Mi esposaDante.«Cásate con Marena y luego podrás hacer lo que quieras con tu vida»«Cásate con Marena»La petición del abuelo era totalmente descabellada, casarme con Marena era la última cosa sobre la faz de la tierra que haría en mi sano juicio. Sin embargo, no esperaba el anuncio oficial que la familia Vítale había emitido el día anterior, anunciando la inminente unión de nuestras familias en dos días.¡Dos días!—Dime que no tienes nada que ver con este anuncio, abuelo —dije.Lancé el periódico sobre la mesa, tratando de no maldecir.—Te lo dije, Dante, la familia Vítale no dejará que rompas el compromiso con Marena, cásate con ella y vete a Amalfi.—¿Casarme con ella y largarme? —pregunté apretando las manos en dos puños.—Desde un inicio estuviste de acuerdo en esta boda, ¿Qué fue lo que cambió?—¡Cambio todo, abuelo! Cambio todo absolutamente todo y no me preguntes que, porque no lo sé —dije con sinceridad.—Si no sabes lo que cambió, ¿Por qué te niegas a casarte?—No creo qu
La rana se convirtió en príncipeAntonellaHabía vivido las horas más angustiantes de mi vida, pero tener los labios de Dante sobre los míos llevaron paz a mi corazón. Habían sido tantos días separados, tantos días de silencio entre nosotros.—Te amo, mi sirena de Amalfi —susurró pegando su frente a la mía. Me estremecí al sentir sus manos deslizarse por mi cuerpo hasta posarlas sobre mi pequeño vientre. Nuestra pequeña Ranita se movió inquieta, como si supiera que eran las manos de su padre.—¿Se movió? —preguntó.Levanté el rostro, para ver el suyo empapado en lágrimas.—Sí.Él volvió a acariciar mi vientre, nos sumergimos en nuestra burbuja, en ese momento nos olvidamos de todos y del lugar donde estábamos, de lo mucho que aún teníamos que hablar, lo que teníamos que decirnos…—¡No puedes hacerme esto Dante!El grito de la mujer rompió nuestra burbuja, mi cuerpo se estremeció y mi piel se erizó al recordar a la mujer.—¡Tú! —grité apuntándola con el dedo.—Antonella.—Fue ella la
La rana era el príncipe de mis sueñosAntonellaHabían pasado cuatro semanas desde lo ocurrido en la iglesia, el día que impedí la boda de Dante y Marena.Ese día la mujer fue aprehendida y acusada por el incendio de la floristería del abuelo, Dante se hizo cargo de todo.También había hablado con mi padre, en principio llegué a temer que Dante no lo aceptara debido al pasado que existía entre ellos, pero no podíamos nadar contra corriente si deseábamos ser felices.La vida nos demostró en múltiples ocasiones que el mundo es un pequeño pañuelo y entre dobleces se van tejiendo nuestros caminos. Un año atrás jamás hubiese imaginado que hoy tendría a un príncipe como esposo, un padre que me ama con locura y un hermano que empezaba a conocer.Federico no era malo, lo comprendí el día que me dejó saber sobre la boda de Dante, si él no hubiese acudido a la casa de nuestro padre, jamás habría tenido una sola oportunidad de llegar a él.Traté de comprender su proceder en Amalfi, no podía culp
EpílogoUn sueño hecho realidadAntonellaMiré mi reflejo en el espejo de mi habitación, acaricié la fina y exquisita tela de mi vestido de novia y no pude evitar sonreír.Habían pasado cinco años desde que conocí a Dante Ferrara y cuatro desde que vivíamos juntos. Sin embargo, eso pareció no ser suficiente para mi príncipe e insistió en unirnos en matrimonio civil y religioso.Volví mi atención al espejo y fue imposible no recordar el día que todo comenzó, fue así, con el sueño de la boda perfecta.—No te muevas tanto, Antonella o no podré cerrarte el vestido —se quejó Carina detrás de mí, me había olvidado de su presencia.—Estoy nerviosa —refuté en mi defensa.—Llevas cinco años viviendo con él, ¿Cómo vas a estar nerviosa? —preguntó frunciendo el ceño.—¿Y si mi príncipe se convierte en rana? —pregunté haciendo un mohín.—Deja de decir tonterías, Antonella, ¿Cómo Dante puede convertirse en una rana? —cuestionó y agregó—: pensé que habíamos superado esa etapa hace mucho tiempo.—Per
Prefacio.Miré mi reflejo a través del espejo. Acaricié con mis dedos la fina y exquisita tela de mi vestido de novia.Era tan hermoso, tan perfecto y delicado, como los vestidos de las princesas de los cuentos de hadas que mi abuelo solía leerme cuando no era más que una niña. Cuentos que me enamoraron y me hicieron creer en el amor verdadero. Aunque yo no era una princesa como Cenicienta o la Bella Durmiente.Yo no era más que una jovencita soñadora.Era simplemente la nieta de un pobre y viejo médico en el pueblo de Amalfi, en la provincia de Salerno.No obstante, era una chica con sueños y anhelos que deseaba cumplir y entre esos deseos estaba el casarme con un apuesto y honorable hombre. Mi príncipe azul.Un sueño que parecía tan lejano e irreal. O eso fue lo que pensé hasta hace unos días. Hoy finalmente ha llegado ese momento tan importante en mi vida. Hoy iba a casarme con el hombre de mis sueños.—¿La princesa está lista?La voz de mi abuelo me hizo girar sobre mis pies. Él s
Compromiso FallidoDos días antes…Nápoles, Italia.Dante.Levanté la mirada de los documentos que estaba revisando al escuchar la puerta de mi oficina abrirse y cerrarse al mismo tiempo y como era de esperar, tenía que tratarse de mi hermano. Federico olvidaba que el jefe era yo y el hecho de ser mi hermano no le daba ningún derecho o autoridad a entrar a mi oficina como y cuando le diera la maldita gana.—¿No te enseñó nuestra madre a tocar la puerta? —pregunté recargando mi espalda contra mi silla y taladrándolo con la mirada.—Llamar o no a la puerta es lo de menos, Dante. No puedo creer que seas tan tonto para aceptar la propuesta del abuelo. No tienes por qué sacrificar tu libertad de esta manera. El abuelo está viejo y debe estar loco de la cabeza para pedirte semejante cosa —expuso con prisa.Lo miré unos segundos más antes de dejar la comodidad de mi silla, me paré delante de él para dejarle las cosas claras.—Soy un hombre práctico, Federico. No soy un hombre que espera enco
CenicientaAmalfi.AntonellaMe senté sobre la piedra a la orilla del mar, mientras le contaba a mi mejor amiga el estúpido sueño que había tenido la noche anterior y de cómo apareció aquella espantosa rana en mi habitación.Las carcajadas de Carina me hicieron fruncir el ceño, pero ya le había contado y no había vuelta de hoja. Ahora me tocaba soportar sus burlas y temía que estas duraran una eternidad.—¡No te rías! —grité mientras Carina no dejaba de reírse, incluso se tomaba el estómago con las manos y sus ojos dejaron escapar un par de lágrimas. La muy cretina estaba gozando de lo lindo a mi costa. Debí suponer que este sería el resultado de compartir mis intimidades.Resoplé con frustración y levanté un par de piedras pequeñas para lanzarlas al mar, eso era mucho mejor que tirarlas a la cabeza de mi mejor amiga.—No es culpa mía que sueñes tonterías todo el tiempo, Antonella —pronunció tratando de calmarse—. ¿Cuántas veces te he dicho que debes dejar de soñar? —me cuestionó mien
TURISTADanteSalí de la oficina luego de un arduo día de trabajo, tras el compromiso fallido de la semana pasada. Marena tenía que conformarse con una cena rápida en algún prestigioso restaurante en la ciudad y un nuevo anillo de compromiso. De todas maneras, esto solamente era una transacción comercial y no un matrimonio por amor.No obstante, pensar en comprar un nuevo anillo, me hizo recordar el anillo que debía estar en el fondo del mar. La joya estaba catalogada como uno de los anillos más caros de la historia y no era el dinero lo que me importaba, sino el valor sentimental que tenía para mi abuelo. Aquel anillo era el símbolo que toda esposa Ferrara debía llevar hasta el día que tenía que cederlo en favor de la nueva señora de la casa.—¿Irás a Amalfi este fin de semana? —preguntó Federico, apenas me vio aparecer en el vestíbulo de la empresa.Me consideraba un hombre paciente con mi hermano, no obstante, era humano y había momentos en los que me veía tentado a asesinarlo y la