Será nuestro secretoDanteLa reciente experiencia con la muerte no se podía comparar con lo que sentí en el momento que los labios de Antonella se posaron sobre los míos.Era la sensación más sublime que había experimentado, no tenía recuerdos, pero estaba seguro de que jamás había sentido el corazón explotar de felicidad con un beso… abrí los labios y le di a Antonella completo acceso a mi boca.No sabía, no recordaba cómo era besar, pero en ese momento dejé que mis instintos se hicieran cargo y deslicé la lengua en su dulce cavidad.Nuestras lenguas se encontraron y en un duelo inexperto, profundizamos el beso hasta vernos obligados a separarnos por la falta de oxígeno.Mientras me preguntaba si todo lo que estaba sintiendo en ese momento era amor…—Lo siento —pronunció. Sus mejillas adquirieron un tono rojizo que únicamente aumentó mi deseo por volver a perderme en su boca.—No te disculpes por algo que nos ha gustado a los dos —respondí acariciando sus mejillas con la yema de mis
¡No está muerto!Nápoles, Italia.LorenzoLa taza de café resbaló de mis manos y se apresuró al piso de manera estrepitosa. Levanté la mirada para encontrarme con el rostro pálido y compungido de Federico.—¿Qué estás diciendo? —pregunté casi en un gemido lastimero. Habían pasado semanas desde la desaparición de Dante y hasta ese día no habíamos tenido ninguna noticia positiva.Todas las brigadas que fueron enviadas a Amalfi y sus alrededores regresaron sin tener una sola pista del paradero de Dante. Ninguna hasta hoy… —Lo siento mucho, abuelo. Lamento ser el portador de tan malas noticias. No obstante, por mucho que desee cuidar de tu salud, no puedo y no soy capaz de ocultar la verdad. Los restos del auto de Dante fueron encontrados en el mar, no hay rastro del cuerpo de mi hermano.Sentí como si miles de puñaladas atravesaran mi corazón, el aire era espeso y caliente al tratar de llevar oxígeno a mis pulmones.Los recuerdos del pasado me golpearon sin piedad y me negaba a aceptar
¡Dante!LorenzoLa adquisición del hotel en el pueblo de Amalfi no era mi prioridad, jamás lo sería, pero debía admitir que Federico tenía razón. Si Dante volvía, porque iba a volver, estaría muy decepcionado si perdía la oportunidad de ampliar sus horizontes.Para un hombre tan competitivo como Dante, perder el proyecto en Amalfi supondría una derrota, algo que no iba a suceder si podía evitarlo. Tenía el dinero, el nombre, la reputación de mi nieto en mis manos y no iba a echar a la basura nuestros acuerdos.—Hazte cargo de todo, Federico, estoy confiando en ti, no me decepciones. Demuéstrame todo lo que has aprendido hasta hoy, tienes la oportunidad de hacer que me trague mis propias palabras.—Te aseguro que hoy mismo firmaremos el convenio de compraventa. El hotel de Amalfi, estará entre la lista de tus propiedades antes de que termine la semana—dijo casi con regocijo.—Estoy segura de que harás un magnífico trabajo, Federico. Dante volverá pronto a casa, te aseguro que estará mu
¿Son novios?Dante —¡Dante! ¡Dante!La voz gritando mi nombre fue una invitación para volver a la superficie, sin embargo, no podía encontrar el camino a casa.Sentí como era expulsado por el precipicio, como mi cuerpo fue abrazado por las olas frías, como fue arrastrado por su fuerza a las profundidades del océano.Su fuerza era incomparable, que no importó lo mucho que luché para alcanzar las orillas, siempre era arrastrado a su centro.Era, sin duda, la sensación más abrumadora que jamás había experimentado. Una serie de imágenes sin rostro fueron desfilando por mi cabeza, no pude relacionar ninguna con mi vida pasada ni presente, eran borrones… Mientras la sensación de caer otra vez por el precipicio me envolvió. Parecía un sueño repetitivo, como si quisiera llegar a algo, conseguir algo. Pero mi mundo se convirtió en una noche sin estrellas y caí en un profundo sueño.—¡Dante! ¡Dante!La voz que gritaba mi nombre no se parecía en nada a la voz de mis sueños. Esta voz era fina, h
Curso de Jardinería Dante Presté total atención a las palabras de Antonella, contaba con un día para aprender todo sobre jardinería, todo lo que a Antonella le había llevado una vida, yo solamente contaba con veinticuatro horas. Un curso de jardinería intenso, había dicho ella. —Lo primero que tienes que saber, Dante, es: ¿Qué es la jardinería? La jardinería no es otra cosa que el arte y técnica de cuidar y cultivar los jardines. —explicó mientras intentaba tomar nota. Sí, intenté tomar nota, porque no sabía exactamente qué letras unir para formar una palabra. Imaginé que era otra secuela más del accidente. Aparté la hoja y presté atención. No podía ser tan difícil, ¿verdad? ¿No podía ser tan difícil? Esa pregunta parecía burlarse de mí veinticuatro horas después… Habíamos llegado hace cuatro horas a la Villa Rufolo, debo admitir que Antonella tenía labia, había convencido al personal de ser exactamente lo que estaban buscando y que no iban a arrepentirse de su elección. Yo lo
¡Voy a matarla!AntonellaLuego de nuestro incidente con la señorita prepotente dejamos Villa Rufolo con las manos vacías. Esa condenada mujer había conseguido que nos echaran a la calle sin paga alguna.Estaba furiosa, tan furiosa que únicamente deseaba volver a encontrarla y destruirla por completo. ¿Cómo la gente podía ser tan cruel? Dante había chocado con ella de manera accidental, jamás lo había hecho con ninguna mala intención como ella hizo creer al encargado de la villa.Era una mujer mezquina, frívola. Un ser humano realmente despreciable.—No te enojes, Antonella —la voz de Dante me hizo girar en su dirección, estaba enojada con él y no por las razones que él pensaba. No podía culparlo por chocar con la bruja rubia, pero sí por no permitir que la buscara y le diera su merecido.—No me hables —dije arrugando la nariz y haciendo un puchero con los labios.—Lo siento, no fue mi intención arruinarlo —dijo estacionando a un lado de la carretera.—No estoy enojada contigo por eso
¡En llamas!AntonellaLa mujer apartó las gafas de sol de su rostro, fijó su mirada verde esmeralda sobre mí; había tanto desprecio en esos ojos. Ella me miraba como si fuera cualquier cosa, menos un ser humano.—¿Antonella?Mi abuelo se acercó, colocó su mano sobre mi brazo, como si adivinara mis intenciones de lanzarme a la yugular de la rubia.—¿Es su empleada? —preguntó con prepotencia la mujer, supongo que esperaba hacer que me corrieran también de este lugar, pero se llevaría una sorpresa. El puesto era nuestro, aquí sus ínfulas y su dinero no servirían de nada.—Es mi nieta —respondió el abuelo con calma.—Una lástima —susurró entre dientes, deslizando su mirada por el pequeño local.—¿Le podemos ayudar en algo, señorita? —preguntó con amabilidad. Para el abuelo ella era un cliente potencial y él no sabía nada de lo ocurrido en Ravello.—Quiero todas las flores que tengan —dijo pasando de mí, pero algo me decía que esto era demasiado bueno para ser cierto.—¿Todo? —preguntó el
¡Fue una venganza! Antonella Mi corazón latía desbocado mientras corríamos a la floristería. Lágrimas ya corrían por mis mejillas mientras rogaba al cielo que Carina estuviera equivocada y no se tratara del puesto de flores. Era el trabajo de toda una vida, mi abuelo se había dedicado en cuerpo y alma a levantar su negocio, aunque humilde podía llamarlo propio. Fue con ese trabajo humilde que me crío y me alimentó. Lo vi llorar en muchas ocasiones en completo silencio para que no lo escuchara, sin embargo, era imposible no hacerlo cuando vivíamos en una sola habitación. —¡No! ¡Nooo! —El grito desgarrador que salió de los labios de mi abuelo rasgó mi corazón, rompiéndolo en miles de pedazos, tal como mi abuelo se sentía. Él calló de rodillas mientras la gente corría con baldes de agua para controlar el incendio que había arrasado con todo en su interior. —¡No! ¡Nooo! —sollozó de nuevo, no podía contenerme y rompí en llanto. Ver a mi abuelo destrozado no era algo fácil de soportar