veía tentado a asesinarlo y la
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Capítulo cuatro
¡Sorpresa, no era una rana!AntonellaMiré y esperé por un corto momento, le acababa de confesar a Carina el lugar al que iría a trabajar esa tarde y no lo habría hecho de no haber sido tan necesario. Necesitaba salir ahora mismo y solamente ella podía cubrirme las espaldas con el abuelo.—¡Estás completamente loca, Antonella! —gritó.Tuve que encogerme de hombros y cubrirme los oídos, solamente porque estaba segura de que Carina le temía al mar o juraría que era una sirena convertida en humana. Su grito era realmente espantoso, tal como juraban los marineros que era el grito de una sirena.—No, no estoy loca, pero no voy a perderme ese baile por nada del mundo y limpiar el viejo faro no es la gran cosa y sin contar que van a pagarme trescientos euros, ¡trescientos euros! ¿Sabes lo que eso significa? —pregunté y sin darle tiempo a responderme añadí—: Tendré dinero suficiente para invertir en los arreglos de la casa, por nada del mundo dejaré que otra maldita rana se vuelva a colar en
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Capítulo cinco
¿¡Pervertido!?DanteEl sonido de la bofetada se escuchó en la cubierta, mi rostro había girado por el impacto de aquella pequeña y poderosa mano. ¿Qué demonios le sucedía? Esa fue la primera y única pregunta que cruzó por mi cabeza.Había arriesgado mi vida por salvarla, había creído que la perdería, que moriría estando en mi yate, en mis manos.Estaba jugándome el nombre y la reputación de mi familia, ¿Qué se supone que iba a hacer con una mujer muerta en mi yate? ¿Lanzarla al mar para ser devorada por los peces o algún otro pez gigante?—¡Eres un pervertido! —el grito de la chica me sacó de mis cavilaciones, ¿Un pervertido? ¿¡Pervertido!? La, casi muerta, me estaba llamando pervertido.—¿Qué demonios te pasa? —preguntó alejándome de ella.—¿Qué me pasa? —preguntó sentándose y tosiendo un poco. Ella llevó su mano izquierda a su pecho y entonces lo vi…En su dedo anular llevaba el anillo de compromiso que debió ser de Marena, pero… ¿Cómo diablos había llegado a ella?—¿Qué me pasa, e
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Capítulo seis
¡Estás completamente loca!AntonellaEstaba loca, oficialmente estaba loca y de remate. No sé en qué estaba pensando en el momento que me lancé de cabeza al agua. Quizá en perder mi dedo por culpa del nibelungo.Gruñí al pensar que Carina tenía razón, ese anillo no iba a traerme sino desgracias, ¡pero como diablos lo sacaba de mi dedo!Entre el enojo y el miedo nadé hasta las orillas, afortunadamente la noche era oscura y no había manera que el pervertido diera conmigo.Apenas salí del agua me senté sobre una de las rocas para coger un poco de oxígeno, saltar había sido imprudente, no obstante, habría sido mucho más peligroso quedarme en el yate con un completo desconocido, que encima quería cortarme el dedo.Me llevó minutos recuperarme y cuando levanté la cabeza para ver el yate, las luces estaban alejándose de Amalfi y una completa tranquilidad se adueñó de mí.Por lo menos tendría la seguridad de que no vive en los alrededores del pueblo, aunque debía ser un hombre muy rico, para
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Capítulo siete
Ten un buen viajeDanteEl viaje de Amalfi a Nápoles demoró una eternidad y exactamente no sabría decir por qué. Tenía una extraña sensación en el pecho que no podía explicar, era como si presintiera algo. El tipo de dolor que una vez sentí el día que mi padre y mi abuela murieron.—Cálmate, Dante, ya no eres un niño y las supersticiones no existen, son cuentos de viejos —me repetí mientras bajaba del yate para volver a buscar mi coche y volver a casa.Técnicamente, había regresado a casa con las manos vacías y todo por culpa de esa mujer, pero también tenía una razón poderosa para volver a Amalfi y buscarla hasta por debajo de las piedras, si ella creía que podía escapar y quedarse con el anillo de mi familia estaba muy equivocada.Ella no tenía idea de lo que era capaz de hacer por recuperar el nibelungo como ella descaradamente lo llamaba y encontraría una manera decente o no de sacarlo de su dedo, así le tuviese que cortar la mano entera. Pero esa chiquilla no iba a volverse a esc
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Capítulo ocho
¡Lo hemos atropellado!AntonellaMis nervios estaban a flor de piel, mi vestido era precioso y desentonaba con mi humilde casa, pero no era un lujo, era una necesidad. Quería estar presente en aquel homenaje y había hecho todo el esfuerzo para hacer realidad mi deseo y el deseo de mi abuelo.—Te ves hermosa —la voz de Carina me hizo ver en su dirección, estaba parada en el umbral de la puerta.Tenía una sonrisa cómplice en sus labios e inevitablemente le correspondí.—No lo habría logrado sin ti —confesé caminando en su dirección mientras ella negaba enérgicamente.—Lo has hecho sola, Antonella, no sé exactamente los motivos por lo que has hecho todo esto. Pero tengo la impresión de que es muy importante para ti, comprendo si no puedes hablarme del tema, no obstante, quiero que sepas que estaré aquí para ti y que seré tu amiga pase lo que pase.Me sentí terriblemente mal por no contarle la verdad, pero no podía fallarle a mi abuelo y revelar un secreto que por años había estado guarda
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Capítulo nueve
MendigoAntonellaEl abuelo se acercó al hombre y no tuve más opción que hacerlo también, tenía miedo de acercarme y comprobar que lo había atropellado. ¿Qué es lo que iba a hacer? No quería ir a prisión por matar a un mendigo.No había sido mi culpa, había sido él quien se cruzó la carretera sin precaución. Nadie podía decir lo contrario. Aunque… nadie había visto que lo había atropellado…—¡Antonella, ayúdame! —el grito de mi abuelo me sacó de mis malos pensamientos. El pobre estaba tratando de ayudar al mendigo y yo calculando fríamente lanzar el cuerpo al mar.—¿Lo atropellé? —preguntó arrodillándome junto al cuerpo del hombre.—No, el auto no llegó a tocarlo —respondió con premura.—Bien, dime lo que tengo que hacer —dije con más ánimos y menos culpas que hace unos minutos.—Ayúdame a llevarlo al auto, el hospital queda lejos, voy a revisar sus heridas en la casa y solamente si es necesario volveremos a la ciudad.—Vamos a meternos en problemas, abuelo —dije para hacerlo desistir
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