¡Lo hemos atropellado!AntonellaMis nervios estaban a flor de piel, mi vestido era precioso y desentonaba con mi humilde casa, pero no era un lujo, era una necesidad. Quería estar presente en aquel homenaje y había hecho todo el esfuerzo para hacer realidad mi deseo y el deseo de mi abuelo.—Te ves hermosa —la voz de Carina me hizo ver en su dirección, estaba parada en el umbral de la puerta.Tenía una sonrisa cómplice en sus labios e inevitablemente le correspondí.—No lo habría logrado sin ti —confesé caminando en su dirección mientras ella negaba enérgicamente.—Lo has hecho sola, Antonella, no sé exactamente los motivos por lo que has hecho todo esto. Pero tengo la impresión de que es muy importante para ti, comprendo si no puedes hablarme del tema, no obstante, quiero que sepas que estaré aquí para ti y que seré tu amiga pase lo que pase.Me sentí terriblemente mal por no contarle la verdad, pero no podía fallarle a mi abuelo y revelar un secreto que por años había estado guarda
MendigoAntonellaEl abuelo se acercó al hombre y no tuve más opción que hacerlo también, tenía miedo de acercarme y comprobar que lo había atropellado. ¿Qué es lo que iba a hacer? No quería ir a prisión por matar a un mendigo.No había sido mi culpa, había sido él quien se cruzó la carretera sin precaución. Nadie podía decir lo contrario. Aunque… nadie había visto que lo había atropellado…—¡Antonella, ayúdame! —el grito de mi abuelo me sacó de mis malos pensamientos. El pobre estaba tratando de ayudar al mendigo y yo calculando fríamente lanzar el cuerpo al mar.—¿Lo atropellé? —preguntó arrodillándome junto al cuerpo del hombre.—No, el auto no llegó a tocarlo —respondió con premura.—Bien, dime lo que tengo que hacer —dije con más ánimos y menos culpas que hace unos minutos.—Ayúdame a llevarlo al auto, el hospital queda lejos, voy a revisar sus heridas en la casa y solamente si es necesario volveremos a la ciudad.—Vamos a meternos en problemas, abuelo —dije para hacerlo desistir
¿Quién soy?DanteSentí mi cuerpo dolorido, como si me hubiese roto cada uno de mis huesos. Mi cabeza era un mar de confusión, pensamientos que se confunden entre sí.No sé cuánto tiempo llevaba tratando de concentrarme en algo específico, tomar una imagen, una frase. Algo que me resultara familiar, no obstante, en medio de mi insistencia, la oscuridad cayó sobre mí. Me arrastró a sus profundidades, me sedujo y me rendí.—¡No es un mendigo! —la voz chillona de una mujer me hizo volver en sí, intenté abrir mis ojos y me fue imposible.El dolor taladró sin piedad mi cabeza y gemí al intentar pasar un poco de saliva por mi garganta, estaba seca y lo único que pude experimentar fue la sensación de ardor.—¿Está despierto? —la pregunta fue hecha por un hombre, podía adivinarlo por el tono de voz.—Debe estar despierto, te aseguro que este hombre es un farsante. Te sugiero que lo dejemos y nos marchemos a casa y ahorrarnos problemas —esa voz de nuevo, ¿Por qué tenía que ser tan parlanchina?
¡No voy a ponerme eso!AntonellaMi abuelo estaba loco, completamente loco. No podía creer que se atreviera a tanto, traer a ese hombre a casa era un peligro, sobre todo, para mí. ¿Qué pasaría si recuperaba la memoria que según él había perdido? ¿Qué haría si el hombre me reconociera y hablara sobre lo ocurrido en el yate? Y lo más importante, ¿me acusaría de ladrona de nuevo?—Ve con cuidado, Antonella —la voz de mi abuelo me hizo consciente de que estaba divagando estando al frente del volante, elevé la mirada al retrovisor y me di cuenta de que el hombre dormía de nuevo.¿Ese sería su estado a partir de ahora? ¡Iba a engordar a ese paso!, pero si él pensaba que estaría en mi casa de gratis, iba a enterarse. En la casa todos trabajamos y con memoria o sin ella, él tendría que trabajar como todos. Además, si lo pensaba mejor, tendría la oportunidad de vengarme por amenazarme en el yate y obligarme a saltar de él.—¡Antonella, presta atención al camino! —El grito de mi abuelo volvió a
Eres una mujer cruelDante«Tú eliges, te lo pones o duermes desnudo. Solamente te aviso que, por ese agujero de allí, entran ranas por la noche…», pensé una vez más en el comentario de Antonella antes de salir de la habitación.No tengo recuerdos, no sé quién soy, de donde vengo. Pero tengo la certeza que en mi vida jamás me había topado con una mujer tan malvada. ¡Antonella Moretti era una verdadera bruja!Miré con desagrado el pijama que amable y burlonamente había dejado sobre la cama. ¡No había manera de entrar en una cosa tan pequeña y delicada, iba a destrozarla por completo! Sin embargo, no podía dormir con la ropa puesta, los hematomas en el cuerpo dolían como el infierno, ya el roce de la dura ropa estaba matándome. Aun así, me faltaba valor para meterme dentro de un pijama tan… malditamente infantil.—Date prisa, Dante, necesito darme un baño y cambiarme de ropa. ¡No eres el único que ha tenido un mal día! —El grito de Antonella me sacó de mis cavilaciones.No sabía lo que
En sus manosAntonellaLa conversación con Carina me había hecho pensar en diversos escenarios con respecto a Dante. La visita de extraños era muy sospechosa, puesto que Amalfi recibía turistas, muchos turistas al año, pero la descripción que Carina había hecho de ellos, no encajaba con los visitantes. Amalfi era una isla pacífica, un lugar donde pocas veces sucedía algo interesante.—Buenos días —la voz de Dante me hizo girar en su dirección.El hombre se veía cansado y había ojeras bajo sus precisos ojos verdes. ¡Preciosos ojos verdes! ¿En qué diablos estaba pensando para pensar que era precioso? Me recriminé severamente, aunque tenía que ser ciega para no darme cuenta de que Dante era un tipo guapo.—Buenos días, Dante, ven siéntate.—Gracias, señor Moretti —respondió con amabilidad a la invitación del abuelo.—Antonella, sirve primero a Dante, tiene que recuperar fuerzas —pidió mi abuelo.Por un momento estuve tentada a jugarle una broma y lo habría hecho si su mirada no me hubies
¿Me darías un abrazo? Dante Dante Caminamos desde las orillas de la playa y nos dirigimos al faro. —¿Qué es lo que tenemos que hacer aquí? —pregunté al ver el lugar, parecía… peligroso. —Me comprometí a limpiarlo la semana pasada, de hecho, me dieron el pago adelantado, sin embargo, no he podido cumplir y si el ayuntamiento se molesta irán a buscarme a casa y el abuelo va a enterarse de las cosas que no debe —dijo mientras dejaba escapar un suspiro. —¿No es peligroso? —pregunté caminando al interior del faro. El sitio no era peligroso, era totalmente tenebroso. La madera estaba cayendo a pedazos debido a la humedad. ¿Quién mantenía un faro en tan malas condiciones? —Un poco, si no te fijas donde pisas —respondió —Un poco —repetí. —Deja de hablar y vamos a empezar o el abuelo se dará cuenta de que nos hemos fugado de casa. No tenía idea de cómo Carlo siendo un hombre tan responsable y cuidadoso, no se daba cuenta de las escapadas de Antonella. —¿Por qué no le dices la verdad
¡Te tengo!AntonellaAparté mi mano del brazo de Dante y me alejé un poco de él. Decir que su petición me había sorprendido era decir poco ¡Estaba en shock! Nunca en mi vida había abrazado a nadie que no fuera el abuelo o Carina.¿Cómo podía interpretar la petición de Dante en ese momento?—Lo siento, no debí pedirte tal cosa —pronunció, había una extraña nota en su voz que me hizo sentir culpable.—¿Por qué quieres un abrazo? —le pregunté al ver que él emprendía la huida.—Olvídalo, Antonella, ha sido una petición fuera de lugar.Me mordí el labio y antes de poder pensarlo lo halé del brazo y lo abracé. Enterré mi rostro contra su pecho, él era un poco más alto que yo y su masa corporal era el doble o quizá un poquito más que el mío.Dejé de pensar en eso cuando sentí sus manos rodear mi cintura y su cabeza posarse sobre la mía. Cerré los ojos y aspiré su aroma natural, Dante no usaba ningún tipo de loción porque mi maldad era grande o quizá mi pobreza, y apenas había conseguido comp